Stephen Sefton
En diciembre del año pasado, Sputnik reportó que el Canciller de Nigeria declaró la intención del gobierno de integrar su país al grupo de naciones BRICS+ y buscar una participación permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. En sus relaciones internacionales Nigeria es un país que generalmente ha apoyado las posiciones de Estados Unidos y sus aliados.
Así que, las declaraciones de su Canciller señalan el deseo de la clase gobernante del país de asumir un papel de mayor independencia e iniciativa a nivel internacional. Nigeria tiene la economía y la población más grande de los países africanos. La clara orientación de Nigeria hacia mayor protagonismo internacional junto con la decisión de países vecinos, como Burkina Faso, Mali y Niger de acabar con la influencia del antiguo dominante poder colonial, Francia, en sus países, es un cambio histórico en el contexto africano continental.
El continente de África contiene 54 países, con una población de alrededor de 1.4 mil millones de personas y una extensión territorial de unos 30.3 millones km2. Es interesante notar que tres de los países de BRICS+, Rusia, China y la India tienen una población de casi tres mil millones de personas y una extensión territorial prácticamente igual al continente africano.
Vale la pena tener estas cifras en mente cuando se habla del mundo mayoritario, en un mundo donde la población combinada de Norte América y la Unión Europea es de 817 millones de personas, aunque su extensión territorial es de un poco menos de 24 km2 millones. Este es el motivo por qué el presidente Vladimir Putin comentó en 2022, «El modelo de dominación total de los llamados mil millones dorados es injusto. ¿Por qué estos ‘mil millones dorados’ de toda la población del mundo deberían dominar a todos e imponer sus propias reglas de comportamiento?”
La aceleración del desarrollo de este nuevo contexto internacional que significa una democratización radical en la práctica de las relaciones internacionales, explica la nueva urgencia que se percibe en la atención diplomática de Estados Unidos en los últimos tres años a los gobiernos africanos. La gira de países africanos la semana pasada por altos funcionarios de la diplomacia estadounidense incluía Angola, Cabo Verde, Costa Marfil, Guinea-Bisáu, Liberia, Nigeria y Sierra Leona. Las visitas indican la creciente ansiedad de parte de la clase gobernante estadounidense de impedir mayor integración de parte de los países africanos al mundo multicéntrico en desarrollo.
Para las élites corporativas estadounidenses, es importante que su gobierno actúe para garantizar su acceso a los abundantes recursos naturales del continente africano. Así que el imperativo para Estados Unidos en África consiste en consolidar su capacidad diplomática, financiera y militar de coaccionar y de interferir e intervenir en las naciones africanas, como lo han hecho en América Latina y el Caribe, en Asia y, desde 1945, en Europa.
Aunque en los mercados financieros internacionales el dólar estadounidense domina más de 80% de las transacciones, el porcentaje de las reservas de los bancos centrales del mundo en dólares en los últimos 15 años ha caído de más de 70% a menos de 60%. En los últimos 20 años, el aporte al comercio mundial de Estados Unidos ha caído de 20% a 15%, mientras el aporte de China ha doblado de 9% a 18%.
Las políticas occidentales de secuestrar los activos en el extranjero de países como Irán, la Federación Rusa y Venezuela, socavan la confianza de países del mundo mayoritario en el sistema financiero occidental. Desde luego, las visitas de altos funcionarios estadounidenses a países africanos se motivan por su interés en impedir mayor deterioro en su comercio con estos países, ligado a su deseo de contrarrestar la influencia de China y la Federación Rusa en el continente
Sus esfuerzos incluyen promesas de altos niveles de inversión, la oferta de mayor cooperación militar y mayor participación de los países africanos en las instituciones internacionales, por ejemplo, la Organización Mundial de Comercio y el Consejo de Seguridad de la ONU. Por más de 30 años, el instrumento estadounidense que rige sus relaciones con África ha sido el llamado Ley para el Crecimiento y Oportunidades para África (AGOA) diseñado para optimizar el acceso y control estadounidenses de la economía de África, que tiene un Producto Interno Bruto de unos US$3.4 millón de millones. En 2021, el comercio de bienes y servicios entre EEUU y África fue de US$83 mil millones.
A la Ley AGOA se han añadido en años recientes otras iniciativas estadounidenses como el programa Prosperidad África y la Alianza para Inversión e Infraestructura Global, las cuales se dirigen claramente a contrarrestar la influencia económica en la región de la iniciativa de la República Popular China. En la Cumbre de Líderes EEUU-África en diciembre del 2022, el gobierno estadounidense anunció programas durante los próximos tres años con un valor de US$55 mil millones, con más de US$20mil millones dirigidos a programas de salud.
Sin embargo, como siempre, en la proyección de este tipo de cifras por las autoridades estadounidenses el componente dominante es el involucramiento del sector privado empresarial. En cambio, las relaciones de la República Popular China con los países africanos han sido influenciadas mucho por el histórico apoyo chino a las luchas por la liberación del siglo pasado.
En 2021, el comercio bilateral entre China y África fue de US$254 mil millones, tres veces mayor que lo de Estados Unidos y un aumento de 35% sobre el año anterior. Investigadores estadounidenses han calculado que entre 2007 y 2020, la inversión de los dos principales bancos de inversión chinos en infraestructura en África fue de US$23 mil millones, US$8 mil millones más que los próximos ocho bancos dominados por Occidente juntos, entre ellos el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo Africano.
