Unas 150 bombas gravitacionales norteamericanas se almacenan en cinco países europeos, de acuerdo con un organismo afiliado a la Alianza.
EE.UU. mantiene desplegadas bombas nucleares en Bélgica, Alemania, Italia, Países Bajos y Turquía, de acuerdo con un reporte publicado y posteriormente modificado por la Asamblea Parlamentaria de la OTAN.
Se trata de un documento elaborado en abril por el Comité de Defensa y Seguridad de ese órgano afiliado a la Alianza, y titulado ‘¿Una nueva era para la disuasión nuclear? Modernización, control de armamentos y fuerzas nucleares aliadas’. Según informa De Morgen, el texto hasta la semana pasada incluía el siguiente pasaje:
«EE.UU. despliega alrededor de 150 armas nucleares en Europa, en particular las bombas de caída libre B61, que pueden ser desplegadas tanto por aviones estadounidenses como aliados. Estas bombas se almacenan en seis bases estadounidenses y europeas: Kleine Brogel en Bélgica, Büchel en Alemania, Aviano y Ghedi-Torre en Italia, Volkel en los Países Bajos e Incirlik en Turquía», cita el medio belga.
El 11 de julio apareció en la Red una versión modificada del reporte sin la última oración de ese párrafo clave. Ahora no se mencionan las bases militares, solo se especifica que esos países europeos son «citados a menudo» como operadores de aviones con capacidad nuclear, y se precisa que esta información fue obtenida a partir de «fuentes de acceso libre».
Según informa The Washington Post, indagaciones posteriores llevaron a la Alianza a pronunciarse al respecto, señalando que este informe no corresponde a un reporte oficial de la OTAN.
Varios medios europeos, no obstante, se refieren a este reporte como una de las confirmaciones más cercanas a la OTAN de una información que prácticamente para nadie es un secreto, puesto que los propios escondites, así como la cantidad de armamento, ya han figurado en análisis realizados años atrás por organizaciones como el grupo Nuclear Threat Initiative.
Estas investigaciones han puesto en relieve la inutilidad de tal despliegue de armas nucleares de EE.UU. —acordado en la década de 1960— al estilo de la Guerra Fría.
En detalle, los analistas de Nuclear Threat Initiative hacen hincapié en que factores como el terrorismo podrían incluso provocar que las bombas terminen en las manos equivocadas. Esta preocupación estuvo particularmente latente en torno a Turquía tras la fallida sublevación militar de 2016.
Al día de hoy, las críticas continúan sumándose al tiempo que Washington abandona históricos acuerdos de control de armas establecidos el siglo pasado tras las guerras.
«La misión militar para la cual se diseñaron originalmente estas armas —detener una invasión soviética de Europa occidental debido a las inferiores fuerzas convencionales de EE.UU. y la OTAN— ya no existe», aseveró Kingston Reif, director de política de desarme y reducción de amenazas de la Asociación de Control de Armas de EE.UU., según cita el diario capitalino estadounidense.