Mustafa Kamal | Tehran Times
* Una mirada a la postura de Egipto sobre la confrontación israelí-iraní
El Cairo – Ante la reciente escalada militar entre Israel e Irán, Egipto ha adoptado una postura equilibrada que refleja su visión estratégica integral. En el ámbito político, El Cairo condenó los ataques israelíes contra territorio iraní, advirtiendo que una mayor escalada podría hundir a Asia Occidental en el caos, amenazando la seguridad y la estabilidad regionales.
Esto coincide con el énfasis del ministro de Asuntos Exteriores egipcio, Badr Abdelatty, en el diálogo como alternativa a las opciones militares, una postura que subraya la determinación de Egipto de evitar verse arrastrado a una confrontación abierta entre dos potencias regionales, preservando al mismo tiempo su papel mediador de una manera que salvaguarde sus intereses y los de sus aliados.
Preparación militar y vulnerabilidades económicas
Militarmente, El Cairo está reforzando sus capacidades defensivas a lo largo de sus fronteras con Gaza y el Golfo Pérsico. Las continuas mejoras de su fuerza aérea y sus sistemas de defensa aérea —incluyendo aviones de combate avanzados, misiles IRIS-T y sistemas HQ-9B— sirven como medida disuasoria contra la propagación de la violencia hacia las aguas del Sinaí o el Mar Rojo. Egipto complementa esto con una coordinación de seguridad abierta con Washington y Tel Aviv para prevenir incidentes militares accidentales que podrían desencadenar tensiones que superen su capacidad regional de gestión.
En el ámbito económico, los informes revelan la fragilidad del sector energético egipcio debido a su dependencia del suministro israelí. La suspensión de las exportaciones de gas durante las tensiones con Irán interrumpió las plantas de fertilizantes y las centrales eléctricas, lo que provocó cuantiosas pérdidas. La escasa producción nacional de gas y la dependencia de préstamos energéticos importados exponen vulnerabilidades estructurales, lo que obliga al gobierno a acelerar los planes de autosuficiencia y reducir la dependencia de socios volátiles.
Mediación diplomática y equilibrio estratégico
Lógicamente, El Cairo busca con cautela la estabilidad regional a través de la vía diplomática. Su papel de mediador se ha vuelto crucial en los esfuerzos de desescalada entre Irán e Israel, así como en Gaza, donde Egipto colabora con Estados Unidos y Catar para aprovechar las treguas y frenar las hostilidades. Egipto se apoya en el poder blando y en su posición privilegiada como canal de negociación entre los actores regionales, respaldado por su liderazgo económico y su histórica condición de mediador.
Esta estrategia de tres frentes refleja un calculado equilibrio:
1. Condena pública y diplomática de la escalada militar para proteger la estabilidad regional.
2. Mayor preparación militar para defender fronteras vitales y recursos estratégicos.
3. Compromiso con la mediación como herramienta para contener el conflicto y expandir la influencia regional, evitando al mismo tiempo un caos descontrolado.
Este enfoque subraya el esfuerzo consciente de Egipto por consolidar sus funciones soberanas sin sacrificar los vínculos con Washington ni Tel Aviv, ni poner en peligro sus intereses económicos y de seguridad fundamentales. A continuación, analizamos las dimensiones de la postura egipcia ante la confrontación entre Israel y Irán.
El contexto del apoyo oficial y popular de Egipto a Irán
Las relaciones entre Egipto e Israel se han enfriado notablemente, como se refleja en las declaraciones oficiales tras el ataque israelí del 13 de junio contra Irán. El Ministerio de Asuntos Exteriores de El Cairo denunció el ataque como una violación del derecho internacional y una amenaza para la paz regional, una postura de principios que refleja un diálogo gradual de alto nivel, que incluye reuniones presidenciales bilaterales y una intensificación de los contactos entre ministros de Asuntos Exteriores en los últimos meses.
Apoyo más allá de la diplomacia: El Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed El-Tayeb, condenó la «reiterada agresión» de Israel. Estas acciones demuestran una visión estratégica que vincula las presiones estadounidenses e israelíes sobre temas delicados (por ejemplo, el desplazamiento de palestinos) con la necesidad de un socio regional fuerte capaz de contrarrestar el dominio israelí.
Sentimiento público y narrativas solidarias
Desde las bases, las redes sociales y los influencers expresaron su solidaridad con Irán, evocando recuerdos dolorosos como la masacre de Bahr al-Baqar de 1970 y la guerra de 1967. Estas narrativas describen a Israel como un enemigo histórico poco fiable, lo que alimenta el apoyo público a un contrapeso regional. Con el debilitamiento de los aliados árabes tradicionales, la opinión pública egipcia se inclina cada vez más por alianzas no tradicionales, incluso con un Irán percibido como capaz de infligir daño estratégico a Israel.
Dimensiones militares y estratégicas
La convergencia egipcio-iraní sirve de contrapeso táctico en una región volátil. El Cairo reconoce que la supremacía militar israelí sin control amenaza su seguridad nacional, especialmente ante el colapso de los frentes árabes tradicionales (Siria, Líbano, Irak, Jordania) que antaño dispersaban la atención israelí. La destreza militar iraní ofrece así a Egipto una ventaja estratégica, complicando los cálculos israelíes y creando espacio para asegurar sus intereses.
Esta alianza implícita —a pesar de las diferencias ideológicas— refleja el pragmatismo egipcio: no puede permitirse una confrontación directa con Israel sin aliados fuertes, ni puede abandonar los derechos palestinos ni aceptar los planes israelíes de desplazamiento al Sinaí.
Trayectorias futuras e implicaciones regionales
La respuesta de Egipto al ataque israelí insinúa un cambio en el orden regional. Si bien no se ha declarado una alianza formal con Teherán, la cooperación sobre el terreno sugiere que podrían surgir vínculos más estrechos, sobre todo si persisten la escalada israelí y las presiones estadounidenses.
A nivel regional, el fortalecimiento de las relaciones entre Egipto e Irán podría redefinir los mapas estratégicos, debilitando la hegemonía israelí y reconfigurando la cuestión palestina. Este cambio podría obligar a Israel y Estados Unidos a recalibrar sus políticas, especialmente ahora que Washington se da cuenta de que Egipto no puede permanecer aislado sin buscar aliados poderosos.
Esta fase reafirma el dicho «el enemigo de mi enemigo es mi amigo» en política internacional. A pesar de las complejidades históricas e ideológicas, los desafíos compartidos impulsan la coordinación egipcio-iraní, una dinámica que podría restablecer el equilibrio estratégico en un Asia Occidental crónicamente inestable.