Misión Verdad
* Alberto Fernández invitó a China en última reunión, pero giró otra invitación al presidente Joe Biden, que de facto era una cortesía contradictoria en relación con el espíritu fundacional de la CELAC y, más aún, porque el gobierno estadounidense cerró sus puertas a la participación de Cuba, Venezuela y Nicaragua, integrantes de la CELAC, a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles 2022.
Durante este año dos grandes eventos cubrieron la agenda de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En enero se llevó a cabo la VII Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Argentina, que cerraba su periodo en la presidencia pro témpore de este bloque regional para darle paso a San Vicente y las Granadinas. Y, a mediados de julio, se celebró en Bruselas la III Cumbre Celac-Unión Europea (UE).
Ya en los tramos finales de 2023, podemos afirmar que este año significaba una oportunidad para elevar el organismo a un nivel comparable a los bloques de integración regionales que se están aglutinando en otros continentes. Uno de los primeros indicios de ese gran salto esperado era el regreso de Brasil (miembro Brics) a esta plataforma, pues pudiera generar más fuerza a esa recomposición como acervo integracionista constituido en el cercano 2010.
Por otro lado, por primera vez, San Vicente y las Granadinas, un miembro de la Comunidad del Caribe (CARICOM), tiene el rol de capitanear la CELAC. Para la VII Cumbre, el presidente argentino Alberto Fernández envió una invitación a participar en esa edición a su homólogo de China, acción que refleja congruencia por los mecanismos de cooperación extrarregionales establecidos con el país asiático.
No obstante, para esa edición, Fernández giró otra invitación al presidente Joe Biden, que de facto era una cortesía contradictoria en relación con el espíritu fundacional de la CELAC y, más aún, porque el gobierno estadounidense cerró sus puertas a la participación de Cuba, Venezuela y Nicaragua, integrantes de la CELAC, a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles 2022.
Las repuestas a tales invitaciones mostraron, con total claridad, la visión geopolítica particular de estos países hacia la región latinoamericana y caribeña:
• Estados Unidos designó al Asesor Presidencial Especial para las Américas, Christopher Dodd. Por medio de un comunicado aclaró que asistirían a la Cumbre en Argentina para demostrar el «compromiso» con la región, sin embargo, hizo la salvedad de que su objetivo era fortalecer a la Organización de Estados Americanos (OEA), lo que trazó el acento en que es la OEA «el principal foro multilateral del hemisferio occidental», y apartó cualquier intento de darle peso político y decisorio a la CELAC.
• El presidente Xi Jinping emitió un mensaje, vía video, a la Cumbre en el que expresó el apoyo constante de China al proceso de integración regional de América Latina y el Caribe. También dispuso toda su voluntad hacia fortalecer la construcción del Foro China-CELAC, que en mayo realizó un encuentro con sectores privados donde confirmaron que la región se ha convertido en el segundo mayor destino para la inversión china en el extranjero.
El Plan de Acción Conjunto China-CELAC para la cooperación en áreas claves (2022-2024) incluye sectores de cooperación económica y financiera. Los intercambios swap con China este año por parte de Brasil y Argentina son iniciativas fundamentales que sirven de ejemplo para que otros países en la región se sumen a estas alternativas financieras, con miras a la interacción transfronteriza.
Además, en 2024 se realizará la Cumbre del Foro China-CELAC con motivo de los 10 años de haberse establecido este diálogo de colaboración. Sería un espacio aprovechable para que la región latinocaribeña pueda elaborar una agenda coherente en lo político con miras a insertarse como bloque integrado a la dinámica del orden multipolar en ciernes; y en lo económico, para que se convierta en un corredor estable para el comercio con el mundo euroasiático al otro lado del Pacífico.
Desde una mirada práctica, el relacionamiento entre ambas latitudes trata de dos piezas que se acoplan perfectamente: recursos por un lado y capacidad de financiamiento por el otro. En este sentido, la política exterior de China para la región de América Latina y el Caribe continúa traduciéndose en más oportunidades para lograr uno de los objetivos primordiales de la CELAC: proyectar la zona y aumentar su influencia en el escenario internacional globalizado e interdependiente.
Pero, ¿realmente la Celac aprovecha su vínculo con China de manera eficiente? Si bien la OEA ya no es la plataforma multilateral más importante de la región, la CELAC aún tiene mucho por recorrer para consolidarse como organización.
Una secretaría general —propuesta por el presidente Nicolás Maduro— pudiera operar con mayor eficacia en lo político y diplomático en aras del afianzamiento de la relación sino-latinocaribeña, pero hasta los momentos el bloque no tiene un espacio u oficina común de interlocución continua e ininterrumpida que encauzaría una estrategia en ese sentido.
De esta manera, las relaciones con China con la región quedan resumidas en la consolidación de acuerdos bilaterales con algunos países. Cada Estado tiene una asociación particular con la nación asiática y ello deriva en un acentuamiento de la poca participación de la plataforma latinocaribeña en los nexos que se van tejiendo a lo largo y ancho de la región.
Todo lo contrario, sucede con la Unión Africana (UA), por ejemplo, que como conjunto tiene voz y presencia autónoma en el concierto multipolar, donde se inserta con un relacionamiento en una vastedad de áreas estratégicas con China y Rusia, pero también con Estados Unidos y la UE.
En ese continente, como en nuestra región, existen cuantiosas reservas de materias primas y mercados por descubrir y explotar en países donde asimismo hay inestabilidad política e intereses geopolíticos por parte de las grandes potencias y, sin embargo, África marca el rumbo a América Latina y el Caribe hacia la multipolaridad por la sencilla razón de que la UA ha servido como canalizador de la intervención africana en el mundo.
Tampoco se puede ignorar el hecho de que África fue el escenario de una histórica cumbre donde se decidió la expansión de los miembros Brics y, por lo tanto, el alcance geopolítico y geoeconómico del bloque en casi todas las latitudes.
Por el contrario, la CELAC parece inerte si se compara con la plataforma africana o las euroasiáticas, más propositivas a la hora de insertarse en el eje multipolar. Más allá de los acuerdos alcanzados en el Foro CELAC-China, no ha habido mayores movimientos en su relación; en cambio, las noticias en el otro lado del mundo en materia de cooperación son constantes y dan cuenta de la activa dinámica existente entre esos polos de poder.
De ahí la insistencia del presidente Maduro en posicionar Venezuela como la «puerta de entrada» de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en América Latina y el Caribe, que ya cuenta con sendos proyectos en distintos países, pero sin una articulación en red entre estos, como es usual en la consecución de los planes chinos de desarrollo internacional.
Sin embargo, con Venezuela fungiendo de bisagra geopolítica entre el sur y el norte de América, los nexos entre el gigante asiático y la región pudieran profundizarse y tener mayor dinamismo en el escenario internacional. Visto así, Venezuela podría liderar el vínculo sino-latinocaribeño y darle comienzo a un proceso en el que la CELAC, institución donde es faro, tomara las riendas hacia un destino común para nuestra región.