Stephen Sefton
* “Así que es saludable recordar, a como nos ha recordado el comandante Daniel, que las políticas genocidas eran comunes en todos los poderes europeos en sus colonias en el mundo mayoritario. Como notó la filósofa francesa Simone Weil, la innovación de la Alemania nazi fue aplicar esas mismas políticas genocidas coloniales a las propias poblaciones europeos”.
Desde los tiempos más antiguos, las guerras entre las naciones y los pueblos siempre han involucrado aspectos mucho más complejos que solamente las acciones estrechamente militares. Es sabiduría común que el éxito militar requiere un uso eficaz de la guerra psicológica, la guerra comunicacional, la diplomacia, la tecnología, la organización logística y la producción industrial, entre otros elementos de la estrategia y su implementación operativa.
En el caso de Nicaragua, el triunfo del pueblo nicaragüense en 1979, liderado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, fue la continuación de la lucha del General Sandino para expulsar a los marines del país en 1934. Ambas victorias fueron ejemplos muy claros de la compleja combinación de esfuerzos en múltiples frentes de acción para lograr la victoria de la causa popular contra el imperio más poderoso y despiadado de la historia humana.
Este 9 de abril fue el 40 aniversario del caso en La Haya contra Estados Unidos y el ocho de abril, en el mismo supremo tribunal del sistema de las Naciones Unidas, se abrió el caso contra Alemania por su complicidad en el genocidio sionista en Palestina. De esta manera, Nicaragua ha vuelto a dar grandes y prácticas lecciones al mundo de la justicia de la lucha de los pueblos contra el imperio yanqui y sus gobiernos satélites.
Como el compañero Dr. Carlos Argüello ha explicado, en relación al 40 aniversario, “…este no fue un asunto aislado para Nicaragua, es un asunto que seguimos repitiendo y utilizando, ahorita, a favor de nuestros Hermanos Palestinos; pero es un recurso que abrió Nicaragua y que está ahí a la orden de la Humanidad.”
En otro momento, el Dr. Argüello ha comentado: “40 años después, y este caso que estamos viendo, el de Nicaragua en contra de Alemania, es para mí francamente una continuación de toda la actuación jurídica que ha tenido Nicaragua en defensa del Derecho de los Pueblos a la No Intervención”. En 1986, el fallo de la Corte Internacional de Justicia tuvo un fuerte impacto en el contexto internacional y regional.
Junto con otros acontecimientos y acciones, como la ofensiva militar de la Operación Danto, el proceso diplomático de Esquipulas y la negociación de los Acuerdos de Sapoá, la sentencia de La Haya de 1986 apoyó mucho para permitir al Frente Sandinista de Liberación Nacional y el Pueblo de Nicaragua llevar a cabo de manera exitosa un proceso de Paz que culminó en las elecciones de febrero 1990 y la primera transición pacífica de gobierno entre fuerzas políticas opuestas en la historia del país.
Ahora, en un nuevo contexto internacional, el caso de Nicaragua contra Alemania por su complicidad en el genocidio sionista contra el pueblo palestino, es otro aporte importante a la construcción de un nuevo orden mundial más justo y democrático. Sea cual sea la resolución de la Corte Internacional de Justicia, el caso refleja la resoluta afirmación de la autoridad moral y la justicia, aun ante la descarada falta de vergüenza de los criminales que dirigen los Estados Unidos y sus aliados, ahora que enfrentan un marcado declive de su poder e influencia en el mundo.
Toda la vida, como parte de su interminable guerra psicológica, Estados Unidos y sus aliados europeos han sido especialmente cínicos en aprovechar las horrorosas atrocidades cometidas por la Alemania Nazi y el imperio japonés para camuflar sus propios innumerables crímenes contra la humanidad, durante siglos de genocidio y esclavitud y sus repetidas guerras de dominación.
Con mucha justicia se hace la comparación del genocidio sionista del pueblo palestino con las políticas genocidas de los alemanes nazis y sus colaboradores europeos contra los pueblos eslavos y las familias judías europeas, entre otros. Y con toda razón nuestro comandante Daniel ha observado “…eso es el Nazismo, la expresión más desarrollada del capitalismo en Europa”.
Así que es saludable recordar, a como nos ha recordado el comandante Daniel, que las políticas genocidas eran comunes en todos los poderes europeos en sus colonias en el mundo mayoritario. Como notó la filósofa francesa Simone Weil, la innovación de la Alemania Nazi fue aplicar esas mismas políticas genocidas coloniales a las propias poblaciones europeos. También vale la pena notar que la gran mayoría de las poblaciones europeas colaboraban con las fuerzas alemanes nazis, especialmente en la masiva ofensiva contra la Unión Soviética.
Y esto es el fondo de la observación del Dr. Carlos Argüello sobre la falsedad del Occidente, cuando sus hipócritas dirigentes afirman su superioridad moral como defensores del derecho internacional, ya que, como aclaró el Dr. Argüello, Nicaragua puso “en evidencia, que los Estados Unidos era falso que respetara el Derecho, que no eran razones de justificación de Derecho que impulsaban su política, sino estrictamente sus intereses económicos y monopolísticas.
Eso es lo que nosotros pusimos en evidencia y que ha quedado en evidencia todo este tiempo…cuando fuimos a la Corte hace 40 años pusimos en evidencia por primera vez esa situación: Que no es cierto que aquí están defendiendo el Derecho y la Moral… ¡No! Nicaragua lo estaba haciendo, Nicaragua es la que estaba defendiendo el Derecho.”
