Bolivia ante escalada golpista de la oposición

Jorge Petinaud | Prensa Latina

Un llamado del presidente del Comité Cívico de Chuquisaca, Rodrigo Echalar, a derrocar el gobierno del presidente de Bolivia, Evo Morales, confirma las denuncias del mandatario sobre planes golpistas de la oposición.

Echalar aseguró ante la prensa que en Chuquisaca “estamos planteando que el objetivo central de la lucha nacional debe ser expulsar a Evo Morales del poder”.

Y para tratar de lograr ese propósito ha llamado a que ‘todas las instituciones representativas del Estado a nivel nacional sean cercadas, tomadas para poder tener una asfixia del Estado’.

Otro de sus planes consiste en realizar una concentración en la ciudad de La Paz que logre cercar al palacio de gobierno con la pretensión de demostrar un rechazo a la administración de Evo Morales, ganador de los comicios generales del 20 de octubre con 47.08 de las boletas y una ventaja de más de 600 mil votos de su más cercano contendiente, Carlos Mesa.

Propuso Echalar poner en práctica estas acciones desde este lunes, e insistió en que ‘lo único que queda es no sacar a Evo Morales por las urnas del poder, si no en las calles y movilizados’.

Luis Revilla, alcalde de La paz, integrante de la recién creada Coordinadora de Defensa de la Democracia que encabeza Mesa, confirmó, por su parte, que desde las cero hora local de este lunes todas las zonas de la urbe gubernamental se sumarían a un ‘paro cívico’ con bloqueos y movilizaciones.

El burgomaestre había prometido distanciarse del activismo político y concentrarse en la gestión edil tras ser imputado judicialmente por irregularidades en contrataciones con dos empresas.

Sin embargo, tras un reciente viaje a Estados Unidos reapareció al lado del candidato de Comunidad Ciudadana, y estuvo junto a él la noche del 20 de octubre cuando Mesa llamó a la desobediencia civil y a las acciones de calle con el pretexto de un fraude que hasta ahora no ha podido demostrar.

Desde entonces, Revilla se muestra como uno de los más activos agitadores de las fuerzas opositoras paceñas, e incluso al realizar su llamado para este lunes instó al Movimiento al Socialismo a renunciar a su festejo en esta misma fecha en la zona sur de La Paz “para evitar enfrentamientos”.

El periódico Cambio reportó que los llamamientos de Echalar y Revilla coincidieron con un recrudecimiento el domingo en las redes sociales de ataques contra el gobierno de Morales por parte de exautoridades y prófugos de la justicia boliviana radicados en Estados Unidos.

Por otra parte, el domingo, el Departamento de Estado norteamericano difundió un comunicado en el que expresó respaldo a la delegación de observadores de la OEA en los comicios del 20 de octubre, la cual asumió una posición injerencista al instar a la realización de una segunda vuelta antes de que concluyera el conteo oficial.

De manera reiterada, el presidente Morales denunció en vísperas de los comicios que un plan de golpe de estado estaba en marcha, e incluso indicó que funcionarios de la embajada de Estados Unidos en La Paz estaban involucrados en esta operación.

Como señala Gene Sharp, autor del Manual para un golpe de estado, en Bolivia está en marcha una operación desestabilizadora mediante una denominada revolución de colores o de terciopelo.

La oposición generó un clima de malestar en la sociedad boliviana con denuncias diarias de corrupción, promoción de intrigas sobre el tribunal Supremo Electoral y de falsos rumores, que de inmediato fueron convertidas en ‘verdades’ por las redes sociales.

Paralelamente, estas fuerzas desarrollaron una intensa campaña en defensa de la libertad, los derechos humanos y la democracia, acompañada de acusaciones de corrupción, fraude y dictadura contra el gobierno.

En vísperas de los comicios y después de las elecciones se recurrió a las movilizaciones de calle, en los últimos días caracterizadas por los incendios, los actos vandálicos y la incitación al racismo por supuestas reivindicaciones políticas y sociales.

La manipulación sobre todo de la juventud caracteriza a esta fase, con el objetivo de que emprenda manifestaciones, protestas violentas y la toma de instituciones.

Con bloqueos y paros como los que ocurren en La Paz y otras ciudades, la derecha está creando una atmósfera de guerra psicológica para desestabilizar al Ejecutivo y crear un clima de “ingobernabilidad”.

El último paso coincide con el llamamiento de Echalar desde Chuquisaca, el cual consiste en imponer mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones a un presidente de facto, mientras se mantiene la presión en la calle.

Frente a esta escalada, el presidente Morales y otros dirigentes insisten en el llamado de no caer en provocaciones y evitar las muertes que la oposición necesita para culpar a las autoridades y a la izquierda.

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