Stephen Sefton
Fue en el mes de febrero de 2022, cuando el presidente ruso Vladimir Putin hizo famoso la frase “imperio de mentiras”, para definir la naturaleza de los gobiernos norteamericanos y europeos y sus aliados del Pacífico como Japón y Australia. Las élites gobernantes de todos estos países comparten una historia de genocida agresión y colonialismo, resultado de su expansión imperialista en siglos pasados.
Las culturas nacionales de estos países han adoptado creencias falsas como el “Destino Manifiesto” para minimizar y justificar los terribles crímenes contra la humanidad de que ellos han sido responsables. A pesar de todo, esa creencia falsa sigue siendo la presuposición fundamental, pero no declarada, de las políticas occidentales en las relaciones internacionales.
Es lo que explica la irracional exigencia de Estados Unidos y sus aliados, de que todos los demás países del mundo se adhieran a un orden internacional basado en reglas que nunca definen. Como comentó el presidente Valdimir Putin en octubre del año pasado: “No tenemos ni idea de quien formuló estas reglas, sobre qué estas reglas se sostienen o qué es el contenido de estas reglas.
“Parece que somos testigos de un intento de imponer una sola norma por medio de la cual los que tienen el poder… pueden vivir sin tener que acatar ninguna regla y hacer cualquier cosa que quieren”. Algunos países como China han avanzado de manera impresionante para superar las secuelas de los siglos de violencia y saqueo de parte de los imperios occidentales.
Muchas otras naciones y sus pueblos siguen enredadas en mutaciones modernas del imperialismo en su forma neocolonial. En América Latina varios países se encuentran atrapados en el endeudamiento depredador y los injustos términos de comercio.
Cuba sigue víctima de un genocida bloqueo económico que ha durado más de sesenta años. Venezuela ha sufrido el sabotaje de infraestructura crítica, abierto robo de sus recursos financieros y activos físicos, punitivas medidas coercitivas y barbaridades como el secuestro del funcionario diplomático Alex Saab.
Varios otros países en la región han sufrido intentos de golpe de estado de un tipo u otro, como Bolivia, Brasil, Ecuador, Haití, Honduras, Paraguay y ahora Perú. Nicaragua ha tenido que lidiar con el impacto de medidas coercitivas unilaterales desde el fallido intento de golpe de 2018.
Los países independientes del mundo mayoritario rechazan estos crímenes de Estados Unidos y sus aliados y las mentiras desplegadas para justificarlos. En general, en el mundo mayoritario, la credibilidad y prestigio del Occidente disminuye en proporción al avance del relativo declive de su poder económico e influencia política, especialmente por motivo de su derrota estratégica en ciernes en Ucrania.
Desde un inicio, Occidente ha mentido descaradamente que Rusia invadió Ucrania sin justificación. Pero todo el mundo recuerda las admisiones de mala fe de los expresidentes Angela Merkel, de Alemania y Francois Hollande, de Francia, garantes de los Acuerdos de Minsk de 2014 y 2015.
Declararon en entrevistas publicadas que nunca tenían la intención de cumplir con los acuerdos, sino que engañaron deliberadamente a Rusia para ganar tiempo suficiente a fortalecer el poder militar ofensivo de Ucrania. Los países de la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos financiaban, armaban y entrenaban las fuerzas armadas de ideología nazi de Ucrania para atacar a su población rusoparlante desde 2014 hasta la fecha, amenazando directamente la seguridad de la Federación Rusa.
Los gobiernos del mundo mayoritario lo saben, pero la mayoría son cautelosos para denunciarlo. Ahora también, luego del Foro de San Petersburgo, una delegación de gobernantes africanos se dio cuenta en una reunión con el presidente Vladimir Putin, que Occidente forzó a Ucrania a abandonar un acuerdo de paz que se había logrado con Rusia en abril 2022 en Istanbul, gracias a la intermediación del presidente Erdogan, de Turquía.
Los países africanos también se han dado cuenta de cómo la Unión Europea, con la complicidad de las Naciones Unidas, ha abusado del acuerdo humanitario con Rusia sobre la exportación de granos de los puertos de Ucrania en el Mar Negro. Supuestamente el acuerdo fue para abastecer con alimentos a las poblaciones de los países empobrecidos en peligro de sufrir una hambruna.
En realidad, menos de cinco por ciento de los cargamentos se han dirigido a aquellos países empobrecidos. Prácticamente todo el grano exportado de Ucrania se ha ido para abastecer a los países de la Unión Europea. Cada vez más gobiernos del mundo mayoritario reconocen que la guerra en Ucrania es una guerra ofensiva de la OTAN contra Rusia.
Dirigentes occidentales alegan que Rusia está aislada internacionalmente, pero la realidad se vio en el Foro Económico de San Petersburgo la semana pasada, en que la agencia TASS reporta una participación de más de 17,000 personas de 130 países, dos terceras partes de las naciones del mundo.
Otra creencia falsa fundamental promovida para servir los intereses del Occidente, ha sido que solo el capitalismo neoliberal puede fomentar la eficiencia económica y la democracia. La experiencia de América Latina y el Caribe y lo demás del mundo ha sido que el modelo del capitalismo neoliberal jamás resolverá los problemas fundamentales derivados de la pobreza y la desigualdad.
