Stephen Sefton
Desde el fracaso del uso directo de sus fuerzas armadas en Irak y Afganistán, los Estados Unidos norteamericanos y sus aliados europeos han preferido usar otras modalidades de agresión e intervención para sostener su poder alrededor del mundo. Para desarrollar su estrategia agresiva contra la Federación Rusa, optaron por financiar, entrenar y armar un formidable ejército en Ucrania.
Durante décadas han usado a las fuerzas armadas de Israel para intentar moldear la región del Oeste de Asia a su gusto, lo cual ha necesitado el diseño de una estrategia para agredir a los países del Eje de Resistencia formado por los pueblos de Irak y el Líbano y los pueblos y gobiernos de Siria, Yemen e Irán.
En Asia, el desarrollo de la ofensiva agresiva de Occidente contra la República Popular China sigue el mismo patrón de manipulación que han aplicado alrededor del mundo, en la misma Europa, en África y en América Latina. Se trata de intentos de cambio de régimen, medidas coercitivas unilaterales económicas y financieras, interminable guerra psicológica, presiones diplomáticas, y amenazas de la agresión militar.
En África, los Estados Unidos norteamericanos tiene 29 bases militares, en América Latina más de 70, en Asia Oeste tiene más de 60 bases militares y en Asia Este, tiene 120 bases en Japón, 73 bases militares en Corea del Sur y acaba de reactivar cuatro bases militares en su antigua colonia Filipinas. A toda esta presencia amenazante regional hay que tomar en cuenta también la presencia militar norteamericana en Australia y el despliegue constante de sus fuerzas navales en la región.
En respuesta, se aumentan la resistencia, resiliencia e independencia de cada vez más pueblos del mundo mayoritario que han tomado la decisión, de una u otra forma, de emanciparse de la mano muerta del imperialismo occidental que estrangula su desarrollo humano.
En Asia Oeste, aparte de Irán, Irak, Líbano, Palestina, Siria y Yemen, aun antiguos fieles aliados del Occidente como Arabia Saudita y los Estados Árabes del Golfo se oponen a una agresión contra Irán por Israel con respaldo norteamericano y europeo. En lo demás de Asia también, crece el rechazo a las políticas agresivas occidentales mientras aumentan las acciones soberanas e independientes.
En Asia Este, países muy importantes de la región como Indonesia y Malasia han declarado su deseo de integrarse al grupo de países BRICS+, porque lo ven como una oportunidad importante para el desarrollo humano de sus pueblos. Junto con la India y Pakistán casi todos los países de Asia Central son miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai, impulsado por China y Rusia.
Este proceso del avance de la unión soberana para el desarrollo humano de los pueblos es el motivo por qué los países occidentales buscan constantemente interferir en foros como la Asociación de Naciones de Asia Sur-Este (ASEAN), la Asociación de Asia Sur para la Cooperación Regional (SAARC), o la Iniciativa de la Bahía de Bengala para la Cooperación Multisectorial y Económica (BIMSEC).
Los países miembros de estas organizaciones de Asia Sur-Este y Asia Sur han sido objeto de diversos intentos de cambio de régimen durante muchos años. Es importante tener en mente que este 15 de octubre habrá una cumbre de la OCS en la ciudad capital de Pakistán, Islamabad, seguido en la próxima semana por la cumbre de los países del grupo BRICS+ en Rusia.
Estas reuniones son de tremenda importancia para la región y el mundo. La reunión en Islamabad será de especial importancia con respecto a las relaciones entre Pakistán, India y China, porque estos países todavía tienen pendientes la resolución de complejas disputas territoriales.
La relación entre la India y Pakistán es especialmente difícil, pero hay señales que ambos lados tienen la voluntad de crear condiciones más estables para avanzar en la superación de sus diferencias. Esta realidad refleja la razón de ser de la OCS de que los países miembros han enfocado en eliminar los motivos de conflicto, aumentar la seguridad regional y vencer las diferentes expresiones del terrorismo que los amenazan.
