Soberbia y demencia occidental los aísla en el mundo

 

Stephen Sefton

Por más de diez años ahora, la enorme maquinaria de guerra psicológica del Occidente ha promovido la idea de que es posible para sus países aislar a la Federación Rusa y contener política y económicamente a la República Popular China.

Para el gobierno del presidente Vladimir Putin, el golpe de Estado en Ucrania de 2014, señaló otro paso sumamente amenazante de la agresiva expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte hacia las meras fronteras de la Federación Rusa. Ahora, Estados Unidos y sus países satélites, con la colaboración de las fuerzas armadas de Ucrania como coartada, están usando misiles de países de la OTAN para atacar directamente a Rusia.

Ésta es la más reciente y más grave provocación en la serie de acciones similares ingeniadas por las y los dirigentes occidentales desde 2014, para hacer parecer cualquier respuesta racional y moderada de Rusia como una agresión. De este modo, el Occidente colectivo procede a aprovechar la respuesta natural rusa para justificar ante el mundo una nueva agresiva provocación.

Como el presidente Vladimir Putin ha explicado reiteradamente, Rusia tiene que responder para defender a su pueblo y su civilización. Junto con la instalación en Polonia y Rumanía de bases de misiles capaces de llevar ojivas nucleares para golpear a Rusia unos poco minutos después de ser lanzados, los recientes ataques directos con misiles de la OTAN contra Rusia llevan el mundo al borde de una guerra nuclear.

Sin embargo, en la vida pública de los países europeos y norteamericanos, se proyecta la mentira que es una Rusia aislada y paranoica la que empuje esta peligrosa escalada. Vale la pena en este contexto recordar qué significa una guerra nuclear. Un intercambio nuclear implica el lanzamiento de más de diez mil misiles con ojivas nucleares entre Rusia y los países de Norteamérica y Europa. El poder destructivo de estos misiles no solamente va a destruir todas las ciudades norteamericanas, europeas y rusas y cientos de millones de personas.

El humo resultado de las inimaginables explosiones nucleares, provocará una oscuridad duradera en casi todo el hemisferio norte del globo con temperaturas extremadamente bajas. Este efecto de los tremendos fuegos nucleares durante la guerra se combinará con la distribución por toda la Tierra de insoportables niveles de radioactividad.

Todo esto provocará la destrucción de la capacidad de la población sobreviviente del mundo de producir alimentos. La vida humana y la gran mayoría de las demás especies de vida en el mundo desaparecerán. Sin embargo, personajes influyentes en los Estados Unidos norteamericanos piensan que pueden ganar una guerra nuclear contra Rusia.

RT reporta que el vocero del Comando Estratégico de los Estados norteamericanos, el Almirante Thomas Buchanan, comentó en una prestigiosa conferencia reciente que “Si tenemos que tener un intercambio nuclear, entonces queremos hacerlo basado en los términos más aceptables a los Estados Unidos”.

RT añade que el Almirante Buchanan elaboró que dichos términos serían unos que permiten al gobierno de los Estados Unidos norteamericanos seguir siendo percibido después de la guerra como un líder mundial. Es un ejemplo escalofriante de las absurdas falsas creencias que impulsan la arrogancia de las élites occidentales, lo cual explica por qué son tan obtusos al hablar de aislar a Rusia y contener a China.

En el caso de China, el desarrollo de las agresiones occidentales ha seguido un patrón similar a la campaña de la OTAN para agredir y desestabilizar a la sociedad y economía rusa. Contra Rusia, la política de las élites occidentales ha sido montar repetidas operaciones de cambio de régimen en países vecinos, por ejemplo, aparte de Ucrania, en Georgia, en Bielorrusia y Kazajistán.

Para montar un cerco contra China, desde antes de 2014, los países norteamericanos y europeos han intervenido en los asuntos internos de países asiáticos vecinos para cooptar y apoyar a las fuerzas políticas favorables a Occidente. Lo han hecho en Tailandia, Myanmar, Filipinas, Bangladesh e incluso en los territorios chinos de Hong Kong y Taiwán.

Igualmente, aparte de estas intervenciones en países vecinos de China, los gobiernos norteamericanos y europeos han montado provocaciones desestabilizadoras directamente contra la República Popular China y sus inversiones en la región. De manera encubierta y no tan encubierta, los servicios de inteligencia occidentales han apoyado a fuerzas terroristas que han sido responsables de atentados mortales, por ejemplo, contra intereses chinos en Pakistán o contra la región autónoma china de Xinjiang.

Provocaron las violentas protestas en Hong Kong, igual como hicieron en 1990 en la Plaza Tiananmen en Beijing. Las clases gobernantes occidentales persisten en tratar directamente con el gobierno local de la provincia china de Taiwán como si fuera un Estado independiente, incluso con suministros de armamentos y la amenaza de una posible intervención militar.

