Las nuevas relaciones internacionales

 

Stephen Sefton

Hasta el presente momento, en la historia contemporánea se ha mantenido vigente el sistema de relaciones internacionales entre naciones soberanas derivado del Tratado de Westphalia de 1648, el cual terminó otra de las innumerables guerras fratricidas entre los pueblos europeos. En ese momento histórico, Europa todavía fue una región periférica en comparación con los grandes imperios de Asia, como el imperio Otomano en el mundo islámico, el imperio Mughal en la India o el imperio de la dinastía Qing en China. Los Estados Unidos norteamericanos ni existía.

El avance del imperialismo europeo, inicialmente en las Américas, luego en Asia y África, culminó en el Siglo 19 con el efectivo dominio global del mundo por los poderes de la Europa occidental, acompañado por el poder imperialista emergente de los Estados Unidos norteamericanos. Aun con el destructivo impacto de la Primera Guerra Mundial, este sistema internacional se mantenía hasta 1945. En ese momento, luego de la derrota de la Alemania nazi y el imperio japonés, Estados Unidos aprovechó su propia situación económica ventajosa para imponer un orden internacional a su gusto y antojo en la mayoría del mundo.

La coartada propagandística occidental de haber derrotado el fascismo en Europa y el imperio japonés en Asia, permitió a Estados Unidos y sus aliados ufanarse hipócritamente de su sistema democrático y su defensa de la humanidad, a pesar de sus innumerables terribles crímenes de lesa humanidad durante la época colonial. De hecho, la derrota de la Alemania Nazi con sus numerosos aliados europeos se debía principalmente al sacrificio de los pueblos de la Unión Soviética.

Tampoco habría posible la victoria sobre el Japón imperial sin el heroísmo y determinación de los pueblos soviéticos y los enormes sacrificios del pueblo de China durante los quince años de la genocida agresión japonesa, desde el 18 de septiembre 1931, hasta la rendición de las fuerzas japoneses en China el 9 de septiembre 1945.

En la segunda mitad del Siglo 20, las luchas de liberación de los pueblos del mundo mayoritario forzaron a los poderes colonialistas europeos a ceder progresivamente la independencia formal a sus antiguas colonias. Pero se mantenía el dominio occidental alrededor del mundo por medio de un despiadado sistema de control económico neocolonial bajo el tutelaje de las élites norteamericanas, quienes repartieron las respectivas esferas de influencia global con los poderes imperialistas europeos.

El único contrapeso a este nuevo sistema imperialista fue la activa presencia internacional de la Unión Soviética y la República Popular China y su solidaridad antiimperialista con los pueblos del mundo mayoritario. Antes del fin de la Segunda Guerra Mundial, las élites norteamericanas, con sus aliados, impulsaron la fundación de la Organización de las Naciones Unidas y sus instituciones asociadas.

La razón de ser de la ONU era supuestamente para fomentar un orden mundial equitativo de paz y justicia basado en el derecho internacional, con sus puntos esenciales enunciados en la Carta de la ONU. Sin embargo, las instituciones de la ONU, ubicadas en los países occidentales, siempre reflejaban el predominio ideológico y político estadounidense y europeo.

Además, la práctica de la ONU fue viciada desde su inicio, cuando efectivamente ignoró su propia razón de ser al autorizar el establecimiento del genocida estado colonialista de Israel basado en la limpieza étnica de la población palestina impulsada por la ideología sionista. Esta decisión de la ONU y la subsiguiente guerra genocida en Corea, bajo el amparo de la ONU, indican como, desde su fundación, la ONU ha sido un mecanismo constantemente abusado por los poderes occidentales para imponer su voluntad y sus intereses.

Ahora, el apoyo incondicional de las élites gobernantes de los Estados Unidos norteamericanos y de sus países satélites facilita las continuas y masivas masacres en Palestina y el Líbano. En efecto, con la vana esperanza de poder sostener su anterior dominio mundial, las clases gobernantes occidentales siguen de manera decidida en permanente guerra contra los pueblos del mundo mayoritario como han estado durante siglos.

