Los argentinos vivirán hoy una vez más un hecho histórico, el inicio de otro ciclo de gobierno que en esta ocasión traerá aparejado una nueva era de esperanza para el país y la Patria Grande.
Con una Suramérica en ebullición, sacudida por un golpe de estado en Bolivia y el estallido social frente a políticas neoliberales en contra de los pueblos, Argentina comenzará así a transitar este período de la mano de Alberto y Cristina Fernández, en quienes muchos ponen toda su fe para salir del abismo e incertidumbre económica latente.
Terminan cuatro años difíciles de un gobierno que deja mucho que desear, el de Mauricio Macri, quien entregará hoy los atributos presidenciales a un hombre que después de entrar a la Casa Rosada como jefe de gabinete de Néstor Kirchner, volverá ahora investido como presidente, junto a una exmandataria de la cual también fue su ministro.
Para aquellos países masacrados hoy por gobiernos neoliberales que favorecen el capital y oprimen a los que menos tienen, la esperanza de una nación históricamente conocida por sus luchas sociales, por levantarse de una dictadura militar que aún duele, es una gran bocanada de aire en estos tiempos tan convulsos para la propia Argentina y la región.
El sol de la bandera celeste y blanca cubrirá este día también marcado por los rayos ardientes de un verano que ya se siente, mientras desde horas tempranas se esperan en las calles a cientos de personas para este acontecimiento.
Según trascendió, la ceremonia de asunción, a la que asisten mandatarios invitados que ya se encuentran en el país como el presidente cubano Miguel Díaz-Canel y otros altos funcionarios de naciones cercanas, tendrá dos fases, la primera en el Congreso y la segunda en la Casa Rosada.
Allí, en las inmediaciones de la sede gubernamental, de frente a la emblemática Plaza de Mayo, ya hoy sin las rejas que colocó el anterior Ejecutivo, se espera esta tarde una gran fiesta para dar la bienvenida a los Fernández, como lo bautizaron sus allegados.
El retorno del peronismo, ese legado político heredado del fallecido presidente Juan Domingo Perón, impone nuevos retos y desafíos, sobre todo para un gobierno que tendrá que hacer casi un milagro y poner de pie a un país hoy endeudado hasta los tuétanos con el Fondo Monetario Internacional.
Con la experiencia de una estadista y estratega política como Cristina Fernández, ocho años presidenta de este país, y el liderazgo de Alberto Fernández, este binomio sabe bien a lo que se enfrenta y como dijo el flamante presidente, ‘no somos unos improvisados’.
Hoy arranca una nueva etapa en la cual buscarán dejar atrás los constantes tarifazos, de ver poco a poco como el salario se devalúo frente al dólar, como cerraron fábricas y quedaron muchos en las calles, como la vida se encarece día a día, y hay urgencias inmediatas, entre ellas tratar de socorrer a aquellos que fueron más golpeados.
Fernández y su nuevo Gabinete, al que tomará juramento en esta jornada, tienen tareas prioritarias como poner en marcha la industria y ayudar a los más afectados por el gobierno saliente, que se despide este martes dejando de herencia un triste récord de casi 16 millones de pobres.
Más allá de una industria anestesiada y una economía en rojo, otro de los escollos que el nuevo gobierno argentino deberá enfrentar es el panorama regional.
Tanto Alberto, como Cristina y todos los que componen el Frente de Todos esperan levantar a Argentina y tienen algo muy importante a su favor, muy necesario en estos tiempos, la unidad compacta de su fuerza política, que también se respirará en el Congreso, donde ese espacio será mayoría en el Senado y primera minoría en Diputados a partir de hoy.
Con el compromiso político, ético y moral de poner de pie al país para que ‘nunca más retorne el neoliberalismo’, Alberto y Cristina abren hoy un nuevo camino para esta nación austral y con el retorna la esperanza de esa anhelada Patria Grande.
Fuente: Prensa Latina.