En cambio, la política de los Estados Unidos norteamericanos y sus aliados ha sido precisamente lo opuesto. De manera deliberada y acostumbrada, como han hecho durante muchas décadas, provocan inestabilidad política en la región e, incluso, promueven el terrorismo.
Durante los años 1950s, los países de la OTAN apoyaron a terroristas simpatizantes nazis en Ucrania para atacar a la Unión Soviética. En aquella época también apoyaron terrorismo contra China en la región autónoma china de Xizang, antes conocido como Tibet. Desde el triunfo de la Revolución Cubana, todos los gobiernos norteamericanos han promovido el terrorismo contra el pueblo cubano.
En los años 1980s, el gobierno del presidente Reagan entrenó, financió y armó el terrorismo contra Afganistán, Nicaragua, Mozambique y Angola, entre otros países resistentes a la voluntad imperial. En los años 1990s, fomentaron el terrorismo en la república rusa de Chechenia y en Kosovo contra Serbia. En los últimos veinticinco años han fomentado terrorismo contra países alrededor del mundo, desde Venezuela a Siria, de Costa Marfil a Irán, de Libia a las Islas Salomón, desde Donbass hasta Palestina.
En la historia contemporánea, el gobierno de los Estados Unidos norteamericanos siempre ha sido, por mucho, el principal patrón del terrorismo en el mundo como una herramienta más de su política exterior. Así que el fomento del terrorismo en Asia ahora es meramente otro componente de la política occidental de impedir el desarrollo orgánico de Asia Este impulsado por China y los países de ASEAN y el desarrollo independiente y soberana de Asia Sur, impulsado por la India y sus países vecinos.
En Asia Sur-Este, durante más de veinte años, los países occidentales han intentado desestabilizar a Tailandia y Myanmar. En 2021 el ejército de Myanmar asumió el poder al desplazar el partido de gobierno prooccidental reelegido en elecciones controvertidas al fin del año anterior. Este anterior gobierno civil pro-Occidente había armado sus simpatizantes alrededor del país y fueron estas fuerzas las cuales iniciaron una guerra civil apoyado por los gobiernos occidentales y las fuerzas separatistas en las diferentes regiones de Myanmar que siempre han recibido el apoyo material y político de los gobiernos norteamericanos y europeos.
Igual que en el caso de Nicaragua, la importancia geopolítica y geoeconómica de Myanmar y Tailandia es su posición geográfica. Son rutas directas desde China al Océano Indico, lo que permitiría al comercio chino evitar el Estrecho de Malacca y la ruta marítima pasando por el Mar Meridional China. Por un lado, este es importante porque, igual que el Canal de Panamá, el Estrecho de Malacca está muy congestionado y, por otro lado, es una ruta altamente vulnerable a una posible intervención militar occidental.
Por estos motivos, con Myanmar, China ha construido un oleoducto y un gasoducto para suministrar petróleo y gas con origen en los países de Asia Oeste a las ciudades chinas de Nanning y Kunming, desde el puerto de Kyaukphyu en la costa de Myanmar con la Bahía de Bengala. De igual manera, con Tailandia, China está valorando el desarrollo de una ruta entre el puerto tailandesa de Ranong en el Mar de Andamán (que da al Océano Indico) que cruza el istmo de Kra y conecta con el Golfo de Tailandia.
Esta ruta conectará con un ferrocarril de alta velocidad ya bajo construcción en Tailandia con un avance de un 20%, de lo cual se espera su inauguración en 2028. En Asia del Sur, prevalece este mismo contexto geopolítico y económico, donde el impulso hacia el desarrollo humano de los pueblos sigue siendo bloqueado y frenado por los Estados Unidos norteamericanos y sus aliados occidentales y regionales, siendo la ocupación neocolonial de Afganistán durante veinte años el ejemplo más extremo.