Para el momento, todavía no es posible identificar el fin definitivo del supremacismo occidental, pero no hay duda que el declive del poder e influencia de los Estados Unidos norteamericanos y sus satélites se está acelerando. La progresiva disminución del poder occidental está marcada por el correspondiente colapso de la credibilidad del sistema de relaciones internacionales consolidado en 1945, más que todo el fracaso categórico de la ONU.

Aumentan cada vez más las llamadas para la reforma de las Naciones Unidas, un tema abordado con urgencia primeramente por nuestro Canciller de la Dignidad, Padre Miguel d’Escoto, durante su presidencia de la Asamblea General entre 2008-2009. Los quince años desde ese llamado de parte del Padre d’Escoto para reformar la ONU, han visto la intensificación de los intentos de cambio de régimen y las agresiones militares y económicas alrededor del mundo de parte de las élites norteamericanas y sus aliados.

Es más que claro que ellas jamás van a ceder de manera voluntaria ante las demandas mundiales por mayor justicia y equidad en las relaciones internacionales. Esta realidad ha alentado a los países del mundo mayoritario a buscar las formas de defender sus intereses mejor por medio de diversas modalidades de la integración regional.

El Canciller de la Federación Rusa, el compañero Serguei Lavrov, resumió la situación actual en una reunión de las y los Cancilleres de los países del G20 al margen de la sesión de la Asamblea General de la ONU en Nueva York este pasado 25 de septiembre. Dijo: “Cada vez cobran mayor relevancia los formatos multilaterales de nuevo tipo, como BRICS (presidido por Rusia en 2024), la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), la Unión Económica Euroasiática (UEE), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la Unión Africana y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).”

Por su parte, el Canciller de China, Wang Yi, durante una reunión del pasado 26 de septiembre con el Canciller Lavrov en Nueva York, comentó: “China y Rusia seguirán llevando en alto la bandera del multilateralismo, defenderán los objetivos y principios de la Carta de la ONU y promoverán un sistema de gobernanza mundial más justo y racional…Apoyaremos con todas nuestras fuerzas el papel de Rusia como presidente de los BRICS, aseguraremos el éxito de la cumbre de la asociación en Kazán y abriremos una nueva página en la cooperación en su plataforma.”

En la cumbre de octubre de los países BRICS, en Rusia, se van a reunir los diez países miembros Brasil, Rusia, India y China, Sudáfrica, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Etiopía junto con otros países invitados que incluyen posibles nuevos miembros del grupo. Actualmente, los países del grupo BRICS representan casi la mitad de la población mundial, más de 30% del PIB mundial, más del 40% de la producción global del crudo y porcentajes muy importantes de otros materiales vitales para las economías occidentales, como las llamadas tierras raras, por ejemplo.

El resultado más esperado de la cumbre será el anuncio de un sólido mecanismo alternativo al sistema occidental de pagos transfronterizos, para así impulsar la liberación de los pueblos del mundo mayoritario de la tiranía del sistema financiero dominado por los Estados Unidos norteamericanos y sus países vasallos. Este acontecimiento es una parte fundamental de lo que el Canciller Lavrov explicó cuando habló en la reunión de Cancilleres del grupo de países G20:

“La formación de un mundo multipolar requiere la modernización de la arquitectura internacional de gobernanza, si queremos construir un orden mundial más justo y democrático, basado en los principios inalterables de la Carta de la ONU en toda su integridad y conexión… Algunos mecanismos globales aún están en manos de Occidente, que abusa de ellos. Especialmente
preocupantes son los intentos de Estados Unidos y sus aliados de imponer una agenda confrontativa a las estructuras internacionales, transformándolas en instrumentos de restricciones unilaterales, saqueos, confiscación de activos soberanos, guerras comerciales y competencia desleal, incluso bajo el pretexto de la ecología y el clima.”

El surgimiento de importantes foros regionales independientes de la mano de muerte del Occidente, necesariamente pone en relieve el fracaso de la ONU como una institución legítima, capaz de defender el derecho internacional. Esta es una realidad ineluctable, aunque ambos compañeros, Canciller Serguei Lavrov y Canciller Wang Yi, afirman que la ONU sigue con un papel central en el sistema de relaciones internacionales.

