Comunicado de mujeres nicaragüenses residentes en Aragón

Ante los distintos comunicados y actos realizados por diversos colectivos feministas, tanto de Nicaragua como de Aragón, que manifiestan representar al pueblo de Nicaragua, y principalmente a las mujeres, y dado el cariz que han tomado los acontecimientos, hemos decidido dar nuestra opinión.

Somos mujeres nicaragüenses, migrantes, que llevamos tiempo residiendo en Zaragoza; somos feministas, Y ESTAS MUJERES NO NOS REPRESENTAN.

Hemos escuchado por los comunicados, redes sociales y hasta en los medios de comunicación, que había que derrocar al gobierno, pero en ningún momento hemos escuchado propuestas o alternativas para la mejora de la situación política, económica y social de la población de Nicaragua, y concretamente de las mujeres nicaragüenses.

Estas mujeres a las que dicen representar tuvieron que sufrir la presencia de más de mil tranques a lo largo y ancho del país, impidiéndolas acceder a sus puestos de trabajo, teniendo que pagar un peaje por cruzar esos tranques o sin poder desarrollar su actividad productiva, que es el caso de miles de mujeres que se dedican al pequeño comercio.

Este hecho ha llevado a un gran número de mujeres a perder su medio de vida, abocándolas nuevamente a la extrema pobreza y, teniendo en cuenta que en Nicaragua muchas mujeres son el motor económico en la familia, nos preguntamos: ¿Alguna vez la extrema pobreza ha ayudado a las mujeres a empoderarse?

Estos colectivos que dicen representar a las mujeres nicaragüenses nos han dicho en sus comunicados y charlas que éste era un gobierno que asesinaba mujeres solo por el hecho de serlo, mostrando la situación como una política de estado en contra de las mujeres. Jamás han presentado una prueba de que esto fuera así, y lo único que han hecho es repetirlo una y otra vez.

Desgraciadamente, en este conflicto han muerto mujeres, y cada muerte nos duele y la repudiamos, pero sorprende que ante casos como el de la policía Yadira Ramos, quien a finales de junio sufrió el secuestro, torturas y violación múltiple en el tranque de Jinotepe, delante de su marido al que posteriormente asesinaron, o el de dos mujeres de la juventud sandinista de 17 y 19 años de la Comunidad de Corinto (Jinotega), que fueron secuestradas el 8 de junio y aparecieron en las puertas del hospital golpeadas y violadas después de cuatro días retenidas, estos movimientos que dicen representar o apoyar a las mujeres de Nicaragua, no se hayan pronunciado denunciando la barbaridad de estos actos. Porque en nuestro caso, sea del lado que sea, nosotras sí que nos creemos que “SI NOS TOCAN A UNA, NOS TOCAN A TODAS”.

Otro aspecto a destacar es la utilización del género para conseguir otros intereses políticos que nada tienen que ver con la igualdad y la lucha de las mujeres. El conflicto que se está dando en Nicaragua es complejo, tanto en sus orígenes como en sus protagonistas, consecuencias y soluciones; responde a una lucha de intereses en el que colectivos, movimientos, partidos y ONG, tanto internos como externos al país, quieren mantener sus privilegios a costa de la miseria colectiva del país.

Esta afirmación se sustenta en parte al observar cómo la destrucción se ha centrado en organismos e instituciones públicas como el Hospital Maternal de Masaya, Alcaldía de Granada, escuelas, bibliotecas, saqueo y destrozos de CDI (guarderías) y Universidades Públicas, mientras las entidades privadas no han sufrido ningún saqueo ni daño.
Por lo que volvemos a cuestionarnos quién se beneficia de lo que ha ocurrido en Nicaragua; pues lo público, tanto en Nicaragua como en España o en cualquier lugar del mundo, garantiza la igualdad de oportunidades, y garantiza que los colectivos menos favorecidos tengan las necesidades mínimas de vida cubiertas.

En el conflicto en Nicaragua han participado grupos tan diversos como la cúpula de la gran empresa privada COSEP (Consejo Superior de la Empresa Privada), el PLC (Partido Liberal Constitucionalista), el MRS (Movimiento Renovador Sandinista), medios de comunicación en manos de las élites aristocráticas de Nicaragua, ONG financiadas durante años por los gringos, Partido Liberales o la Iglesia Católica, siendo difícil imaginar una alternativa política a la existente, ya que muchas de estas organizaciones y partidos políticos nunca se han preocupado por el bienestar de la población nicaragüense, y menos por los derechos de las mujeres e incluso, en los periodos en los que han gobernado, han llevado a cabo políticas que han supuesto un claro retroceso para la mujer.

También han tenido apoyos de EEUU que, históricamente, ha intervenido, saqueado y asesinado al pueblo nicaragüense, o de ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), de El Salvador, que no destacan precisamente por ser garantes de los derechos humanos y de los derechos de las mujeres.

Para concluir, queremos mostrar nuestra solidaridad incondicional para las compañeras del Partido Comunista de España, que, al expresar su opinión sobre el conflicto en Nicaragua, han sido difamadas, duramente juzgadas y criticadas por salirse del guion establecido.

Su posición coincide con las de muchas mujeres nicaragüenses feministas, que hemos sufrido el machismo y el racismo desde chavalas, por ser mujeres, por ser pobres y por ser negras. La cantidad de barbaridades que se han dicho contra las compañeras de PCE, simplemente por opinar sobre lo que sucede en Nicaragua, ha llevado a otras compañeras a no expresar su opinión por las represalias que pudieran sufrir. ¿Es ésta la nueva Nicaragua que dicen querer construir?

Documento firmado por Patricia Ardilas, Kassia Castellón, Socorro Castillo, Belki Gamboa, Claudia Hernández, María Parajón, Fabiola Chäfer, Dolores Téllez, Martina Valle y Josefina Zeledón; mujeres nicaragüenses residentes en Aragón.

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