Rusia y China, modelo de cooperación ante agresivo Occidente

 

Tadeo Casteglione | Noticias PIA

Ante la creciente presión de Occidente, tanto Rusia como China han intensificado su colaboración estratégica en diversas áreas, con especial énfasis en la economía y la defensa nacional. Este fortalecimiento de la cooperación responde no solo a una necesidad de posicionamiento en un mundo multipolar, sino también a la necesidad de hacer frente a una política de doble contención promovida principalmente por Estados Unidos y sus aliados.

El ministro de Exteriores de China, Wang Yi, ha subrayado la importancia del apoyo mutuo entre Moscú y Pekín, señalando que ambas naciones se respaldan firmemente en asuntos de interés fundamental, y han creado un modelo de relación entre grandes naciones vecinas. Durante una reciente reunión con el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Serguéi Shoigú, ambos líderes destacaron la importancia de esta alianza estratégica, que permite a Rusia y China actuar conjuntamente en el escenario global.

Un modelo de cooperación estratégica

El aumento de las consultas de seguridad estratégica entre los líderes de Rusia y China, ha permitido desarrollar una relación que no solo abarca aspectos bilaterales, sino que también tiene implicaciones para la estabilidad y seguridad del sur global. Wang Yi enfatizó que esta asociación ha facilitado una importante contribución a la cooperación entre los países en vías de desarrollo, alineados en la defensa de intereses comunes frente a los desafíos impuestos por las potencias occidentales.

La relación entre Moscú y Pekín se ha consolidado como una «asociación estratégica integral», un modelo de interacción que, en palabras de Shoigú, “es superior a una alianza político-militar como las de la Guerra Fría». A diferencia de las alianzas de corte militar que prevalecieron en el pasado, esta asociación se basa en la cooperación en múltiples esferas, lo que refuerza la idea de un nuevo tipo de relación entre grandes potencias que se apoya en intereses y desafíos compartidos sin la necesidad de una alianza formal.

Ejes de la cooperación: Economía y Defensa Nacional

La asociación ruso-china ha encontrado en la economía un terreno fértil para el desarrollo de proyectos conjuntos que benefician a ambos países, pero también desafían la hegemonía de Occidente.

China, siendo la segunda economía más grande del mundo (si acaso ya no la primera), y Rusia, como uno de los mayores exportadores de recursos energéticos, han fortalecido su comercio bilateral y han trabajado en mecanismos que les permitan operar sin depender del dólar estadounidense, minimizando así su exposición a sanciones y presiones financieras externas.

La reciente cooperación en el desarrollo de infraestructura energética, incluida la construcción de gasoductos, entre ellos el más que destacable “Fuerza de Siberia” y la inversión en proyectos de energía nuclear, ha cimentado una interdependencia económica que contribuye a una estabilidad mutua.

En el ámbito de la defensa, la coordinación entre Moscú y Pekín ha alcanzado niveles sin precedentes. Ambas naciones han incrementado sus ejercicios militares conjuntos y la colaboración en áreas como la investigación y desarrollo de tecnologías de defensa. Esta cooperación refleja un interés común por fortalecer sus capacidades frente a amenazas externas y por establecer una arquitectura de seguridad euroasiática que, en palabras de Shoigú, sea igual e indivisible.

El apoyo recíproco en cuestiones de defensa permite a Rusia y China presentar un frente sólido en su objetivo de contrarrestar la política de contención que Estados Unidos y sus aliados han aplicado de manera sostenida contra ambos países.

Los Acuerdos Estratégicos entre Xi Jinping y Vladímir Putin

El acercamiento entre Rusia y China ha sido impulsado directamente por sus líderes, Xi Jinping y Vladímir Putin, quienes se han reunido en tres ocasiones solo en el presente año. Durante estos encuentros, ambos mandatarios han alcanzado acuerdos estratégicos que abarcan aspectos fundamentales para la consolidación de una alianza que responda a los intereses de ambas naciones en un contexto de creciente inestabilidad global.

