Audiencias en USA entre bajezas y falsedades

Raúl Antonio Capote | Granma

Documentos judiciales del caso Proud Boys, presentados al Comité que investiga los sucesos del 6 de enero de 2020 en Washington, describen los planes de ese grupo de extrema derecha para ocupar el Capitolio y otros lugares estratégicos de la ciudad.

Según los escritos, una semana antes de los hechos, el líder de Proud Boys, Enrique Tarrio, recibió un memorando de nueve páginas titulado «1776 Returns», que presentaba planes detallados para ocupar las oficinas del Congreso y protestar por el conteo de los votos del Colegio Electoral en las elecciones presidenciales de 2020, refiere CBS News.

El memorando explica con claridad el objetivo primario de las acciones, que era «mantener el control sobre edificios cruciales seleccionados, en el área de DC, durante un periodo de tiempo determinado» refiere La Opinión.

Entre los edificios se encontraban los inmuebles de las oficinas del Senado y la Cámara, el Tribunal Supremo de Estados Unidos y CNN.

Una sección marcada como para uso interno, titulada «asaltar el Palacio de Invierno», indicaba que 50 «patriotas» ocuparían cada edificación.

El plan incluía reclutar personas para que abrieran, a la hora 0, las puertas de entrada, distraer a los guardias, activar las alarmas en varios lugares de la ciudad, como Walmarts, hoteles y museos, aconsejaba utilizar camiones y automóviles para bloquear las intersecciones y dificultar el paso, reflejó La Opinión.

«Ahora es el momento de comunicarse con los camioneros o ciclistas de Trump para estos bloqueos de carreteras», se lee en una nota adjunta.

Los «revolucionarios», como se nombraban a sí mismos, debían exigir que se realizaran nuevas elecciones el 20 de enero de 2021, supervisadas por la Guardia Nacional.

Si no se trata de un intento de golpe de estado, no encuentro otro calificativo para nombrar las acciones de los Proud Boys y compañía. Al parecer, este grupo extravagante sería el chivo expiatorio principal destinado a pagar los platos rotos.

Un cubano al frente de un grupo supremacista blanco, antinmigrante, racista, dotado de una serie de teorías –cada una más absurda que la otra– sobre el reemplazo racial y cultural de los blancos por latinos y afrodescendientes, que se autotitula revolucionario y que nombra a su acción Tomar el Palacio de Invierno, es un verdadero dislate.

Una locura, si no fuera tan seria y tan real la existencia de este grupo y de tantos otros, y si no fueran tantos los Tarrios y compañía, y si no existieran hombres como Trump manejando los hilos de la conjura, capaces de usar su riqueza y poder para saltar por encima de todo.

Continúan las audiencias funcionando y salen a la luz más certezas del plan trumpista para impedir la asunción de Joe Biden a la presidencia, de las bajezas y falsedades a las que recurre un sistema que se erige como paradigma de la democracia.

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