Paralelo a la cumbre BRICS en Sudáfrica en agosto 2023, hubo una actividad llamado Diálogo Dirigentes China y África presidida por los presidentes Xi Jinping y Cyril Ramaphosa, enfocada en el Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA), infraestructura y las políticas comerciales. Esencialmente, Estados Unidos y la Unión Europea están corriendo para mantener su influencia en África, que ha disminuido notablemente en comparación con la presencia regional de China, y en menor grado Rusia.
El año pasado, el Canciller de China hizo otra de sus giras anuales para visitar a Etiopía, Gabón, Angola, Benín y Egipto, a la vez que se realizaron varios proyectos de infraestructura muy importantes. En Nigeria, por ejemplo, el primer puerto de aguas profundas en el país, Lekki, con inversionistas de China y Singapur, inició operaciones.
El puerto estará conectado al sistema de Tránsito Rápido Masivo del capital nigeriano Lagos, de lo cual la primera fase, construida por una empresa china, ya se ha abierto. Empresas de construcción chinas tiene casi 50% del mercado africano internacional de ingeniería y construcción.
Próximamente se espera que China y Tanzania lanzarán el proyecto para el Centro Comercial y Logístico de África Este China y África Logístico para África Este, alrededor del puerto de Bagamayo. Este será el puerto más grande en toda la región sur-este de África. Otros proyectos de gran importancia incluyen un enorme proyecto de energía hidroeléctrica de 40GW en el Río Congo en África Central.
Analistas comerciales calculan que para 2025, las empresas chinas podrían generar ingresos de más de US$440 mil millones en África. En comparación, la actividad de las empresas de la Federación Rusa es mucho menor, pero siempre en sectores económicos claves. En el Foro África-Rusia del año pasado participaron 48 delegaciones de países africanos.
El valor del comercio bilateral el año pasado fue de US$18 mil millones, de lo cual 70% fue con solamente cuatro países, Argelia, Egipto Marruecos y Sudáfrica. Pero las relaciones de Rusia con África tienen otras dimensiones importantes. Por ejemplo, Rusia ha renunciado a la deuda de países africanos por un valor de US$23 mil millones.
En términos de transferencia tecnológica, a la inauguración este año con Egipto de la construcción de la planta de energía eléctrica nuclear El Dabaa, se puede añadir un acuerdo para otra planta similar con Burkina Faso y posibles proyectos también en Etiopía y Zimbabwe.
La empresa de energía hidroeléctrica RusHydro está implementando 33 proyectos en 12 países africanos. Rusia es el mayor proveedor a África de fertilizantes y tiene una presencia importante en la minería y la producción del petróleo y gas. El año pasado, la Federación Rusa dio 4,700 becas a estudiantes africanos para estudiar en Rusia, donde estudian un total de casi 35,000 estudiantes africanos.
Para los países del grupo BRICS+, las ventajas de mayor integración de las naciones africanas es que ofrecen extensos nuevos mercados y una población joven con gran potencial productivo si se facilita los niveles de inversión adecuadas. Por ejemplo, se estima que son 600 millones de personas en África que no tienen acceso a la energía eléctrica.
Así que, los mayores problemas que generan conflicto en el continente, son la herencia del empobrecimiento, conflictos y tensiones legadas por el colonialismo, el agravado por el fallido modelo de desarrollo neocolonial por medio del endeudamiento y la aplicación de contraproducentes políticas neoliberales.
Como parte del proceso de llegar a la verdadera emancipación de África de las secuelas del dominio occidental, es razonable esperar un desarrollo más rápido del Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA), ya que la Unión Africana ahora es miembro del grupo de países G20, del cual Sudáfrica será presidente en 2025.
Estos avances en la participación de África en las instituciones internacionales, debe de facilitar las estructuras necesarias para permitir mayor apertura comercial con los países del grupo ampliado de BRICS+, especialmente con una mayor coordinación con las ocho principales plataformas africanas de integración regional.
Son muchos los países africanos interesados en unirse al grupo BRICS+, entre ellos Argelia, Angola, República Democrática del Congo, Gabón, Guinea-Bissau, Kenia, Nigeria, Senegal, Sudán, Túnez, Uganda y Zimbabwe. Los gobiernos de las naciones africanas reconocen que el modelo de desarrollo ofrecido por los países norteamericanos y europeos, la mal llamada “ayuda” combinada con niveles insostenibles de endeudamiento, es una calle sin salida.
También saben que la supuesta ayuda militar contra el terrorismo y el crimen organizado, es una trampa para enredar a sus pueblos en interminables conflictos que empeoran la situación de seguridad a nivel nacional y regional. Las experiencias de los pueblos africanos reflejan precisamente la experiencia de las naciones de América Latina y el Caribe.
En ambas regiones del mundo aplican las palabras de nuestro Comandante Daniel Ortega a inicios del año pasado, cuando comentó al Doctor Hossein Amirabdollahián, Canciller de la República Islámica de Irán durante su visita a Nicaragua. “Estos son tiempos de lucha por la Soberanía de los Pueblos, por la Paz, y enfrentamos al mismo enemigo, el enemigo que ustedes enfrentaron y derrocaron con la Revolución Iraní en 1979, es el mismo enemigo que enfrentamos aquí en Nicaragua y que derrotamos en el año 1979”.