Las cosas esta vez se invierten. Abel (Belmonte), alza la quijada de burro en contra de sus hermanos de Estelí. Las razones son las mismas de Caín: la envidia. No soporta que los demás prosperen e inventa “noticias” con las que el estafador Gerardo Sánchez nutre su programa de radio en Costa Rica.
Le molesta a este Abel, con ínfulas criminales, que un vecino suyo intente fundar una cooperativa de transporte. Y lo “denuncia” con el orate que se esconde detrás de un micrófono y una laptop, reclutando a tipos tan peligrosos como él debido a sus desvaríos.
Belmonte es un típico discípulo del estafador. Dilapida frases bíblicas por un lado, mientras por el otro clama por crímenes y barbarie. Es miembro de los Hombres de Negocios del Evangelio Completo y a la vez recoge nombres de sandinistas para que Gerardo Sánchez, quien opera con total impunidad en Costa Rica, los incorpore a sus presuntas listas de futuros asesinatos.
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