El alto funcionario de la Casa Blanca dijo que el país suramericano es «la pieza maestra» para el desarrollo de la región y que la relación entre Bogotá y Washington es un «modelo para el mundo».
Tres días después de la posesión de Gustavo Petro, el asesor de la Casa Blanca para el Hemisferio Occidental, Juan González, aseveró en un congreso empresarial realizado en Colombia que cuatro décadas atrás, EE.UU. habría «hecho todo lo posible» para evitar su elección o sabotear su Gobierno.
«Hace 40 años, EE.UU. hubiera hecho todo lo posible para prevenir la elección de Gustavo Petro y, ya en el poder, hubiera hecho casi todo lo posible para sabotear su Gobierno», dijo González, quien participó por vía remota en el 7° Congreso Empresarial Colombiano, organizado por la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia y celebrado en la ciudad portuaria de Cartagena de Indias (Bolívar).
Al inicio del foro ‘Desafíos cruciales para el futuro de Colombia’, el alto funcionario que trabaja en la Casa Blanca desde 2011 sostuvo que el impedimento de que un presidente de izquierda gobernara en la región correspondía a «las políticas de la Guerra Fría».
«Esas son las políticas de la Guerra Fría, que hasta cierto punto hoy en día para unos son una justificación de unas perspectivas revisionistas que caracterizan la política de EE.UU. dentro de un contexto de la manifestación local de un imperio», agregó.
A pesar de que varios gobiernos de la región como Venezuela y Cuba han denunciado reiteradamente la injerencia estadounidense en los asuntos políticos internos con fines desestabilizadores, González aseguró que la realidad actual es distinta.
«No importa la ideología o donde esté en el espectro político un Gobierno. Si es elegido y gobierna democráticamente, vamos a buscar áreas de interés común y las vamos a avanzar, también vamos a comunicar más nuestras preocupaciones», dijo.
Relaciones de larga data
«Colombia es la pieza maestra para el desarrollo de Latinoamérica y el Caribe», afirmó González durante su participación en el congreso empresarial.
La relación entre Washington y Bogotá, que data de hace 200 años, se ha afianzado en las últimas décadas. El país latinoamericano es el principal aliado económico y comercial del gobierno estadounidense en Suramérica.
«La asociación y colaboración entre EE.UU. y Colombia puede ser un modelo para la región y el mundo», manifestó el asesor de Biden.
o lazos que unen a ambos países, a pesar del cambio presidencial, quedaron en evidencia tras el triunfo de Petro cuando el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, fue uno de los primeros en felicitarlo a través de una conversación telefónica. En esa oportunidad le manifestó que esperaba que siguieran trabajando juntos «para estrechar aún más la relación».
Del mismo modo, para la toma de posesión del líder del Pacto Histórico, la Administración de Joe Biden envió una nutrida representación encabezada por la administradora de la Agencia de ese país para el Desarrollo Internacional (Usaid), Samantha Power.
Los reveses
En esa larga relación entre «el mejor amigo y aliado» de EE.UU. en la región, como dijo el exmandatario Donald Trump al referirse a Colombia, hay puntos grises relacionados con el tráfico de drogas y la violencia ejercida por el Estado.
Uno de los temas que ensombreció la alianza fue el Plan Colombia, suscrito entre ambas naciones hace 20 años para el control de la producción y el tráfico de drogas. La iniciativa fue tildada de «fracaso» por un grupo de congresistas estadounidenses, a pesar de los 10.000 millones de dólares asignados para llevarla a cabo.
En el pasado Gobierno de Iván Duque, Trump increpó varias veces a su par por el incremento del flujo de drogas hacia territorio estadounidense, donde murieron por sobredosis más de 100.000 personas entre 2020 y 2021, según cifras de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
A finales de 2021, Washington anunció una «nueva estrategia» antidrogas, que significó un cambio discursivo en el abordaje tradicional del tema, debido a que el énfasis se puso el reforzamiento de la presencia estatal preventiva en las zonas rurales y de los acuerdos de paz, y no en la llamada «guerra contra las drogas».
En su discurso recién juramentado, Petro catalogó de «fracaso rotundo» la política antinarcóticos entre ambos países debido a que fortaleció al narcotráfico, causó miles muertes en la región y debilitó a los Estados.
Otro tema que ha puesto una sombra en ese vínculo entre ambas naciones es la información que dio a conocer recientemente la Comisión de la Verdad, organismo surgido tras el Acuerdo de paz entre el Gobiernos y las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), sobre la estrecha relación e influencia de EE.UU. en la guerra interna colombiana.
El órgano transicional encontró en miles de archivos desclasificados por Washington, que van desde 1979 hasta 2009, evidencias del conocimiento por parte de la Casa Blanca de las ejecuciones extrajudiciales realizadas por los cuerpos de seguridad estatales o ‘falsos positivos’ contra civiles de poblaciones vulnerables.
Además, hubo hallazgos que develaron la supuesta relación entre empresarios estadounidenses y grupos paramilitares, y el conocimiento de los presuntos vínculos de Álvaro Uribe con el narcotráfico y el paramilitarismo. En paralelo, el gobierno estadounidense participaba en el Plan Colombia y en la lucha antidrogas en ese país, tanto con presencia militar como con recursos logísticos y económicos.