Shirell Powell decidió acabar con la agonía de su hermano en muerte cerebral. Pero falleció un desconocido de apellido y edad similar. Su hermano estaba (vivo) en una cárcel. Ahora ha demandado al hospital de Nueva York que provocó la equivocación
Dicen que la vida cambia en un instante. Pero en el caso de Shirell Powell fueron necesarios dos. El primero, cuando desde el Hospital St. Barnabas, Nueva York, le informaron de que su hermano menor, Frederick Williams, había sido ingresado con serios riesgos vitales. Tras dos días de pruebas, decretaron que su estado era muerte cerebral. Los médicos preguntaron a Powell si quería desconectarlo, en vista de que no existía la posibilidad de recuperación. La mujer de 49 años decidió acabar con la espera. Llamó a las hijas adolescentes de Frederick y a su otra hermana para que se despidieran. Cuando estaban coordinando los preparativos del funeral, llegó el segundo instante. El médico forense le notificó que a quien habían desconectado no era a su hermano, sino a otra persona de la misma edad y con —casi— el mismo nombre. Su hermano estaba vivo, en una cárcel.
El hermano de Powell se llama Frederick Williams y la víctima del tremendo error era Frederick Clarence Williams. Así, tal cual, aparecía en la tarjeta de la Seguridad Social que llevaba consigo, pero aún así el hospital llamó al contacto de emergencia del primero, según la demanda judicial que ha interpuesto Powell contra el centro de salud. El supuesto hermano era un hombre que ingresó inconsciente a mediados del pasado julio por lo que parecía una sobredosis de drogas. Powell relató al The New York Post, que adelantó la noticia, que el paciente tenía un tubo en la boca y estaba hinchado, pero que «se parecía mucho a mi hermano”, intentó explicarse.
La otra hermana dudó. Cuando entró en la habitación del hospital y vio al paciente dijo: «Ese no es mi hermano». Sin embargo, se acercó más y lo “supo reconocer” entre la hinchazón y los aparatos médicos. «Las cejas, la nariz, la estructura, se parecía a [nuestro] hermano», continuó aclarando Powell al medio estadounidense. El 29 de julio, con su tío y su hermana al lado, Powell autorizó al hospital a retirar el soporte vital de Frederick Williams, describe la demanda. Pensó que le hacía un favor: «Fue muy devastador». Las hijas del supuesto difunto, Brooklyn, de 17 años, y Star, de 18, fueron las que más sufrieron, según su tía.
Con el luto puesto, preparando el entierro, la oficina del médico forense de la ciudad reveló después de la autopsia que el hombre muerto era Freddy Clarence Williams. El abogado de Powell, Alexander M. Dudelson, le dijo a The Post que trató de obtener información sobre el desconocido que pagó las consecuencias de la confusión, pero no tuvo respuesta: “Básicamente me escupieron en la cara». La oficina del médico forense también rechazó darle detalles sobre los familiares de la víctima argumento el respeto a la intimidad.
La tragedia condujo al verdadero paradero de Frederick Williams: la cárcel de Rikers Island, Nueva York. Semanas más tarde Powell pudo ver a su hermano menor en una audiencia en el Tribunal Supremo de Manhattan. «Vi a mi hermano… no lo podía creer. Me sentí muy aliviada». Hablaron por teléfono sobre lo ocurrido y a pesar de que Williams se sintió impresionado por la decisión que había tomado su hermana por él, terminó por entenderla y culpó al hospital del mal momento que habían hecho pasar a su familia.
Powell narra en el artículo que ahora está obsesionada con saber quién es el hombre al que decidió desconectar, a quien lloró. «Apenas duermo pensando en esto todo el tiempo», confiesa. Mientras tanto está a la espera de que la demanda por daños no especificados salga adelante. Por ahora, la única respuesta que ha dado el hospital sobre el asunto es que no consideran que la reclamación de Powell esté justificada.