Pablo Jofre Leal | HispanTV
La definición de la palabra caradura, en forma coloquial, refiere al sinvergüenza, al descarado, al desvergonzado. Y este término, desde el punto de vista del análisis internacional, le viene como anillo al dedo a una serie de países a los cuales se les suele denominar: potencias occidentales.
Me refiero, en específico a Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Alemania, Australia y Suecia, entre otros, secundados por otra serie de países satélites que suelen seguir las directrices del padrino, el jefe de esta cofradía como son las administraciones estadounidenses, decididos a mantener una hegemonía que, aunque a la baja, sigue siendo muy poderosa. Y, en este sentido señalo, como mínimo, tres puntos que demuestran este carácter de caraduras de Washington y los suyos.
El primero de ellos se refiere a la acusación del gobierno de Joe Biden contra la República Islámica de Irán respecto a enviar armas, entre ellos misiles balísticos y drones a la Federación Rusa, bajo el supuesto que serían usados contra el régimen ucraniano, generando con ello una histeria mundial, como si el fin del mundo estuviese ad-portas producto de este hecho, invisibilizando el hecho evidente de que han sido Washington y la OTAN quienes, desde el año 1991, confluyeron en una política de cerco contra Rusia y la inevitable necesidad de defensa vital de la soberanía rusa en la llamada operación de desnazificación y desmilitarización del régimen neonazi ucraniano, a partir de febrero del año 2022.
Como parte del espectáculo, los gobiernos de Berlín, Londres y Paris, a la par de las acusaciones señalaron urbi et orbi que, la acusación contra el gobierno iraní generaría nuevas sanciones contra la nación persa por el temor de que esas armas, según palabras del secretario de estado norteamericano Antony Blinken, “se podrían usar contra Ucrania”.
Una continua línea de sanciones, embargos, robo de activos, impedir el uso del sistema SWIFT, imposibilitar el libre comercio internacional, reprimir el acceso a financiamiento externo. Y como si las palabras de Blinken no fuesen lo suficientemente obscenas, advierte a Moscú que “probablemente el gobierno de Putin utilice misiles y drones dentro de poco tiempo contra los ucranianos”. El mismo funcionario del país que ha dotado de todo tipo de artilugios de guerra al régimen kievita administrado por Volodímir Zelenski.
Blinken señaló, igualmente, que “Estados Unidos anuncia más sanciones a Irán, incluidas medidas adicionales sobre Irán Air (Línea Aérea de bandera de la nación iraní). Esperamos que los aliados y socios anuncien sus propias medidas sobre Irán también”, anunció el alto funcionario de la agonizante administración del presidente Joe Biden en una clara orden a ejecutar por los países cervatillos europeos.
Y, como sus deseos son órdenes, de inmediato uno de los siervos de Washington, el ministro de relaciones exteriores del Reino Unido, David Lammy se inscribió para aumentar las sanciones contra la República Islámica de Irán sometido a una política de máxima presión desde el momento mismo del triunfo de la revolución islámica el año 1979.
Efectivamente, el servil gobierno británico de Lammy, a mediados de octubre, anunció una serie de ordenanzas contra Irán incluyendo a los sectores militares, civiles, industriales, agregando que esta decisión se hacía también producto de la acción militar de Irán denominada Verdadera Promesa II, que significó una fuerte represalia de la nación persa contra el ente nacionalsionista por su política de exterminio contra el pueblo palestino, del Líbano y los propios ataques terroristas en suelo iraní.
Resulta una clara conducta hipócrita, desvergonzada, que los mismos países que han entregado tanques, blindados, aviones, misiles, municiones para infantería y artillería, drones, apoyo logístico y hasta facilitar el contrato de 20 mil mercenarios. Países que se han implicado directamente en la guerra contra Rusia, usando al régimen kievita como testaferro y con una Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que ha sido partícipe principal en la política belicista contra Rusia desde el momento mismo el derrumbe de la ex URSS.
Una OTAN, que junto a Washington y la Unión Europea han entregado al menos 450 mil millones de dólares en apoyo económico y militar al régimen corrupto de Kiev y al mismo tiempo multiplicando la caja del tesoro de los complejos militares industriales occidentales. Un Occidente que desgarra vestiduras respecto a derechos humanos y democracia, y sin embargo ha sido aval del exterminio de la población rusoparlante del Donbás y asegurar a un gobierno que representa el resurgimiento del nazismo en Europa oriental. Todo lo descrito evidencia la hipocresía en grado sumo, inaceptable y necesario de denunciar, develar para no seguir aceptando el doble rasero occidental.
Países que además han sancionado a la federación rusa, como también a Irán, amenazando a diestra y siniestra a todo aquel que se niegue a no participar de las órdenes de entregar armas, dinero y sostén político al régimen ucraniano. Incluso en giras de dirigentes europeos como el canciller alemán Olaf Scholz por Latinoamérica, para lograr que una media docena de gobiernos latinoamericanos entregaran a Ucrania el arsenal de armas de origen ruso que tenían en sus ejércitos.
Tras esa visita sostuve que “Latinoamérica, a pesar de presiones, chantajes y amenazas por parte de Washington y emisarios europeos, resistió involucrarse en un conflicto donde Washington utiliza, como testaferros, a la Unión Europea y con ello a la OTAN y a Ucrania como la punta de lanza en ejecutar la política de máxima presión contra Rusia, iniciada el año 1991. El mandatado, para generar apoyos sudamericanos a la política de presión contra Rusia fue, en esta ocasión, el canciller alemán Olaf Scholz, quien realizó una gira —entre el 28 y el 31 de enero del 2023— por tres países de Sudamérica.
