La Justicia salvadoreña condenó a 61 miembros de una de las pandillas criminales más importantes de Centroamérica. Estas condenas ocurren tras un inédito golpe a las finanzas de esta pandilla.
El miércoles 22 de agosto, una corte antimafia condenó a 61 miembros de la Mara Salvatrucha (MS13) a penas que llegan hasta 100 años de encarcelamiento por delitos como homicidio agravado, extorsión y tráfico de drogas, entre otros.
«Los líderes estarían enfrentando como pena mínima los 30 años de prisión, pero al mismo tiempo se les suman más años por otros delitos, con lo cual sobrepasan los 100 años», explicó a la prensa el fiscal del caso, Álvaro Rodríguez.
«Consideramos como un precedente importante la resolución que este día ha dado a conocer el juez, ya que ha quedado demostrado y él lo reconoce que la MS13 es una organización terrorista», agregó.
En 2017, hubo 3.947 homicidios en El Salvador, una pequeña nación centroamericana que cuenta apenas con 21.000 kilómetros cuadrados de superficie y 7,4 millones de habitantes. Esa cifra corresponde a una tasa de 60 asesinatos por 100 mil pobladores, la mayor del continente detrás de Venezuela. Luego de la guerra civil que arrasó al país entre 1979 y 1992, la violencia interna tomó nuevas formas y los intentos de reducirla tuvieron escasos resultados.
El Gobierno acusa a los grupos mafiosos locales, conocidos como ‘maras’, de ser los principales responsables de los altos índices de violencia. Unas pandillas que nacieron en la costa oeste de Estados Unidos, bajo el impulso de inmigrantes de El Salvador y otros países, y que extendieron rápidamente su influencia en su región de origen. Las principales pandillas salvadoreñas son la ‘Mara 18’ y la Mara Salvatrucha (MS13).
Una potente organización con “tentáculos” en El Salvador y en el exterior
Los inculpados fueron arrestados en julio de 2016 durante una intervención de las fuerzas de seguridad llamada “Operación Jaque”, considerada como el mayor golpe dado hasta ahora a las finanzas del grupo pandillero. La Fiscalía reveló en ese entonces la existencia de una amplia red de lavado de dinero que funcionaba a través de células de cabecillas de la MS13, tanto en libertad como ya presos.
Pequeños hoteles, bares, restaurantes, prostíbulos, ventas informales de verduras, eran diversos los negocios de la organización y se tasaron por un valor de un millón de dólares estadounidenses. En 2010, un paro armado, que fue también una ocasión de una inédita unión entre las maras, demostró la influencia de estos grupos en el sector del transporte.
Sin embargo, lo que reveló el proceso que culminó este miércoles representaría solamente la punta del iceberg del alcance de la Salvatrucha. En julio de 2017, el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, denunció los “tentáculos” de esta mafia en su país y en Europa, que “amenazan la vida y el bienestar de cada familia».
«Hay células de esta organización en varios países de Europa y tenemos indicios de la presencia de ellos prácticamente en todos los continentes del mundo”, aseguró por su parte, en septiembre del mismo año, el ministro de Seguridad de El Salvador, Mauricio Ramírez Landaverde.
En 2009, un fotógrafo y director franco español Christian Poveda fue asesinado al regresar de una zona controlada por pandilleros de la Mara 18. Acababa de entregar un punzante documental sobre la violencia pandillera que atraviesa El Salvador: “La vida loca”.