Recientemente han tenido lugar dos importantes revelaciones. Ninguna de ellas beneficia a la oposición venezolana ni a la administración Trump. Su importancia radica en la línea que tradicionalmente han tenido estos medios respecto a Venezuela, pero también por la relevancia en el cambio narrativo que ello implica y especialmente por las razones de fondo que lo origina.
El primer caso vino de la mano del tabloide estadounidense The New York Times (NYT). Mediante un trabajo de reconstrucción audiovisual demostraron que fueron los grupos violentos del antichavismo quienes quemaron los camiones de la mal llamada «ayuda humanitaria», que en los eventos correspondientes al 23 de febrero pasado, intentaban ingresar violentamente a Venezuela desde la frontera con Colombia.
Según el artículo del NYT, citando a funcionarios de la Usaid, ese camión no contenía medicinas ni alimentos, como habían proyectado al momento del incidente.
El segundo caso viene de la cadena CNN. Su corresponsalía en Colombia reveló informaciones exclusivas, incluyendo videos inéditos, sobre la planificación, el entrenamiento en Colombia y la ejecución del magnicidio frustrado con drones armados con bombas contra el Presidente venezolano, Nicolás Maduro, en agosto de 2018.
En resumen, CNN reconoció lo que había sostenido el Estado venezolano al momento del magnicidio frustrado: Estados Unidos y Colombia sabían del atentado y prestaron apoyo a sus ejecutores.
La publicación del NYT y CNN, a su vez, ha tenido un efecto adverso para el periodismo venezolano: ha socavado su credibilidad como profesionales de la información.
Y basta recordar, por ejemplo, los titulares del medio Efecto Cocuyo tras estos eventos:
Luz Mely Reyes
✔@LuzMelyReyes
Un apartamento incendiado, tres lesionados y mucha incertidumbre dejan los drones del #4Agos http://efectococuyo.com/principales/apartamento-heridos-incertidumbre-12-horas-atentado-fallido-maduro/
Efecto Cocuyo
✔@EfectoCocuyo
El día que respondieron con fuego a la ayuda humanitaria http://goo.gl/eU4tww
Ambos eventos habían contado, como ha sido usual, con el cuestionamiento a las versiones oficiales, y en muchas oportunidades tanto NYT como CNN, así como otras grandes corporaciones de la comunicación, han difundido las matrices que terminaron ocultando y distorsionando los detalles alrededor de estos eventos. En tal sentido, es necesario recordar cómo la misma CNN reseñó el intento de magnicidio.
El desmontaje de las narrativas
Estos eventos fueron en su momento banalizados o presentados como «montajes» por diferentes actores políticos y comunicacionales del antichavismo dentro y fuera de Venezuela. Desde el secretario general de la OEA, Luis Almagro, hasta el asesor de seguridad nacional de Donald Trump, John Bolton, no se hicieron esperar estas afirmaciones.
Específicamente en el caso del intento de magnicidio al Presidente, Bolton expresó que tal evento fue un «montaje» de Maduro y que emplearía como excusa para ejercer acciones arbitrarias contra dirigentes de la oposición venezolana. Por otro lado, diversos periodistas venezolanos, tanto en el intento de magnicidio, como en la quema de camiones en los puentes internacionales, fueron sumamente consecuentes y contribuyeron a la construcción de la narrativa adversa a las denuncias del Gobierno venezolano.
Ahora, con el hecho de que estos medios estadounidenses corroboren las denuncias realizadas por el Gobierno venezolano, quedan completamente descolocadas estas vocerías.
Venezuela polariza la política estadounidense
En definitiva, no se puede hablar de un cambio de línea editorial que sea substancial por parte del NYT y CNN con respecto a Venezuela y la presidencia de Nicolás Maduro. No obstante, las recientes publicaciones de esos medios en cuestión sólo pueden ser explicadas mediante el teatro de operaciones de la política estadounidense.
Esto significa que el tema de Venezuela está polarizando la política estadounidense como un insumo en las posiciones a favor y en contra de la figura de Donald Trump. En contexto, la política exterior estadounidense se ha concentrado en Venezuela como una forma de medir el «éxito o fracaso» de la política del Departamento de Estado y la gestión de la Casa Blanca en el frente latinoamericano, que en el caso de Venezuela, es altamente propagandizado en la opinión pública de ese país.
En su discurso sobre el estado de la nación de este año y así también en la Universidad de Florida, Donald Trump ha hecho extensiva la agresión inicialmente planteada contra Venezuela, ahora contra Cuba y Nicaragua, denominados por John Bolton como «la troika del mal» en el continente.
Por otro lado, la contraparte política más visible, en estos momentos, a la figura de Donald Trump, es el senador Demócrata Bernie Sanders, favorito en estos momentos para ejercer la candidatura demócrata de cara a las presidenciales de 2020. Sanders en años anteriores se declaró «socialista» y en su discurso ante la nación de este año, Trump afirmó que «Estados Unidos nunca será socialista», intentando trasladar a la pre-campaña presidencial, la confrontación ideológica como vehículo y eje temático. Algo inédito en la política de ese país.
Para diversos medios estadounidenses, de línea imperialista, pero alineados al Partido Demócrata, las posiciones adversas a la actual gestión en la Casa Blanca no se han hecho esperar en todos los temas. Desde el, hasta ahora frustrado, muro fronterizo de Trump hasta el tema de la salida de Estados Unidos de los acuerdos sobre el cambio climático. En todos los ápices de la política interna, Trump está lidiando con señalamientos y traspiés a manos no solo de sus adversarios políticos, ahora también de sus adversarios en el entramado comunicacional.
La explicación de fondo a estos eventos yace en la pugna de élites que hoy rige a la política estadounidense desde el ascenso de Trump. Una pugna que ha confrontado intereses internos y en la propia mano de Trump ha significado regresiones a los designios impuestos por el stablishment tradicional.
Así que las posiciones de estos medios sobre asuntos venezolanos, que han terminado legitimando y corroborado como verdaderas las versiones del gobierno de Venezuela en estos temas clave, podrían entenderse como reacciones esencialmente coyunturales y como insumos a la aspiración de generar un revés en la política estadounidense favorable a los demócratas, en lo que es desde ya, una larga y caldeada precampaña presidencial, donde el tema venezolano es uno de los principales nudos críticos.