Por ejemplo, el Canciller Lavrov comentó en la reunión de Cancilleres del G20: “La reforma de la arquitectura de la gobernanza mundial debe tener en cuenta el papel central que sigue desempeñando la ONU en el sistema de relaciones internacionales. La Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional no deben ser reemplazados por una especie de «reglas clandestinas”. La aseveración del Canciller Lavrov afirma el papel de la ONU como una fuente de las normas del derecho internacional, pero deja abierto el tema de cómo asegurar que se aplican y hacen cumplir estas normas de una manera justa y equitativa.

Otros países del grupo BRICS abogan por una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU por medio de integrar a Brasil, la India y algún otro país de África al Consejo de Seguridad, junto con cambios en el mecanismo de veto. No es sorprendente que países occidentales como Francia apoyan esta idea porque saben perfectamente bien el alcance de la capacidad de chantaje y extorsión del Occidente en el mundo mayoritario, incluso en países como Brasil y la India.

Lo más probable es que la incapacidad de la ONU de aplicar y hacer cumplir sus propias normas, llevará no a su desaparición sino a su desplazamiento ante el creciente poder económico e influencia política de las organizaciones multilaterales independientes del mundo mayoritario. En realidad, más de la proyección ambiciosa del grupo de países BRICS, lo que parece estar forzando más los positivos cambios fundamentales en las relaciones internacionales en marcha, es el ejemplo de la Organización de Cooperación de Shanghai.

Por más de veinte años, la OCS ha promovido en la región eurasiática las iniciativas políticas decisivas para la resolución de conflictos territoriales y el establecimiento de la seguridad mutua entre sus países miembros. Mientras la OCS ha actuado consistentemente para poner en la práctica los principios fundacionales de las Naciones Unidas, en cambio las clases gobernantes de los Estados Unidos norteamericanos y sus aliados han actuado para promover e imponer sus intereses avaros y mezquinos por medio del engaño, el chantaje y la extorsión.

Cuando encuentran resistencia a sus deseos y planes, recurren a sembrar la cizaña, la discordia y el conflicto para impedir el desarrollo exitoso de las naciones que defienden su soberanía e independencia. En este momento histórico este patrón se ve evidentemente en las guerras en Ucrania, en Palestina y Líbano.

El compañero Canciller de la República Árabe Siria, Basam Sabaq, comentó la semana pasada al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: “La continuación de la bárbara y brutal agresión israelí contra los palestinos, sirios y libaneses no habría ocurrido sin el apoyo ilimitado y multifacético que Estados Unidos brinda a esa entidad, incluida la impunidad que lo hace cómplice de esta agresión.

“El desprecio de la entidad israelí hacia la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, y su persistencia de ampliar la guerra genocida contra el pueblo palestino para que abarque el territorio libanés, como si la sangre de más de 42,000 palestinos inocentes y más de cien mil heridos no fuese suficiente”. Por su parte, el compañero Canciller de la República Islámica de Irán, Seyed Abás Araqchi, comentó el pasado 25 de septiembre: “Debido a las agresiones y los crímenes horrendos de ese régimen contra los pueblos de la zona, la región está al borde de un conflicto más amplio.

“Ahora, más que nunca, el régimen de Israel se ha convertido en una amenaza seria para la paz y la seguridad internacionales. Ese régimen no merece ser miembro de las Naciones Unidas. Su representante en la ONU desgarra de manera descarada y sin vergüenza la Carta de las Naciones Unidas ante los ojos de la comunidad internacional.”

De paso, hay que notar el consenso entre la mayoría de las y los observadores que conocen la región de Asia Oeste, que el genocida régimen sionista hace todo lo posible para involucrar a los Estados Unidos norteamericanos directamente en el conflicto. Seguramente, las élites gobernantes del Occidente no van a permitir la derrota del estado sionista sin actuar militarmente, porque es su ficha principal para intervenir en la región de Asia Oeste.

