Carmen Maturell Senon | Granma
Defender lo indefendible es la máxima de Estados Unidos frente a la mirada incrédula de la comunidad internacional que, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, cada año vota de manera firme y consensuada contra la irracionalidad de mantener el bloqueo económico, comercial y financiero de esa nación contra Cuba.
No fue diferente esta vez. Al tomar la palabra, ejerciendo el derecho a réplica, la delegación estadounidense defendió las sanciones como parte de sus esfuerzos globales «para impulsar la democracia y fomentar el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales» en la Isla.
Pero, ¿desde cuándo dice un país a otro cómo funcionar? ¿No están el derecho internacional y organismos internacionales como Naciones Unidas justamente para ayudar al mundo a coexistir de la manera más pacífica y civilizada posible? ¿Quién los nombró jueces del planeta?
No perdió oportunidad tampoco EE. UU. para mencionar los supuestos «mil prisioneros políticos detenidos de forma ilegal», de ellos 700 por los disturbios violentos del 11 de julio de 2021, fecha en la que se atentó contra el orden constitucional y la estabilidad del país.
Prueba de la violencia desatada fueron las declaraciones de testigos y víctimas, la peritación de videos publicados en diferentes medios, y otros ocupados, que permitieron la identificación de los imputados en hechos que tipifican delitos de desórdenes públicos, instigación a delinquir, daños, robos con fuerza y violencia, atentado y sabotaje, detalló en su momento la Fiscalía General de la República, que también informó sobre algunas acusaciones por el delito de sedición.
En cuanto a las dificultades a las que se ha visto sometido el pueblo, debido a la política de presión aplicada desde EE. UU., la delegación de ese país argumentó que la sanción incluye extensiones y autorizaciones a la exportación de alimentos, medicamentos y otros bienes básicos a Cuba, que esa nación sigue siendo «fuente significativa de suministros básicos para Cuba», lo que ejemplificó con que, en 2023, exportó millones de dólares en productos agrícolas y exportaciones humanitarias.
De esta menguada posibilidad, bajo condiciones draconianas, habló el Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, minutos antes, al describirlas como «ventas en una sola dirección y sujetas a limitaciones extraordinarias, entre ellas la prohibición de que esas transacciones cuenten con créditos o financiamientos de ningún tipo». Además, el permiso solo se otorga para ventas con pagos por adelantando y al contado. Los productos únicamente pueden ser transportados en barcos estadounidenses, que regresan vacíos a sus puertos de origen.
En respuesta pública, Ernesto Soberón Guzmán, representante permanente de Cuba ante la ONU, dijo que el Gobierno estadounidense alega ser un socio comercial de Cuba, sin embargo, se contrapone a esa afirmación al prohibir usar el dólar en las transacciones, y al tomar represalias contra cualquier nación que quiera comercializar con la Isla.
«Ni una sola palabra he escuchado decir al representante de los EE. UU. sobre la incorporación de Cuba a la absurda lista de países patrocinadores del terrorismo, la misma que muchas delegaciones han rechazado, y que tiene como objetivo reforzar el bloqueo y causar más sufrimiento al pueblo cubano», apuntó.
Soberón Guzmán recordó al plenario otra gran vergüenza estadounidense: la cárcel que mantiene en Guantánamo, territorio ilegalmente ocupado en Cuba donde mantienen en un limbo jurídico, sin defensa y sin un correcto proceso, a prisioneros.
Sobre el cuestionamiento del interés de EE. UU. en el bienestar del pueblo cubano, el diplomático resaltó que, de ser cierto, el país escucharía a su mismo pueblo, que aboga por levantar el bloqueo.