De hecho, el propósito de las sádicas medidas coercitivas e intentos de golpe aplicados en años recientes contra Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, ha sido de destruir los modelos socialistas que sí han garantizado la educación, la salud, la vivienda y la alimentación y otras necesidades de sus pueblos en base a una exitosa democratización económica y social.
El saqueo de Argentina es otro caso que demuestra que no existe voluntad de parte del Occidente de actuar de buena fe para resolver los problemas socio-económicos de la región. La visita la semana pasada a Argentina, Brasil, Chile y México de la presidenta de la Unión Europea, la señora Ursula von der Leyen, ofrece un buen ejemplo de la realidad vigente de las relaciones entre Occidente y América Latina y el Caribe.
La señora von der Leyen vino ofreciendo un paquete de EUR$10 mil millones de euros como parte del programa Portal Global de la UE para el desarrollo de la región en áreas útiles para la Unión Europea, especialmente sus recursos naturales y minerales. Para comparación, vale la pena recordar que la República Popular China desde 2012 a 2021, ha invertido US$160 mil millones en la región, principalmente en proyectos de infraestructura.
El comercio de la Unión Europea con América Latina y el Caribe en 2022 fue de unos US$279 mil millones, que fue el nivel del comercio de la República Popular China con la región hace diez años en 2013. Para 2022, China reportó un comercio total de US$450 mil millones con América Latina y el Caribe, 60% más que la Unión Europea.
El aporte de comercio e inversión a la región de parte de la República Popular China es gran parte del motivo por qué los presidentes Lula da Silva y Alberto Fernández pudieron comentar públicamente a la señora von der Leyen, como hicieron, que quieren un acuerdo de asociación entre Mercosur y la Unión Europea, pero solamente en base a la igualdad.
En el caso de Estados Unidos, aunque su comercio con la región ha aumentado en un monto de hasta 15% en la última década desde 2013, esto ha sido principalmente con México por motivo del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. El comercio de la República Popular China con América Latina y el Caribe ha aumentado en un 66 por ciento y, aparte del caso de México, ya superó hace varios años el comercio de la región con Estados Unidos.
El relativo declive del poder comercial y económico de Estados Unidos y sus aliados es motivo para escepticismo en relación a su capacidad de defender y recuperar sus niveles anteriores de influencia en la región. Pero hay motivo también para dudar de su buena fe como contrapartes y socios.
Los gobiernos occidentales no han cumplido con los compromisos adquiridos en sucesivas cumbres de las naciones partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Además, todos los gobiernos son conscientes del comportamiento irresponsable de Estados Unidos de retirarse de diversos acuerdos sobre el uso de armamentos nucleares.
La reciente visita a Cuba, Nicaragua y Venezuela del presidente Ebrahim Raisi de la República Islámica de Irán seguramente recordó a los gobiernos de la región la mala fe y doble juego de los países occidentales en relación al acuerdo nuclear con Irán, del cual también Estados Unidos se retiró abruptamente.
Todo este contexto explica la recepción tibia extendida por el Presidente Andrés Manuel López Obrador a la señora von der Leyen durante su visita a México y no augura bien por la cumbre a mediados del próximo mes de julio de la Unión Europea con las naciones de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Queda a ver si las y los dirigentes europeos entienden los cambios fundamentales en las relaciones internacionales que han ocurrido desde la cumbre anterior en 2015. Naturalmente, la verdad de estos cambios no se refleja correctamente en los medios de guerra psicológica occidentales, que es otro significado de la frase “imperio de mentiras”. Sin embargo, la realidad sigue avanzando con una rapidez que ha destruido para siempre la credibilidad de falsas creencias como la de la inherente superioridad del Occidente o la de su buena fe.
En sus comentarios durante la sesión de preguntas en el plenario del Foro de San Petersburgo, el presidente Vladimir Putin reflexionó varias veces sobre esta realidad: “El mundo está pasando por una transformación profunda. Después de todo, no empezamos a mover nuestro enfoque a los mercados de Asia, de Africa y América Latina el día de ayer. Iniciamos este proceso mucho antes de los trágicos acontecimientos en Ucrania, mucho antes.
¿Por qué? Porque las tendencias económicas globales van cambiando… no es una coincidencia que América Latina está fomentando ideas y proyectos para sus monedas propias… en un sentido global, en las economías de países en vías de desarrollo se han iniciado procesos poderosos…”
Como también lo explicó durante su visita a Nicaragua, el hermano presidente Ebrahim Raisi de Irán: “Sin duda alguna, el Nuevo Orden Mundial se establecerá a favor de los Países resistentes y los Países Independientes. La relación entre los Países Independientes y aprovechar sus capacidades mutuas es sumamente importante.
La Unidad y la Integración entre los Países de América Latina con otras Regiones del Mundo ayudarían, tanto para consolidar la integración, y asimismo neutralizar las sanciones.” Queda a ver cuándo y hasta qué punto reconocerán esta nueva realidad las sociedades y gobiernos de los países de América Latina y el Caribe que todavía miran hacia Estados Unidos y Europa por el modelo de desarrollo a seguir.