Lo presentado como lo fundamental del periplo: una línea económica para tratar de reabrir nuevos acuerdos tras largos años de olvido del país europeo del mercado al otro lado del Atlántico, sobre todo del sudamericano, de ahí las paradas establecidas para la delegación germana en Chile, Argentina y Brasil. Y, una segunda línea, la más evidente, pero la menos reconocida por las autoridades teutonas, que fue generar la decisión de los gobiernos de los países visitados, y mediante ellos al resto de países del continente, de sumarse al coro antirruso e incluso enviar armas a Ucrania que hubiesen sido compradas a Rusia e incluso a la ex Unión Soviética”.
En segundo lugar, la conducta caradura se expresa en las palabras del mismo Antony Blinken, secretario de estado norteamericano, que suele acusar a medios de comunicación rusos de estar al servicio de sus agencias de inteligencia. Nada nuevo bajo el sol, pues estas acusaciones se han hecho contra todo medio ruso, iraní, chino, cualquiera que ofrezca la otra cara de la hegemonía mediática occidental.
La supuesta libertad de expresión del mundo occidental es simplemente una patraña, medios escritos, radiales, televisivos, redes sociales están al servicio de los poderes occidentales en forma que incluso parece ser percibida como normal, pero…no se hable de Rusia, Irán o China para desgarrar vestiduras y sostener que no son informaciones confiables. Como si CNN, CBS, Fox News, The Washington Post, The New York Times (Estados Unidos) DW alemán, El País de España, Le Monde o France Press de Francia, El Mercurio de Chile, La Nación y Clarín de Argentina, pueden ser considerados medios fiables. Todos ellos con la misma línea editorial y la misma visión del mundo.
Suelo expresar que la libertad para Washington y los suyos representa un concepto vacío. Un término carente de significado en el ámbito de la soberanía y la dignidad, al oponerse a los dictados de esta potencia mundial en lo que se refiere a las relaciones entre los pueblos. La libertad para este país, su administración de gobierno y la cultura que lo domina, sólo entiende la elección entre sus posturas (por tanto, la sujeción) o tener que enfrentarse a su furia, decisiones, presiones y ataques en todos los ámbitos.
Es la mera voluntad de decidir si quieres ser su amigo o su enemigo. No hay posibilidad de una elección independiente de su vasallaje. El modelo capitalista que anima el supuesto albedrío que lleva aparejado este sistema, es simplemente la expresión de un modelo tiránico, explotador y agresivo.
Nada satisface al canibalismo de occidente, nada frena su sed de riquezas, dominio, tierras, recursos y para la defensa de esta política de terror llevada a cabo desde fines de la Segunda Guerra Mundial hasta ahora. La utilización de los medios de desinformación y manipulación son parte de la guerra híbrida llevada a cabo contra nuestros pueblos. No existe la libertad de expresión, masiva, universal, libre de presiones, sin que atrás de ella estén las grandes corporaciones transnacionales de occidente. No existe conglomerado alguno de Mas Media occidental que no tenga entre sus propietarios a fortunas sionistas. Todo lo demás es fantasía.
Y, finalmente, como tercer ejemplo de este carácter de caradura, de sinvergüenzas y cómplices de occidente se expresa en toda su magnitud en el apoyo sostenido, firme, decidido y sin lugar a duda respecto al régimen más criminal que haya conocido la humanidad desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta ahora: la entidad nacionalsionista judeo israelí.
Un apoyo que se expresa en la imposibilidad de llevar a la justicia internacional a los criminales como Benjamín Netanyahu, Itamar Ben Gvir, Bezalel Smotrich, entre otros que son la referencia visible de una sociedad, mayoritariamente extremista, violenta, racista y que apoya el genocidio del pueblo palestino desde hace 76 años a la fecha, como también el proceso de ataques al Líbano, Siria, Irak, Yemen.
Ninguna resolución condenatoria de la Asamblea General de la ONU, de su Consejo de Seguridad —siempre con el veto de Washington y el silencio obsequioso y cobarde de Francia y el Reino Unido, quienes también tienen derecho a veto; Ninguna condena de organismo internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional, Human Rights Watch (HRW), la Liga Árabe, la Organización de Cooperación Islámica (OCI).
Nada, absolutamente nada es suficiente para llevar a un juicio necesario, vital al cuerpo criminal político-militar nazisionista. La actual realidad en el Levante Mediterráneo, con una política de exterminio del pueblo palestino y del Líbano, ejecutadas con la pasividad de caraduras y de aquellos presionados por estos sinvergüenzas, muestra que los objetivos de hegemonía estadounidense se han incrementado, ya sea a través de guerras híbridas o aquellas que le son más cómodas, como son las guerras proxy.
Tipo de conflagración donde el testaferro israelí, como también la monarquía saudí, los Emiratos Árabes Unidos, la monarquía jordana y la dictadura egipcia, son regímenes instrumentales. Las elecciones presidenciales de noviembre de 2024 en Estados Unidos, con el triunfo indiscutible del multimillonario Donald Trump —que vuelve a ocupar la Casa Blanca— ha generado la inquietud, en el plano de la política exterior respecto a la manera en que se conducirá el líder del Old Party con relación, principalmente, con el régimen ucraniano y el régimen nacionalsionista israelí.
¿Habrá cambios visibles? En un mundo surcado de conflictos en diversos ámbitos, principalmente económicos y militares, el régimen de Washington se caracteriza por llevar adelante una agresiva política exterior destinada, esencialmente, a mantener una hegemonía desestabilizadora y esta interrogante, al menos en el caso de Asia Occidental, en mi visión, tendrá pocas variaciones.