Capitalismo, ineptitud a prueba de errores

Jeremy Cerna

* O un repetitivo fracaso del modelo occidental de desarrollo humano

Para hablar del capitalismo es importante iniciar por su definición básica y al respecto la RAE – Real Academia Española de la Lengua lo define como “Sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado.”. Una segunda definición más escueta, de la propia RAE, establece que el capitalismo es el “Conjunto de entidades e instituciones que defienden los intereses del capitalismo.”.

En sí ambas definiciones básicas son complementarias: la primera nos dice que los medios de producción deben de ser privatizados y es el mercado, bajo la ley de la oferta y la demanda, el que debe regular los precios. Aquí no se establece ninguna medida de protección para el consumidor, el proletariado, si no que todo lo que el mercado provea (productos, bienes, servicios, hasta personas) debe ser el mercado (sinónimo de empresa privada) el que decida el valor y en consecuencia el beneficio absoluto será para el empresario (léase oligarquía y burguesía proimperialista).

La segunda definición establece que el capitalismo a de crear instituciones que defiendan el libre mercado para que el empresario decida los precios. O que, para cada bien, recurso tangible (agua, luz, teléfono, internet, la naturaleza, la vida misma, etc.) e intangible (las artes, la educación, la salud física y espiritual, la fe, la religión y la moral del ser humano, etc.), sea el mercado o la empresa privada quien decida qué precio se le debe fijar.

Dicho en otras palabras, en el capitalismo todo cuanto se tiene es objeto de compra y venta, por lo tanto, el mercado (empresa privada) debe colocar un precio, nuevamente el beneficio absoluto queda en manos de la burguesía y la oligarquía, quistes cancerígenos heredados del colonialismo europeo y norteamericano en las antiguas colonias.

El capitalismo doctrinario

El capitalismo como doctrina política, económica y social no es nuevo, se fundamente básicamente en la acumulación de recursos por parte de unas minorías que se sustentan por el poder de la fuerza (milicias, terroristas, ejércitos, sanciones económicas, etc.) y por medio del uso de la fuerza armada subyugan otros sistemas de pensamiento y pragmatismo económico, político, religioso y social. Su denotación moral, es decir, su significado literal, es el egoísmo.

Para el capitalismo el proletariado no debe ser, en ninguna circunstancia, sujeto de restitución de derechos fundamentales. La salud la educación, el arte, el entrenamiento deben ser bienes y servicios para el que pueda pagarlos. Las ganancias del uso de esos bienes y servicios deben ser para el empresario, por axioma doctrinario del capitalismo (defínase axioma como un enunciado tan evidente que no necesita ser verificado).

Lo antes mencionado, se contrapone a la intervención del estado en la búsqueda del bien común del ciudadano. Bajo esta premisa, el ciudadano que nace pobre debe seguir siendo pobre o solo podrá acceder a un nivel, teórico, superior, si es capaz de pagar y seguir beneficiando a las clases dominantes adscritas al capitalismo.

El sujeto como objeto

Históricamente el capitalismo ha propuesto una seria de medidas visibles para enaltecer el comercio como la única opción del desarrollo del ser humano. Es así como, en el sistema capitalista, normalmente, no se construyen nuevos espacios de interés social o públicos, sino que se privatizan o se comercializan los ya existentes. De esta manera, se segrega del uso de estos espacios al proletariado, a través de cobros excesivos y contrarios en muchos casos a la ley. Bajo la premisa del capitalismo el estado sede el bien común del ser humano para que este sea objeto de comercio y de beneficio para el empresariado.

Ejemplos tácitos del comportamiento del capitalismo son la privatización de la salud y la educación o bajo modelos de autonomía (otra forma de establecer la privatización). Según RAE, privatización significa “Acción y efecto de privatizar.” Y privatizar se define como “Transferir una empresa o actividad pública al sector privado”.

El significado es claro, el estado debe dar el poder de decisión a la empresa privada (oligarquía y burguesía). Por consiguiente, la privatización, para el capitalismo es otra forma de recolonización de la dignidad del ser humano, convirtiéndonos nuevamente en objetos, a como lo hicieron, a sangre, fuego y violaciones en los tiempos de la conquista y lo han seguido haciendo a lo largo de la historia de la humanidad a través de sus instrumentos de dominación imperial (Entidades Mercantiles, ONGs, Programas Militares, etc.).

