El joven de 25 años participaba en una protesta antigubernamental en la localidad rural de Curicó.
«En Curicó no ocurría algo similar a esto desde la dictadura». La voz de Camila llega resquebrajada desde aquella localidad rural, ubicada en el centro de Chile. Su aflicción llega por la muerte de su amigo José Miguel Uribe Antipani, presuntamente asesinado por un militar el pasado lunes, durante una protesta contra el Gobierno para exigir mejoras sociales.
Según cuenta Camila en diálogo con RT, el día de la muerte de José Miguel, los manifestantes no interrumpían el paso de la carretera. Tampoco había barricadas con neumáticos en llamas o carabineros custodiando el paso de los manifestantes por la ruta. Era lunes por la tarde y las marchas pacíficas, que habían comenzado desde el sábado en la región de Curicó, se transformaron en una en tragedia.
Ese día, el joven de 25 años se había sumado a las concentraciones en la ciudad, que recorrían la Ruta principal 5 para luego dirigirse rumbo a la zona céntrica. Alejandro Avendaño, que también participó de las movilizaciones, asegura que unas 5.000 personas asistieron en un clima ameno. «Históricamente, aquí las marchas fueron pacíficas«, resalta el curicano.
Sin embargo, al caer la noche, los manifestantes comenzaron a retirarse de la carretera. La desmovilización había dejado a pequeños grupos de vecinos, que todavía permanecían a lo largo de la ruta y entre los que se encontraba José Miguel. Fue en ese momento que el ambiente viró al desconcierto.
Una camioneta roja que circulaba hacia el sur, identificada luego como una patrulla del Ejército, comenzó a disparar hacia el grupo de Antipani.
«Empezamos a correr todos juntos», recuerda Daniel González, quien afirma que se encontraba junto a la víctima al momento del ataque. «Saltamos las guardavías de la autopista y corrimos por el espacio de tierra que hay en el medio. José Miguel venía detrás de mí hasta que lo vi caerse y nos detuvimos a socorrerlo. Los militares ya se habían ido».
Uno de los proyectiles impactó en el tórax del joven, provocándole la muerte pocas horas después. «Yo alcancé a ver a tres militares que se dieron a la fuga. Mataron a mi amigo como unos cobardes. Después dijeron que andábamos delinquiendo, pero solo marchábamos por nuestros derechos», explica González.
Según precisaron medios locales este miércoles, el efectivo que presuntamente realizó los disparos se entregó a las autoridades y ya se encuentra bajo prisión preventiva.
Camila, amiga de infancia de la víctima, afirma que el joven no tenía una participación activa dentro de la política y que formó parte de las manifestaciones para apoyar la «causa«. «Tenía un hijo de dos años. Su empatía por la gente y los derechos humanos era muy particular. Vamos a realizar una convocatoria en su honor, queremos justicia. No solo para mi amigo, sino para todos los que están muriendo», dijo.
Desde que en Chile comenzaron las protestas el pasado 13 de octubre, generadas en principio por la suba en la tarifa del transporte y recrudecidas por las históricas deudas sociales, ya se contabilizan 18 personas fallecidas en diferentes hechos.
El Gobierno de Sebastián Piñera decretó un estado de emergencia en Santiago y otras localidades del país, aunque esta medida no incluía a Curicó. En esa localidad se estableció un ‘toque de queda’, que prohíbe la libre circulación de la ciudadanía por las noches.
El martes, sin embargo, Piñera pidió «perdón» a los chilenos y anunció una serie de medidas para atender los reclamos de los manifestantes en el país suramericano. «Es verdad que los problemas no se han producido en los últimos días, se venían acumulando hacía décadas«, señaló el mandatario, agregando que los Gobiernos anteriores no «fueron» ni «fuimos» capaces de reconocer la situación de inequidad y abuso. No obstante, este miércoles las protestas persisten y la represión también.