Medios “independientes” al borde de un ataque de nervios

Los mercenarios «independientes» de la información, no pueden digerir que el imperio que los creó y amamantó, los muestre hoy ante el mundo como delincuentes  y traidores a sus paíes.

 

Raúl Antonio Capote | Granma

* No desaparecerá la USAID, sino que sufrirá una profunda metamorfosis. Claro, la rana no se convertirá en princesa; de la crisálida crecerá algo peor, quizá más efectivo y maligno. No obstante, las páginas digitales creadas para mentir, están condenadas a desaparecer.

La orden del presidente Donald Trump de congelar los fondos de programas de ayuda al exterior de la USAID, e investigar a la otrora poderosa organización, ha provocado pánico entre quienes se benefician del subsidio estadounidense.

Parece que, a la institución, creada por John F. Kennedy en 1961, le ha tocado ahora desempeñar el papel de chivo expiatorio. Pocos apuestan por su futuro en este momento.

Como era de esperar, los «medios independientes» ene¬mi¬gos de Cuba, esos que siempre alardean de su «compromiso con la verdad», entraron en pavor y, ante la noticia, comenzaron a clamar «por un puñado de dólares».

Integrantes «destacados» del cibernegocio declararon que la medida de Trump hace más ardua la labor de la «prensa independiente». Pero no solo se hace más ardua –estamos de acuerdo–, sino que se vuelve imposible, porque son enteramente dependientes de esos fondos. Si se «seca el pozo», tendrán que ponerse a trabajar en serio.

La financiación de la USAID a los medios de comunicación que actúan contra Cuba ascendió a 2,3 millones de dólares en 2024.

Resulta muy cuesta arriba el negocio de la contrarrevolución, ese del que vive todo el universo de organizaciones, grupos y medios de comunicación que «luchan por la democracia en Cuba».

Sirvieron durante un tiempo a los intereses estadounidenses, pero el viento ahora sopla en otra dirección. La actual administración, representativa del verdadero poder en EEUU, considera oportuno gastar esos dineros en otros actores más cercanos a quienes dirigen el país: los grandes medios corporativos.

No desaparecerá la USAID, sino que sufrirá una profunda metamorfosis. Claro, la rana no se convertirá en princesa; de la crisálida crecerá algo peor, quizá más efectivo y maligno.

Recordemos que, en febrero de 1976, George Bush, nombrado director de la CIA, investigó el trabajo de la Agencia y anunció una nueva política:

«La CIA no volverá a pagar ni contratará a ningún periodista o dueño de periódicos, a tiempo completo o parcial, acreditado en algún servicio de noticias, periódico, radio o televisión».

Sin embargo, nada estuvo más lejos de la verdad. El Gobierno de EEUU continuó pagando en secreto a la prensa; nada cambió. Partidas de dinero de la CIA sufragaron las campañas para desacreditar a Cuba y a su Revolución.

Con ese dinero se construyó, en los años 90, y se costeó la llamada prensa independiente; se crearon páginas digitales y supuestas agencias con el único fin de mentir, de falsificar la realidad cubana, esas mismas que ahora están condenadas a desaparecer.