El fracaso capitalista en tiempos del COVID – 19

Es visible que esta doctrina apela al egoísmo y perjudica al bien común de la humanidad, puesto que centra su interés en la comercialización del individuo para el beneficio de las clases históricamente explotadoras, burguesía y oligarquía. A su vez los explotadores utilizan como instrumentos de dominación los recursos tecnológicos, armamentistas y medios de comunicación que poseen las potencias imperialistas, Europa y los Estados Unidos de Norte América para seguir sometiendo a las masas empobrecidas o que no se someten a la voluntad imperial.

Lo antes mencionado, demuestra en gran medida el poder que poseen estas potencias imperialistas, puesto que la mayor parte de sus recursos, saqueados desde los tiempos coloniales y mantenidos en su poder a través de sus instrumentos de sometimiento financieros (Banco Mundial – BM y el Fondo Monetario Internacional – FMI) son utilizados para la compra y desarrollo de armas y sustento de sus ejércitos.

Sin embargo, su debilidad en la estructura social y el bien común de los ciudadanos, que habitan bajo el yugo del capitalismo, ha sido expuesta al enfrentarse a una amenaza casi visualmente imperceptibles como el COVID – 19.

Los ciudadanos de los países capitalistas han sufrido los embates del COVID – 19 no por falta de recursos financieros, sino por falta de interés y preparación continua de sus gobiernos. Occidente, Europa y Estados Unidos, a causa de su soberbia no han tomado nota de los avances en la prevención de enfermedades y epidemias de los países latinoamericanos y caribeños (Cuba, Nicaragua, Venezuela), ni de los países africanos y mucho menos de los asiáticos.

El cierre total de la vida pública sin un plan preestablecido y debidamente fundamentado en las realidades sociales y económicas de sus poblaciones, la falta de personal de salud, los pocos hospitales para responder a las demandas de sus ciudadanos, el cierre de los centros de atención a los niños (jardines infantiles, parques, etc.) y el cierre de las escuelas son muestras inequívocas de la ineptitud del capitalismo. Entiéndase ineptitud como la falta de capacidad de una entidad para realizar adecuadamente una actividad, función o trabajo que le ha sido delegado.

En resumidas cuentas, el capitalismo y sus defensores han seguido acumulando riquezas para las minorías y en el momento de dar la cara ante los grupos poblacionales que supuestamente representan, el capitalismo receta encierro, insolación, hambre, pobreza, desempleo, muerte, etc. Es decir, el capitalismo está demostrando que él mismo es una epidemia con capacidad de destrucción masiva y sus supuestos beneficios solo han sido un espejismo de mejorías arbitrarias.

Lo único real del capitalismo es su ineptitud a prueba de errores, puesto que ante los problemas a los que se ha enfrentado (pobreza, falta de vivienda, falta de empleo, cuido del medio ambiente, etc.) sale siempre aplazado y sin ningún tipo de respuesta coherente para el bienestar de la humanidad y coexistencia con su entorno.

Marcando la diferencia

Ya se ha hecho alusión a la experiencia de ciertos gobiernos para enfrentar, en mayor o menor medida, los problemas del bien común de sus ciudadanos, pero es imperativo mencionar que esto ha sido un proceso de restitución de derechos. Cuba, Nicaragua y Venezuela representan modelos de gobiernos progresistas, donde priva el interés del ciudadano y su entorno natural logrando defender con éxito a sus ciudadanos ante cualquier tipo de enemigo y el COVID – 19 no ha sido la excepción.

Los niveles de organización de estos países han demostrado, cada país bajo su propio modelo político-social y organizacional, que otro mundo es posible fuera del capitalismo y sus políticas de comercialización y deshumanización del individuo. Estos gobiernos progresistas han concentrado los bienes y servicios en el poder popular, es así como ante la pandemia se encuentran blindados y con capacidades organizativas más allá de los regímenes capitalistas occidentales.

A lo largo de los años, estos tres países se han caracterizado por la construcción sistemática de caminos y carreteras para sus procesos productivos, construcción de escuelas, centros culturales y deportivos, construcción de hospitales, centros de salud, casas maternas para la atención a las embarazadas, jornadas masivas de vacunación. Aunado a lo antes mencionado, el fomento de la alimentación saludable de sus habitantes, todo reconocido por los programas internacionales de las naciones unidas y los organismos competentes en la materia de derechos humanos y la madre tierra.

A causa del éxito de estos países y al ser modelos reales y practicables del desarrollo sostenible de la humanidad en comunión con la naturaleza, estos países se encuentran bajo el ojo del imperialismo quien, a través de sanciones, intentos de golpes de estado, terrorismo intentan detener el bien común de los individuos para evitar dar explicaciones del éxito del socialismo sobre el capitalismo pandémico y deshumanizante.

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