Ahora, con Pakistán, China desarrolla un corredor económico desde la ciudad china de Kashgar en la región autónoma de Xinjiang, hasta el puerto de Gwadar en la costa de Pakistán en la Bahía de Bengala. El corredor incluye carreteras, ferrocarriles y un oleoducto más proyectos de energía eléctrica y de telecomunicaciones entre otra infraestructura. Aparte de ser una ruta hacia Asia Oeste y África, se espera conectar con el Corredor de Transporte Internacional Norte Sur hacia el norte de Europa y Rusia por los puertos del sur de Irán.
En Bangladés también, China había firmado una serie de acuerdos con el gobierno antes del golpe de estado promovido por los poderes occidentales el pasado mes de agosto. La primera ministra derrocada ha dicho que entre los motivos principales del golpe de estado contra su gobierno fue su rechazo a la demanda de parte del gobierno norteamericano de poder establecer una base militar en el territorio de Bangladés.
En todos estos cuatro países, Tailandia y Myanmar, Pakistán y Bangladés, los poderes imperialistas han financiado y promovido movimientos de oposición política, tanto por medio de los tradicionales partidos políticos vendepatrias como por medio del financiamiento político de las ONGs, junto con fuerte presión diplomática, incesante guerra psicológica en los medios de comunicación y apoyo directo al terrorismo.
En Pakistán y Myanmar, los gobiernos occidentales apoyan de manera encubierta, y no tan encubierta, a los grupos terroristas que han atacado y asesinado a personas de la cooperación china y al personal local que labora en los proyectos de infraestructura bajo construcción con la ayuda de la República Popular China.
Nicaragua ya ha sufrido demasiado esta realidad imperialista. Su ubicación geográfica en el istmo centroamericano y sus políticas revolucionarias para promover el desarrollo humano de su pueblo han provocado constantes embestidas neocoloniales de parte de los poderes occidentales. Los mismos patrones modernos de la agresión imperialista que se han aplicado a los países de América Latina y el Caribe ahora se dirigen contra los países asiáticos con el fin de impedir el desarrollo humano de la región, promovido por la República Popular China y la Federación Rusa.
Para el momento, el gobierno de Myanmar mantiene firme control de la mayoría de su territorio nacional. Tailandia y Pakistán mantienen sus acuerdos de desarrollo económico con China. Queda a ver la postura hacia China y Rusia del nuevo gobierno pro-Occidente de Bangladés. Aparte de Filipinas, la tendencia en los demás países de ASEAN, Tailandia, Myanmar, Indonesia, Brunei, Vietnam, Laos, Cambodia. Malasia y Singapur es de seguir una política exterior basado en sus respectivos intereses nacionales.
Resisten las presiones del bloque occidental (Norteamérica, Europa, Australia, Japón y Corea del Sur) de alinearse contra Rusia y China. Aparte de Bangladés, la situación es similar entre los países de la Asia Sur: Afganistán, Bután, la India, las Islas Maldivas, Nepal, Pakistán y Sri Lanka. Esta realidad fue reflejada la semana pasada, durante la 19 Cumbre de Asia Este en la ciudad capital de Laos, Vientiane.
A pesar de constantes esfuerzos de parte de los Estados Unidos norteamericanos y sus satélites como Canadá de fomentar conflicto alrededor de diferencias territoriales regionales en el Mar Meridional China, la realidad objetiva es que China es el socio comercial más importante de los países de ASEAN y el bloque de ASEAN ha sido el socio más importante de China durante los últimos cuatro años.
El intercambio comercial en 2023 alcanzó casi US$700 mil millones. En relación a sus vecinos de Asia Este como Japón y Corea del Sur los países de ASEAN enfocan sobre el desarrollo de sus relaciones comerciales y económicas. Por ejemplo, en esta cumbre se dedicó especial énfasis al tema de la conectividad en toda la región de Asia Este.
La política de Occidente en Asia Este y Asia Sur ha enfocado en promover la idea de una región bajo la orientación política y económica occidental en toda el área del Océano Indico y el Océano Pacífico para cercar a China. Esta fantasía occidental está destinadoa a fracasar de una manera todavía más categórica que su catastrófica ofensiva en Ucrania contra Rusia y su genocida agresión por medio de Israel en Asia Oeste contra Palestina, Siria, Yemen e Irán.
