Miles de familias participaron en una caminata exigiendo justicia por cada una de las personas asesinadas por las acciones terroristas y golpistas de la derecha en Nicaragua.
La marcha partió de los semáforos de la Asamblea Nacional en la Avenida de Bolívar a Chávez hasta llegar a las instalaciones de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ).
Durante la movilización, la población nicaragüense exigió justicia y reparación para las familias que han sufrido las acciones criminales del terrorismo golpista en su intento por derrocar al Gobierno del presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo.
Con mensajes en carteles llamando a la paz y a la no violencia, e imágenes de las víctimas, los manifestantes exigieron que los terroristas paguen por sus crímenes y la destrucción causada a personas y a infraestructuras e instituciones públicas.
La nación nicaragüense vive una crisis sociopolítica desde el pasado 18 de abril, cuando estallaron protestas por parte de sectores de la derecha de ese país contra reformas gubernamentales al seguro social, más tarde derogadas, pero que no detuvieron las manifestaciones en medio de una agresiva campaña mediática y manipulaciones contra el gobierno del Presidente constitucional, Daniel Ortega.
Los disturbios constantes que comenzaron hace tres meses y segaron la vida de cientos de personas son en realidad un «ataque total contra el sector público», contó a Sputnik el editor jefe de Grayzone Project, Max Blumenthal.
Los críticos afirman que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, pretende establecer una dinastía similar a la de los Somoza —una dictadura familiar apoyada por EEUU que gobernó en el país desde el 1936 hasta 1979—.
Así, los medios ‘mainstream’ cuentan que los manifestantes son simplemente unos revolucionarios que intentan impedir que el presidente nicaragüense establezca una nueva dinastía.
No obstante, Max Blumenthal está convencido de que las afirmaciones hechas por estos medios no tienen nada que ver con la realidad y argumentó su posición después de haber visitado el país en persona.
Intimidación mortal
El entrevistado señaló que conoce las consecuencias de lo que ocurrió cuando EEUU armó a la oposición —los Contras— en los años 80. Así, observó que algo similar está ocurriéndole ahora a la gente que se opone a las campañas antisandinistas.
«Lo que está ocurriendo ahora no tiene precedentes, porque gente como sencillos presentadores deportivos de las estaciones de radio izquierdistas viven aterrorizados. Los cazan por las noches y tienen que dormir en lo que queda de la estación de radio», dijo.
Blumenthal añadió que Radio YA prestaba servicios sociales a los lugareños sin importar sus visiones políticas. Y destacó que se intimida a la gente de a pie que simplemente quiere colaborar con el Gobierno y servir a su comunidad.
“.@nuevaya’s Schwartz me contó que informó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre el incendio de su estación por militantes de la oposición y que lo ignoraron. Él dijo que mis colegas @danielmkovalik, @ThomasHedgesTRN y yo somos los primeros reporteros occidentales en entrevistarlo.
La oposición armada de Nicaragua incendió este banco cooperativo que sirve a la clase pobre y trabajadora de Managua y que lleva el nombre de Hugo Chávez. Los registros y cuentas de unas 100.000 personas están ahora en peligro. Se ha lanzado una campaña de violencia dirigida contra el sector público” apuntó Blumenthal.
De hecho, algunos de ellos acaban asesinados de una manera que no se observaba en la década de los 80, puesto que los Contras no lograron entrar en la capital de Nicaragua, añadió el columnista.
La mano de Washington en Managua
Max Blumenthal también reseñó que, durante su estancia en el país de América Central, descubrió que EEUU está involucrado en los sucesos que se están viviendo allí.
«La otra dimensión es el nivel de injerencia de EEUU, cómo EEUU pergeñó este motín, cómo lo diseñó con meses o incluso años de antelación», comentó.
Junto al columnista estuvo en Nicaragua Dan Kovalik, un abogado especializado en derechos humanos que también compartió algunas de sus reflexiones sobre la cobertura informativa de los sucesos.
Según explicó, es en realidad la oposición la que está censurando a los sandinistas y no al revés, puesto que son precisamente ellos los cazados. «Lo que está ocurriendo aquí no es una revolución contra el Gobierno. Es una contrarrevolución apoyada por EEUU», concluyó el letrado.
Así, Blumenthal señaló que los nicaragüenses lo tienen muy duro para protestar pacíficamente, porque son atacados constantemente por figuras de la oposición. De acuerdo con él, se está intentando desmoronar por completo los fundamentos que mantienen unidos a los pobres trabajadores con tal de hundirlos en la pobreza extrema.
Uno de los métodos usados por EEUU en este caso es la financiación de una banda criminal llamada Viper (víbora en inglés) a través de una figura de la oposición: Félix Madariaga.
Blumenthal asegura que el político sirve de canal para el dinero enviado por USAID, organización apoyada por el Departamento de Estado, y por la Fundación Nacional para la Democracia. Con ello, Madariaga negó las acusaciones de sus enlaces con bandas criminales.
No obstante, los que están luchando en el bando de la oposición no son unos «estudiantes esperanzados e idealistas», señaló el entrevistado. Se trata de una «contrarrevolución activada por elementos criminales extremos que paralizaron la economía de Nicaragua y no le permitieron crecer en lo que va del año».
La oposición ha apuntado contra las universidades públicas. Silke Pérez nos dijo cómo los elementos criminales la mantuvieron fuera de la UNAN durante 2 meses. «Los maestros les suplicaron que no se apoderaran de nuestra escuela». Antes de que se desvanecieran, las bandas armadas quemaron el centro de cuidado infantil de la UNAN y más.
Max Blumenthal destacó que hubo decenas de muertos, muchos de los cuales fueron del lado de la oposición, y concluyó que el Gobierno no podría haber sobrevivido si no se hubiera respondido con un cierto nivel de fuerza.