Estos acuerdos reflejan una visión compartida que considera la seguridad y la prosperidad de sus naciones como prioridades fundamentales, y que busca reducir la dependencia de los mecanismos de control y presión establecidos por Occidente. Wang Yi destacó que estos acuerdos han fortalecido el nivel de confianza mutua y han permitido profundizar en la coordinación en temas estratégicos, reflejando un compromiso continuo con la paz y estabilidad regional.

La sólida relación entre Moscú y Pekín también se traduce en un compromiso para fomentar la cooperación en diversos sectores, lo que contribuye al enriquecimiento del contenido de la cooperación estratégica. Esto implica no solo una colaboración a nivel político y de seguridad, sino también en ámbitos científicos, tecnológicos y culturales.

La Influencia en el Sur Global

Una de las aportaciones más relevantes de la cooperación entre Rusia y China ha sido su capacidad para influir en los países del sur global, promoviendo una agenda de colaboración y desarrollo independiente de los intereses occidentales.

Ambos países han trabajado para fomentar la unidad entre estas naciones, presentándose como alternativas viables frente a los modelos de desarrollo impuestos por las instituciones financieras internacionales lideradas por Occidente. A través de mecanismos como el BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái, Rusia y China han consolidado una red de cooperación que facilita el crecimiento de los países en desarrollo, y refuerza la autonomía económica y política de estos frente a las presiones de las potencias occidentales.

Esta estrategia no solo fortalece el posicionamiento de Rusia y China en el escenario global, sino que también contribuye a la creación de un mundo multipolar donde el poder esté distribuido de manera más equitativa.

La respuesta a la Contención Occidental

Uno de los objetivos fundamentales de la alianza entre Rusia y China ha sido hacer frente a la política de doble contención aplicada por Estados Unidos. Ambos países han sido objeto de sanciones y políticas de aislamiento diseñadas para limitar su influencia global. La respuesta de Rusia y China ha sido intensificar su cooperación, no solo como una medida de defensa, sino como una estrategia para consolidarse como polos de poder en un mundo cada vez más dividido.

Este enfoque desafía el orden internacional liderado por Estados Unidos y busca establecer un contrapeso a las políticas de intervención y dominación que han caracterizado la política exterior occidental. La creciente cooperación en el ámbito de la defensa es una respuesta directa a esta presión, y refleja la disposición de Rusia y China a defender sus intereses nacionales de manera conjunta, reafirmando su posición en el escenario global.

Un futuro multipolar

El desarrollo de la relación entre Rusia y China representa un avance hacia un futuro multipolar, donde múltiples actores compiten y colaboran en un entorno de respeto y soberanía. La asociación entre estas dos potencias se ha convertido en un modelo para otras naciones que buscan alternativas a la dominación occidental, y ha demostrado que es posible construir relaciones internacionales basadas en la igualdad y la cooperación.

A medida que la presión occidental continúa, es probable que Rusia y China fortalezcan aún más sus lazos en áreas clave como la tecnología y la seguridad cibernética, buscando reducir su dependencia de los sistemas controlados por Occidente. En este sentido, la relación entre ambos países se perfila como un pilar fundamental en la construcción de un mundo multipolar, donde el equilibrio de poder esté distribuido de manera más justa.

La cooperación entre la Federación Rusa y la República Popular China ha llegado a un nivel sin precedentes históricos, marcando una nueva era de relaciones internacionales. Sin embargo, la situación sigue siendo incierta. Las dinámicas geopolíticas son complejas y están sujetas a cambios constantes, especialmente en un entorno global caracterizado por la competencia y la confrontación.

La alianza entre Moscú y Pekín ha demostrado ser resiliente y adaptable, pero aún enfrenta desafíos importantes, tanto internos como externos en lo que también se verá caracterizada por el cambio de gobierno en la Casa Blanca y la vuelta de un Donald Trump que con su política exterior buscará redefinir sus jugadas en toda la línea de la región Asia-Pacifico y Eurasia.

Esto sugiere que, aunque la relación entre Rusia y China está firmemente establecida, las circunstancias globales podrían influir en el rumbo de esta cooperación en el futuro cercano. La interacción con otras potencias emergentes, las presiones internas y las transformaciones en el equilibrio de poder mundial serán factores clave en la evolución de esta alianza estratégica, cuya continuidad será fundamental para el desarrollo de un orden internacional más justo y equilibrado.