Igual que en el caso de su política agresiva contra Rusia, las fuerzas armadas de los Estados Unidos norteamericanos han instalado misiles de alcance intermedio en tres países vecinos de China, Corea del Sur, Filipinas y en Japón, donde han vendido cientos de sofisticados misiles cruceros con capacidad de llevar ojivas nucleares.

Las constantes agresivas maniobras militares en el territorio terrestre y marítimo y en el espacio aéreo de Corea del Sur, amenazan no solamente a la República Popular Democrática de Corea sino también de manera indirecta a China.

Sin embargo, la incesante y masiva guerra psicológica que acompaña estas graves provocaciones, proyecta la vieja mentira de que los gobiernos de los Estados Unidos norteamericanos y sus países satélites tienen solo buenas intenciones y actúan exclusivamente para proteger la democracia, los derechos humanos y el libre comercio alrededor del mundo. Estas descaradas mentiras van acompañadas con la afirmación de que Rusia está aislado del Occidente y que es necesario contener a China.

Aunque suena absurdo, medios importantes nacionales en los Estados Unidos norteamericanos y sus países vasallos europeos, repiten estos sinsentidos constantemente. Por ejemplo, en junio del año pasado se reportó que el secretario de Estado, Anthony Blinken, aseveró: “Hoy, Rusia está más aislado en el escenario mundial que nunca”. El siguiente mes de julio, el medio radial nacional NPR publicó que “La guerra en Ucrania ha aislado el presidente ruso Vladimir Putin del Occidente”.

Aun en este año en curso, prestigiosos analistas occidentales siguen opinando sobre el supuesto aislamiento de Rusia. En mayo de este año, el medio The New York Times reportó sobre la inauguración presidencial de Vladimir Putin: “Aislado del Occidente, Putin proyecta su poder doméstico». Como si el presidente Putin no pudiera proyectar el poder ruso en el extranjero.

Un tema persistente de esta demente narrativa occidental, es que Rusia ahora ha llegado a ser dependiente sobre China. Por ejemplo, el supuestamente prestigioso Consejo de Relaciones Extranjeras norteamericano comentó este año: “Rusia está más aislado digitalmente y más dependiente de China”. El medio financiero, Business Insider, reportó este año: “La economía rusa ahora es tan aislada que tiene pocas opciones para sus reservas, aparte del Yuan chino”.

Algo parecido ocurre en relación a los intentos de los países occidentales de “contener” a China. Otro supuestamente prestigioso instituto de relaciones internacionales, el británico Chatham House, comentó en octubre de este año: “La política de Washington de contener a China por medio de restricciones sobre ciertos bienes y mercados, junto con la ralentización de la economía China, han aumentado las tensiones entre los dos poderes globales”.

Como tantas otras fuentes influyentes, Chatham House aquí toma como si fuera un presupuesto racional que el gobierno de los Estados Unidos norteamericanos y sus países satélites son capaces de “contener” a China. En otra variante de esta locura, el medio de la élite occidental, The Economist, ha publicado este año un artículo con el título: “La paranoia de Xi Jinping está aislando e insulando a China”.

Estos dementes comentarios son representativos de la dogmática e irracional mentalidad cegada de las y los dirigentes occidentales y sus sirvientes en los medios de guerra psicológica occidentales. Todos, ellas y ellos, todavía operan bajo la falsa creencia de que el mundo gira en torno al Occidente. De hecho, son los gobiernos occidentales los que se están aislando inexorablemente, porque son cada vez menos los gobiernos y medios informativos del mundo mayoritario que aceptan sus mentiras.

Un factor muy importante, que facilita el proceso de la pérdida de credibilidad occidental, ha sido el apoyo diplomático y militar de los países occidentales más importantes al genocidio sionista en Palestina y el Líbano. El declive de la capacidad de los gobiernos occidentales para desplegar su influencia en el mundo de manera eficaz, ha sido notoriamente evidente en las diversas cumbres internacionales de este año.

Uno de los ejemplos más claros fue la reciente Cumbre Iberoamericana este mes en Ecuador. En una humillación sin precedentes para estas cumbres iberoamericanas, no participó ningún mandatario latinoamericano o caribeño, aparte de su anfitrión Daniel Noboa. En la Cumbre de los países del grupo G-20, los países occidentales no lograron imponer su agenda, porque prevalecía la influencia de los países del grupo BRICS+ y sus países asociados.

En la cumbre de líderes económicos de los países del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, la influencia de China, Rusia y otros países independientes como México, Indonesia y Malasia, impidió la imposición de la agenda norteamericana.

