Un artefacto fue descubierto en el camión de un bolsonarista, que fue detenido y confesó que planeaba otro ataque.
A menos de una semana para la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente de Brasil, la tensión en las calles se ha incrementado en medio de un clima de violencia postelectoral, alentado por grupos que apoyan al saliente mandatario Jair Bolsonaro que amenazan con impedir que se lleve a cabo la ceremonia de traspaso de mando el próximo 1 de enero.
El hecho más reciente que causó alarma en los cuerpos de seguridad ocurrió el pasado sábado, en Brasilia, cuando la Policía desactivó un artefacto explosivo ubicado dentro de un camión de combustible en la vía al Aeropuerto Internacional Presidente Juscelino Kubitschek, de esa ciudad.
Frente a la posibilidad de que se desencadenen hechos de violencia por parte que los bolsonaristas que desconocen el triunfo de Lula da Silva, el nuevo ministro de Justicia, Flávio Dino, anunció un fuerte despliegue policial y dijo que el acto de investidura transcurrirá en paz.
El atentado frustrado
El 24 de diciembre, Policía Militar do Distrito Federal, desactivó un artefacto explosivo dentro de un camión en las adyacencias de la terminal aérea y, un día después, la Policía Civil detuvo a George Washington de Oliveira Sousa, quien admitió su responsabilidad en el hecho.
Actualmente, el incidente es investigado por la 10ª Delegación de Policía Civil.
El objetivo del detenido, según Gazeta do Povo, era «llamar la atención para el movimiento a favor del presidente Bolsonaro» y causar un «tumulto» en Brasilia.
En su vivienda se encontraron escopetas, un rifle, dos revólveres, tres pistolas, municiones, uniformes camuflados y cinco emulsiones explosivas, publicó G1. El armamento incautado fue compartido por Dino en un trino.
Según afirmó el empresario de 54 años, también había planeado poner explosivos en la subestación eléctrica de Taguatinga, en el Distrito Federal, para «provocar la intervención de las Fuerzas Armadas y el decreto del estado de sitio». Su propósito era impedir la investidura de líder del Partido de los Trabajadores (PT).
Hasta el momento, se manejan los cargos de porte ilegal de armas, municipios y explosivos y crimen contra el estado democrático de derecho.
«Incubadoras terroristas»
Los grupos que cuestionan el resultado de las elecciones acampan frente al cuartel general del Ejército, en Brasilia, y en otras instalaciones militares del país. Por ello, el próximo ministro de Justicia brasileño, Flávio Dino, dijo que los llamados ‘campamentos patrióticos’ se han convertido en «incubadoras de terroristas».
El clima de inestabilidad previa a la posesión de Lula da Silva se respira desde que se conocieron los resultados. Tras la segunda vuelta electoral, el pasado 30 de octubre, simpatizantes del derechista salieron a las calles a manifestar su descontento por los resultados, que consideran fraudulentos.
Inicialmente hubo un llamado a paro con obstaculización de las principales carreteras de varias ciudades con camiones, neumáticos en llamas y concentración de personas. En esa oportunidad, el Supremo Tribunal Federal, le exigió a la Policía Federal de Rutas (PRF) que levantara los bloqueos, ante las denuncias de presunta omisión por parte de los funcionarios, que no impedían la obstrucción de las vías.
La violencia de quienes llaman a una intervención militar para «impedir que el comunismo llegue a Brasil» escaló a mediados de diciembre, hasta propiciar lo que fue tildado por la prensa como un «escenario de guerra», recoge Metrópoles.
El pasado 13 de diciembre, en protesta por el arresto de un líder indígena bolsonarista, decenas de personas intentaron entrar por la fuerza a la sede central de la Policía Federal, en medio de disparos y explosiones. Tras los hechos, ocho vehículos, entre ellos cinco autobuses, fueron incendiados.
¿Qué se espera?
El próximo titular de Justicia afirmó en su cuenta de Twitter que la toma de posesión del mandatario «transcurrirá en paz» y adelantó que, tras el intento de atentado terrorista, serán reevaluados y reforzados todos esquemas de seguridad previstos para esa fecha.
«El combate a los terroristas y alborotadores será intensificado. La democracia venció y vencerá», escribió.
Según Dino, la ceremonia a la que se espera que asistan más de 300.000 personas y 17 jefes de Estado, estará custodiada por 700 miembros de la Policía Federal, que tiene el mayor peso en el operativo y la Policía Militar.
Aún no se sabe si participará el Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), encargado de resguardar al presidente, ante las dudas del PT sobre su fiabilidad debido a su cercanía con Bolsonaro.
Por ahora, se anunció que dejará de proteger al mandatario a partir del 1 de enero.
Además, según ha adelantado la prensa local, habrá equipos élite de francotiradores, escuadrones antibombas, perros antiexplosivos, barreras antidrones y policías vestidos de civil en las aglomeraciones. Se acordonará la zona cercana al Palacio de Planalto, donde se realizará la ceremonia.