Arthur González
Son tantas las mentiras que han dicho los yanquis a lo largo de la historia, que millones de personas en el mundo no se creen lo que ellos publican, ni las acusaciones que hacen contra aquellas naciones que no se arrodillan a sus pies. Así pasa con el más reciente informe anual sobre derechos humanos, divulgado por el Departamento de Estado el 27 de marzo de 2021.
Nada novedoso, repeticiones de mentiras y viejos inventos, con la intensión de influir en las decisiones que debe tomar el Congreso de Estados Unidos en política exterior, algo a lo que estamos acostumbrados.
Con falta de creatividad como factor fundamental en sus argumentos, el actual informe es una copia casi exacta de los anteriores, poniéndose de manifiesto algo que ya se percibió durante la administración demócrata de James Carter en 1979, cuando la política hacia La Habana adoptó la línea dura que habían asumido gobiernos republicanos, como prueba que en Estados Unidos solo existe una dirección para aquellos países que mantienen su soberanía a cualquier precio.
Un informe elaborado por Robert Pastor del Consejo de Seguridad para Zbigniew Brzezinski, en junio de 1979, afirma: “Cuba nos causa terribles problemas. Cuba es un pequeño país y nosotros somos una superpotencia. Nosotros casi no tenemos influencia sobre los cubanos”. Y finalmente sentenciaba: “Los cubanos no son marionetas de nadie”.
Esa en la médula del problema de los yanquis con la Cuba revolucionaria y, por tanto, sus permanentes falsedades para que el mundo los apoye en sus políticas criminales, como la sostenida guerra económica comercial y financiera que pretende rendir al pueblo por hambre y enfermedades, desde hace 62 años.
Al igual que el demócrata Carter, el actual presidente Joe Biden está en el mismo camino del fracaso con su política hacia Cuba y seguramente se dejará llevar por asesores de ultraderecha, que inventarán violaciones con el fin de continuar la satanización de la Revolución cubana, aunque lleven más de medio siglo fracasando.
El informe actual sobre Derechos Humanos, dado a conocer por Antony Blinken, Secretario de Estado, retoma la gastada letanía de los anteriores, al exponer:
“Las restricciones del Gobierno en Cuba siguen vulnerando la libertad de expresión, asociación, religión, creencias y movimiento”.
“Los funcionarios del Gobierno, por orden de sus superiores, cometieron la mayor parte de los abusos de derechos humanos”.
“Cuba es un estado autoritario, la libertad de prensa prácticamente no existe y se les niega a los cubanos el derecho a formar partidos políticos”.
“Hubo ejecuciones ilegales o arbitrarias, cometidas por el Gobierno. Al menos ocho prisioneros murieron bajo custodia en circunstancias sospechosas”.
“Calificó como desaparición forzada las frecuentes detenciones y arrestos en ubicación desconocida de ciudadanos y activistas”.
“Los disidentes son víctimas de tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes, al ser detenidos y encarcelados por las fuerzas de seguridad y las condiciones carcelarias son duras y potencialmente mortales”.
“Existen problemas importantes con la independencia del poder judicial; e interferencia arbitraria o ilegal con la privacidad. Las leyes penales contra la difamación se utilizaron contra personas que criticaban el liderazgo del Gobierno y se censura y bloquean sitios de Internet, unido a graves limitaciones a la libertad académica y cultural”.
Como colofón del panfleto, el Departamento de Estado dice: “Existe corrupción oficial; trata de personas, incluido el trabajo obligatorio; y proscripción de los sindicatos independientes”.
¿No conocerá Blinken las mentiras que su país ha fabricado contra Cuba y que sus mismas organizaciones han desmentido años más tarde? Retomando a la administración Carter, recordamos la crisis fabricada en 1979, sobre la Brigada soviética de “Combate” en Cuba y el revuelo internacional que formaron.
Cuando David Newom, subsecretario de Estado para asuntos políticos de aquella administración demócrata, escribió su libro The Soviet Brigade in Cuba, expuso que el término de “Combate” no estaba comprobado. Igual afirmación la declaró el entonces director de la CIA, Stanfield Turner: “La comunidad de inteligencia cometió errores en ese tema y fue presentada a la Casa Blanca festinadamente”. Bochornosa la historia que los yanquis no desean recordar y silencian, pero la verdad se impone.
La guerra contra Irak fue preparada con argumentos falsos y mintieron ante la ONU con total frialdad, ellos están a acostumbrados y lo puso de manifiesto por Donald Trump, al asegurar que hubo “fraude” en las elecciones y 24 mil mentiras adicionales. Documentos yanquis exponen que no soportan la actitud soberana de Cuba y por eso debe pagar un precio alto, de ahí sus mentiras que buscar lesionar su imagen internacional.
¿Cómo pueden acusar de “violaciones” a las libertades expresión, asociación, religión, creencias y movimiento, si aquellos que reciben miles de dólares a través de la NED y la USAID, para ejecutar acciones subversivas, hablan y expresan lo que desde Estados Unidos les orientan, con total impunidad?
La prensa oficialista de Estados Unidos publica a diario declaraciones de esos asalariados y divulga las fotos de sus viajes al exterior, incluso la presidenta de las llamadas “Damas” de Blanco, en uno de sus múltiples viajes a ese país, fue recibida por el propio Joe Biden y por el presidente Barack Obama, al igual que Guillermo Fariñas, connotado mercenario al servicio de los yanquis.
¿No sabe Blinken que las iglesias católicas, templos cristianos y casas cultos y sociedades de religiones de origen africano, se llenan semanalmente sin ser reprimidos por nadie? Los visitantes extranjeros lo comprueban en sus viajes a Cuba, incluidos miles de norteamericanos. Las demás acusaciones padecen de igual enfermedad psicológica y no puede olvidarse el cinismo de Mike Pompeo, cuando ante las cámaras de la TV afirmó: “En la CIA se enseña a mentir”.
¿Por qué el Departamento de Estado no habla de las torturas y tratos inhumanos que ejecutan en la cárcel de su Base Naval en Guantánamo? ¿Y los asesinatos por racismo o por presumir que la víctima porta un arma, no son ejecuciones ilegales? ¿El trato injusto que le dan a los inmigrantes y el separar a los hijos de sus padres, no es una violación de los derechos humanos?
¿Los abusos sexuales a menores y el acoso sexual que hacen altos funcionarios del gobierno, no cuentan como violaciones a los derechos de los seres humanos? ¿Cómo se califica el negocio de la prostitución, la pornografía infantil y las drogas en Estados Unidos, donde los seres humanos se venden y compran cual juguetes de entretenimiento? ¿Eso no es degradante para los seres humanos?
Estados Unidos debe parar los asesinatos de inocentes en Siria, Afganistán e Irak y no robarles más sus recursos naturales, terminar la guerra económica impuesta contra Cuba, Venezuela, e Irán, por ser violaciones de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A engañar a otros con el manido tema. No se equivocó José Martí cuando le expresó a su amigo mexicano: “De esa tierra no espero nada, ni para Uds.; ni para nosotros, más que males”.