Ana Hurtado | Resumen Internacional
Ha pasado más de una semana desde que se celebraron las elecciones presidenciales en Venezuela. Si fuera una película cómica lo creería, o incluso una tragicomedia. Pero a veces me cuesta creer que esta realidad esté sucediendo realmente.
Hay un verdadero descaro por parte del capitalismo, sus secuaces y sus herramientas. Y las masas están siendo rehenes para consumir y asimilar. Realmente sé que es real porque han pasado varios días, de lo contrario, hasta podría haber pensado que lo he soñado. Por la basura que veo en las redes sociales. Un sueño en el que las masas son engañadas en su cara y ni siquiera tienen la capacidad de detenerse a pensar, a analizar. Les han robado su capacidad de pensar. Y nadie hace nada.
Venezuela; el país con más elecciones, con un sistema multipartidista con alta representación de una ultraderecha anexionista, acusada de dictadura.
Cualquier cosa que haga el gobierno chavista de Venezuela desde que el pueblo se levantó para recuperar su soberanía, será criticado y demonizado.
Desde que la Revolución del pueblo tomó la soberanía del país, Venezuela ha sido uno de los primeros enemigos del imperialismo norteamericano. Porque tiene petróleo. Porque a partir de ese momento no iban a poder saquearla como acostumbran a hacer con las materias primas de los países del tercer mundo sin importarles truncar las vidas que quedan en el camino; ni las historias.
Ya en una fase muy temprana, en 2002, intentaron dar un golpe de Estado contra Chávez que fracasó. Los medios de comunicación del mundo, incluidos los españoles, fueron parte de ello, como en estos días pasados han sido parte de las mentiras y falsedades. Pero los intentos del monstruo mundial no cesan, y ahora, con Internet como arma, cargan más fuerte que nunca. No tienen nada que perder, pero sí mucho que ganar.
Si no hay elecciones, le llaman dictadura; pero si hay elecciones, ya se encargan de decir antes de la celebración que hubo fraude. Eligen a un candidato servil y anexionista de Estados Unidos y hacen una campaña informativa para que la opinión de las masas desinformadas esté con él, sin saber quién es, qué quiere, ni qué representa. Solo que es un salvador. Y la gente, que entra a las redes e Internet a mirar cualquier otra cosa, termina viendo una noticia manipulada y empaquetada altamente intencional de que Maduro es muy malo y el otro a su vez, muy bueno.
La idea es generar una matriz ascendente de opinión en contra de cualquier proceso social que vaya en contra de los intereses del imperio. Y en este caso, Venezuela, con las mayores reservas de petróleo del mundo. Y de cobre, hierro y oro. Un hecho motivador muy importante.
Nos quisieron hacer creer que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, que Bashar Al Asad utilizó armas químicas, que Lula da Silva era corrupto, que Evo manipuló elecciones. Y después se demostró internacionalmente que todo era mentira, después de que el daño ya estaba hecho.
Ahora es el turno de Maduro. Y seguirán mintiendo mientras algún hecho suponga una amenaza a los privilegios de la élite económica y política mundial.
Veo a los nuevos “expertos” que supuestamente lo saben todo. Las redes están llenas de gente, en mi caso, observando mi país natal, España, que parece conocer el sistema electoral venezolano mejor que el español. Son esos que salen de la nada, que no saben ni lo más mínimo de política, que no tienen ideología, a los que les da igual si su vecino llega a fin de mes con su sueldo o si lo van a desalojar. Prefieren pensar que Venezuela es una dictadura porque lo han visto en Tik Tok e Instagram.
Vivimos en un universo de censura invisible de la que no somos conscientes.
El otro día en una charla con compañeros del Ministerio de Comunicaciones de Cuba, uno de ellos me preguntaba si era fácil acceder a libros y conocimientos marxistas leninistas en España. Y yo compartí una reflexión, que tanto en el caso del acceso al conocimiento, como en el caso de generar matrices de opinión a propósito, viene como anillo al dedo.
Existe una nueva forma de censura y control de la información que no vemos, porque es invisible. Algo parecido, pero aumentado, a lo que en periodismo se llama “agenda setting”. Los medios nos imponen lo que es de interés informativo y lo que no. Eligen lo que nos muestran para que el individuo no sea capaz de considerar que existen otros mundos y otras realidades existentes. Otros pensamientos. Otra forma de abordar las situaciones actuales utilizando el pensamiento crítico.
Por eso, ante semejante dictadura mediática, de la información, de los medios masivos de comunicación, el pensador revolucionario no tiene salida. Tiene que enfrentarse a las realidades y representar una oposición real a la matriz de opinión del pensamiento dominante. Enseñar a la gente a pensar desde cada pequeño escrito, desde cada conversación que tenemos en la calle, desde cada tuit o frase corta que publicamos en las redes sociales.
Vivimos en un mundo regido por una ignorancia calculada y creada por voluntad del propio imperio. Y nuestro papel es combatirla mostrando la verdad.
Cuando a los hombres y a las mujeres se les quita su capacidad de discernimiento, cuando se les quita su capacidad de análisis y de razonamiento, pierden su identidad y su esencia. Pasan a formar parte de una masa alienada que resulta muy útil a los poderosos para moverla, manipularla y transformarla.
La batalla de la información es ahora. Y como decía Martí, si la guerra es una guerra del pensamiento, la vamos a ganar con el pensamiento.
Que no haya dudas en la mente de nadie. Estamos en esto y no conocemos la rendición.
Fuente: Cubadebate , traducción Resumen Latinoamericano – Español.