Aunque los gobiernos de los Estados Unidos norteamericanos promueven la militarización de Australia, Japón y Corea del Sur y logran avances tácticos en países como Bangladés y Filipinas, la realidad económica fundamental no cambia.
China es la contraparte económica y de cooperación para el desarrollo más importante de casi todos los países de la región. Además, muchos países mantienen importantes relaciones comerciales y de cooperación con la Federación Rusa. La India está desarrollando rutas comerciales importantes con Rusia en relación a la Ruta Marítima Norte y con la República Islámica de Irán en relación al Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur.
El proceso de la consolidación de la enorme región eurasiática sigue su propia lógica dejando afuera en sus márgenes los intentos disruptivos de los Estados Unidos norteamericanos y sus países satélites. Por ejemplo, Rusia ha señalado que va a reconocer el movimiento Talibán como el gobierno legítimo de Afganistán e invitarlo a integrarse a las organizaciones regionales como la OCS.
Luego de participar en la cumbre de ASEAN, el canciller ruso Serguei Lavrov confirmó que los países del Occidente quieren manipular los países de la región contra Rusia y China. Sin embargo, varios países de la ASEAN han aceptado la invitación de participar en la cumbre de los países del grupo BRICS+ en la tercera semana de octubre.
La agencia TASS reporta que el canciller Lavrov observó: «Cuando hoy EEUU y sus aliados reafirmaron unánimemente su compromiso con el papel central de la ASEAN en el desarrollo de la cooperación en esta región, estaban, por supuesto, por decirlo suavemente, torcidos, porque todo lo que están haciendo tiene como objetivo contener a China y Rusia… El sacrificio de esta tarea incluye todo lo que se ha acumulado durante muchas décadas en el marco del formato de la ASEAN, que convenía a todos, que tenía en cuenta los intereses de todos. Así pues, el carácter destructivo de las acciones de EE.UU. en esta parte del mundo es evidente».
La implacable lógica del desarrollo económico de la región asiática para dejar atrás los lazos neocoloniales con el Occidente y avanzar hacia el libre desarrollo humano de sus pueblos, necesariamente tiene su impacto en otras regiones del mundo mayoritario como África y América Latina y el Caribe. Durante la primera quincena de noviembre tendrá lugar en Lima, Perú la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
De parte de América Latina los miembros plenos del Foro son Chile, México y Perú, pero Colombia y Ecuador participan por medio del Consejo de Cooperación Económica del Pacífico, un foro no gubernamental de destacados empresarios y académicos.
APEC tiene la peculiaridad de ser conformado no por países miembros sino por economías miembros, lo cual permite la participación de territorios de la República Popular China como Hong Kong y Taiwan junto con el gobierno de China. Los miembros del Foro APEC son: Australia, Brunei, Canadá, Corea del Sur, Chile, China, Estados Unidos, Filipinas, Hong Kong, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Perú, Rusia, Singapur, Taiwán, Tailandia y Vietnam.
El desarrollo del Foro a través de los años refleja el progreso hacia un mundo multipolar en el cual no son las élites gobernantes norteamericanas que determinan su agenda o su enfoque. Queda a ver si el presidente norteamericano Joe Biden, asiste al Foro luego de las elecciones en su país a inicios de noviembre. De todas maneras, Telesur reporta que el presidente Xi Jinping va a participar en el foro y hará una visita de estado a Perú.
El régimen gobernante en Perú también extendió una invitación especial al presidente de Brasil, Lula da Silva, así que, con la presencia de Rusia, el grupo de países BRICS+ será representado por tres de sus miembros fundadores y dos miembros aspirantes, Indonesia y Malasia. Es probable que el Foro de APEC reflejará que, en América Latina igual que en Asia, la lógica del desarrollo económica de la región tiende hacia mayor integración basado en relaciones de respeto mutuo y el diálogo.