Las sanciones unilaterales aplicadas por Estados Unidos y sus socios occidentales inducen una nueva institucionalidad global, asociada al protagonismo creciente asumido por China.
Esas sanciones dificultan el comercio internacional, la circulación financiera e incluso la producción en cadenas mundiales de valor. De hecho, obturan la dinámica de mundialización operada por décadas bajo el programa liberalizador aperturista.
Por eso sostenemos que acontece una crisis de las políticas de liberalización que fundamentaron las políticas hegemónicas en el ámbito global desde fines de los años sesenta y comienzos de los setenta.
Estos problemas al curso de la globalización económica ponen en discusión el papel del dólar y el conjunto de la institucionalidad económica emergente hacia 1944 en Bretton Woods, y adquieren protagonismo ciertos ámbitos que buscan ahora constituirse en sustitutos.
Un caso es en ese sentido el BRICS, la articulación desplegada en este siglo entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Lo común del BRICS a comienzos del siglo es que se trataba de países emergentes con potencialidad en la recepción de inversión externa directa, favorecidos por una extensa población pasible de ser contratada a bajo costo.
Un detalle no menor es que a inicios del siglo e incluso terminada la primera década, ni China tenía el peso que hoy presenta en la producción y circulación mundial, ni Rusia aparecía en la escena global con el peso que hoy se le asigna.
Puede afirmarse que el BRICS creció en potencialidad ante los problemas de la economía mundial y muy especialmente de la dinámica proteccionista nacionalista a partir de la gestión Trump y su “America First”, contemporáneo del Brexit, procesos desplegados en la segunda década del Siglo XXI.
En el debate especializado sobre el orden mundial comenzó a discutirse el fin de una mundialización construida por décadas bajo liderazgo estadounidense y de su potencialidad económica, monetaria, militar y cultural.
Manifestaciones de ello son el predominio productivo de China y su creciente papel comercial, económico y financiero en el último tiempo, incluso, militar, ocupando el segundo lugar en gasto bélico, aún lejos de EEUU.
No se trata de pensar tanto entre las afinidades al interior de los BRICS y un conjunto de países que solicitan su incorporación, entre ellos la Argentina.
El tema es que adquiere vigencia y actualidad en el debate sobre las relaciones internacionales ante los límites al comercio, a la producción y a las finanzas por sanciones explicitadas ante guerras monetarias, comerciales o militares.
Son discusiones que abonan la incertidumbre del rumbo de la economía mundial y la función en ese marco de las monedas globales que disputan por constituirse en expresión del dinero mundial, intentando desplazar al dólar, dominante desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.