De hecho, aunque las y los jefes de las fuerzas militares estadounidenses resisten la idea de una actuación militar porque saben que sus fuerzas armadas no están en condiciones para sostener un conflicto prolongado, está claro que un grupo poderoso político bipartisano en la sede de gobierno en Washington lo apoya. La fantasía de las y los extremistas en las élites gobernantes norteamericanas es de poder atacar y destruir la República Islámica de Irán para ganar el control completo de Asia Oeste.

De hecho, una agresión occidental contra Irán sería un ataque a un país que es miembro del grupo BRICS+ y de la Organización de Cooperación de Shanghai. Sería también una grave amenaza a la iniciativa del Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur, que es un componente esencial del desarrollo, tanto de la Organización de Cooperación de Shanghai como del grupo BRICS+.

Así que un ataque a la República Islámica de Irán provocaría una situación de extremo peligro para la paz mundial, porque es poco probable que los gobiernos socios de Irán en el grupo de países BRICS+ y, más especialmente, en la OCS, permitirían una agresión tan destructiva de los intereses de tantos países de la región eurasiática.

El riesgo de un ataque contra Irán indica otro sentido en que el sistema de relaciones internacionales derivado del Tratado de Westphalia, basado exclusivamente en los intereses de las naciones soberanas, ha perdido su razón de ser. Por supuesto, las clases gobernantes occidentales persiguen mantener su poder e influencia por medio de un sistema que defiende sus mezquinos intereses de élite que no representan los verdaderos intereses de sus pueblos.

Sin embargo, el ejemplo exitoso de la OCS y del grupo de países BRICS+ demuestra que los gobiernos del mundo mayoritario han abierto y están extendiendo de manera muy positiva un nuevo camino de colaboración colectiva para lograr el Bien Común internacional que rinde obsoleto el gansteril modelo occidental de las relaciones internacionales, lo cual se puede resumir como “Haz lo que queremos o te arrepentirás”.

Es interesante notar que la visión colectiva de la OCS y de BRICS+ es prácticamente la misma propuesta desarrollada por los países del ALBA-TCP en América Latina. De todos modos, las nuevas relaciones internacionales en desarrollo no tomarán una forma definitiva hasta que las criminales genocidas élites occidentales experimenten su derrota militar estratégica en ciernes en Ucrania y en Asia Oeste.

El colapso del sistema de relaciones internacionales, sostenido hasta la fecha por las élites occidentales, se deriva de la crisis generalizada en Norteamérica y Europa, que abarca la legitimidad de su sistema político, su estabilidad económica, su vitalidad cultural, y su bienestar espiritual y moral. Son sistemas y marcos ideológicos e intelectuales que no responden a las aspiraciones y necesidades de sus pueblos.

El Occidente colectivo experimenta una serie de crisis en cascada que deriva en última instancia de la incapacidad de sus clases gobernantes de tratar a los pueblos del mundo mayoritario como iguales y reconocer sus legítimas aspiraciones e intereses. La expresión innegable de esta realidad es el sadismo, cinismo e hipocresía que caracterizan el apoyo incondicional de las élites gobernantes occidentales al genocidio sionista en Palestina y El Líbano

En estos momentos tan peligrosos para la humanidad, toman todavía mayor relevancia las palabras de nuestro presidente comandante Daniel este pasado 45/19, cuando terminó su intervención diciendo:

“Agradecemos la presencia de todas las Delegaciones, y la presencia de Hermanos que vienen haciendo y están haciendo y seguirán haciendo Camino al Andar, en favor de las Transformaciones, en favor de las Revoluciones, en favor de la Paz. Esos Hermanos están en todo el Mundo, están en los Estados Unidos también, están en Europa también, muchos de ellos están aquí presentes.

“Y esa es la Fuerza más Poderosa que tiene la Humanidad, los que tomando Conciencia de lo que es la Lucha por la Paz deciden librar la Batalla, corriendo lógicamente, corriendo la amenaza de los enemigos de la Paz, corriendo el peligro de la amenaza de los enemigos de la Paz.

“Pero en el Mundo, en el Planeta, no hay Pueblos, no hay Juventud, no hay Mujeres, no hay Trabajadores, no hay Campesinos que se rindan. En el Planeta no se rinden los Pueblos, y continuarán haciendo Camino al Andar, hasta que la Tierra sea un Mundo de Paz”.