A estas debacles de la diplomacia occidental se suman las exitosas cumbres de los países africanos con China y Rusia en septiembre y noviembre respectivamente y, por encima de todo, la cumbre de los países BRICS+ en Kazan, Rusia, en el pasado mes de octubre. Estas cumbres internacionales evidencian el enfático cambio de perspectiva que ha ocurrido en las relaciones internacionales en los últimos tres años después de la provocación por la OTAN de la guerra en Ucrania.

Pero quizás la cumbre más importante este año, por motivo de su rotundo fracaso, ha sido la COP29 en Bakú, Azerbaiyán, donde una vez más los países occidentales se destacaron por motivo de su avariciosa mala fe. La agenda de la cumbre esperaba lograr un avance significativo en el esquema del financiamiento para los países en vías de desarrollo, para adaptar sus sociedades y economías ante el cambio climático y mitigar sus efectos.

Los titulares en los medios anunciaron un notable avance en el monto a ser financiado, de unos US$1.3 millones de millones. De hecho, solo se ha garantizado alcanzar en 2035 un monto de US$300 mil millones compuesto de subsidios y préstamos. Lo demás se proyecta financiar con aportes hipotéticos del sector empresarial privado y por medio de mecanismos no definidos.

Si algo indica cuál parte del mundo está aislada de verdad en este momento histórico, ha sido esta cumbre COP-29 sobre el Cambio Climático. Quienes quedaron aislados fueron los 23 países ricos del Occidente y sus aliados como Japón. La revista Forbes reporta el comentario de Mohamed Adow, director del instituto Cambio de Poder África:

«Esta [cumbre] ha sido un desastre para el mundo en desarrollo. Es una traición, tanto a las personas como al planeta, por parte de los países ricos que afirman tomarse en serio el cambio climático. Los países ricos han prometido ‘movilizar’ algunos fondos en el futuro, en lugar de proporcionarlos ahora. El cheque está en el correo. Pero ahora se están perdiendo vidas y medios de subsistencia en países vulnerables.”

La Red para Acción Climática (CAN) representa casi 2000 organizaciones en 130 países del mundo. Su director, Tasneem Essop, comentó sobre el COP-29: “Estas han sido las negociaciones climáticas más horrendas en años, debido a la mala fe de los países desarrollados. Ésta estaba destinada a ser la Conferencia de las Partes sobre cómo asegurar las finanzas, pero el Norte Global apareció con un plan para traicionar al Sur Global.»

El representante de la pequeña isla nación del Pacífico, Vanuatu, Ralph Regenvanu, dijo: «Los montos en dólares prometidos y las reducciones de emisiones prometidas no son suficientes. Nunca iban a ser suficientes. E incluso, aun así, según nuestra experiencia con tales promesas en el pasado, sabemos que no se cumplirán.» La revista Forbes reporta también que varios países como la India, Nigeria, Bolivia y Malawi han rechazado el resultado de las negociaciones.

Así que cuando se trata del tema del aislamiento internacional, los verdaderos forajidos son los Estados Unidos norteamericanos, los países europeos y sus satélites del Pacífico. Casi todo el mundo mayoritario comparte la visión del presidente Xi Jinping y la República Popular China de un futuro compartido de paz, cooperación, solidaridad y diálogo.

De todos modos, China es la economía más grande del mundo y el mercado de consumidores más grande del mundo. La Cancillería china estima que la población china incluye un grupo de ingresos medianos de 400 millones de persona y lo proyecta duplicar a 800 millones de personas en los años venideros.

Así que, incluso los países aliados del Occidente no pueden obviar el intercambio comercial y financiero con China sin perjudicar sus propias economías.

La idea de las élites occidentales de poder contener a China es pura demencia. Igualmente, absurda es su idea de poder aislar a Rusia. El mundo mayoritario observa que los países de la OTAN y sus aliados han perdido la guerra que montaron contra Rusia en Ucrania y rechaza el apoyo incondicional de estos países occidentales al régimen genocida de Israel. También rechaza la mezquindad y mala fe del Occidente y sus aliados en relación al Cambio Climático.

La conclusión lógica de los gobiernos y pueblos del mundo mayoritario es que tienen que unirse para defender sus intereses. Lo han hecho con éxito este año en los foros del G20, de APEC y de los países BRICS+ donde han sido los Estados Unidos norteamericanos y sus aliados los que han tenido que ceder posiciones y dejar a un lado su acostumbrada soberbia.

Ante esta realidad, el sentir fascista de las élites occidentales les hace incapaces de contemplar un futuro de respeto, igualdad y paz entre los pueblos. Como ha planteado el Almirante Buchanan, son capaces de pensar que la única manera de evitar su eventual derrota estratégica político-militar es lanzar una guerra nuclear, lo cual demuestra la absoluta locura que rige en los centros del poder de Norteamérica y Europa.