Vale la pena recordar que cuando Nicaragua presentó su caso en 1984, lo hizo en el mismo momento histórico que la ilegal agresión y ocupación del Líbano por el régimen sionista israelí y la guerra de terror contra Angola y Mozambique por las fuerzas terroristas del entonces régimen supremacista blanco de Sudáfrica. En ambos casos, los países occidentales ignoraron los múltiples crímenes de lesa humanidad y violaciones del derecho internacional de parte de los regímenes de Israel y Sudáfrica de aquel entonces.
Vale la pena recordar que, en 1973, las Naciones Unidas había adoptado la Convención contra el Apartheid, o sea la aplicación sistemática de políticas racistas contra una población. La Convención se hizo efectiva en 1976. Pero los gobiernos de los países de la OTAN, a pesar de las sanciones impuestas por Naciones Unidas contra Sudáfrica, siguieron apoyando su régimen racista.
De la misma manera que Estados Unidos y sus aliados apoyaban a la Contra para intentar destruir la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua, usaban fuerzas similares como UNITA en Angola y RENAMO en Mozambique para atacar e intentar destruir las revoluciones en aquellos hermanos países africanos.
Sin embargo, la vigencia de la existencia de la Convención contra el Apartheid, y las sanciones autorizadas por la ONU, ayudaron a crear el contexto que conducía de manera ineluctable a la derrota del régimen abiertamente racista que gobernó Sudáfrica en aquel entonces. Por supuesto, el elemento decisivo fue la intervención militar cubana a favor de Angola con los aviones de combate soviéticos, que destruyeron tanto la aviación militar sudafricana como sus fuerzas terrestres.
Fue la decisiva batalla de Cuito Cuanavale de 1988 que quebró el poder militar sudafricano y forzó al régimen racista a reconocer que no iba a poder ganar la guerra contra sus países vecinos. Tres años más tarde, Nelson Mandela fue liberado y en 1994 asumió como presidente de la Sudáfrica libre. Igual que el triunfo del pueblo nicaragüense, la victoria del Congreso Nacional Africano y su Pueblo en Sudáfrica resultó de una compleja combinación de factores y fuerzas.
Entre éstos, el categórico rechazo del sistema de apartheid por la enorme mayoría de la opinión mundial fue fundamental y se expresó de manera formal en las normas del derecho internacional establecidas por la Convención contra el Apartheid. Ahora, podemos ver un proceso similar en camino en relación a la lucha del pueblo palestino para su liberación e independencia.
De la misma manera que los poderes occidentales protegieron al régimen racista de Sudáfrica y trataron como letra muerta la Convención contra el Apartheid, Estados Unidos y sus satélites han violado la Convención contra el Genocidio durante décadas, al no prevenir, sino facilitar, la insidiosa política genocida en cámara lenta del régimen sionista contra el pueblo palestino. Ha sido la decisiva acción militar Inundación Al Aqsa del mes de octubre del año pasado, coordinada entre las diversas fuerzas armadas palestinas, lo que ha cambiado el equilibrio político-militar a favor del pueblo palestino.
Ha llevado al primer plano ante el mundo entero la criminal naturaleza genocida del régimen israelí. Existe una fuerte correspondencia histórica entre la decisiva batalla de Cuito Cuanavale y la ofensiva militar palestina Inundación Al Aqsa del año pasado. Como ha admitido Haaretz, el propio diario principal de los medios sionistas, Israel no ha logrado ninguno de los objetivos de su ofensiva contra Gaza. No ha logrado destruir la estructura política y militar de Hamas y sus fuerzas aliadas. No ha logrado liberar las y los rehenes en manos de las fuerzas palestinas.
No ha podido asegurar la seguridad del territorio palestino ocupado ni alrededor de Gaza ni en la frontera con el Líbano, de donde se han fugado decenas de miles de colonos israelíes y sus familias. Y tampoco ha logrado mitigar el oprobio prácticamente universal provocado por la masiva destrucción indiscriminada de residencias e infraestructura vital, las masacres de miles de familias enteras, de miles de niñas y niños y ancianos, la destrucción deliberada de escuelas y hospitales, el asesinato de cientos de periodistas, docentes, médicos, enfermeras y paramédicos y la imposición deliberada de una hambruna contra la población civil de Gaza al impedir la entrada de alimentos y agua.
Todo indica que el régimen sionista enfrenta una crisis existencial ahora de la misma manera que el régimen racista de Sudáfrica hace cuarenta años. Solamente el apoyo incondicional, para el momento por lo menos, de parte de Estados Unidos y sus aliados, mantiene a flote el gobierno del primer ministro Netanyahu. Se ha demostrado que la ocupación sionista de los territorios palestinos es insostenible militar y políticamente.
Solo queda a ver cuánto tiempo más y hasta qué punto las y los criminales dirigentes occidentales van a seguir negando los principios fundamentales del derecho internacional humanitario. No es un accidente que ha sido el gobierno de Sudáfrica el que presentó ante la Corte Internacional de Justicia el caso contra Israel por su genocidio del pueblo palestino.
El caso definitivamente contribuye a crear un contexto político y diplomático que aumenta las posibilidades para el pueblo palestino de lograr finalmente una medida de la justicia que se le ha negado durante más de un siglo, desde la infame Declaración Balfour de 1917. Tampoco es un accidente que ha sido Nicaragua la que juega un papel decisivo en este proceso, tanto por motivo de su propia historia como por motivo del su histórico compromiso inquebrantable con el antiimperialismo. Como recordó el presidente comandante Daniel el año pasado, cuando otorgó al Dr. Carlos Argüello la Orden Augusto C. Sandino en su Máximo Grado Batalla de San Jacinto:
“Hoy que conmemoramos este Aniversario del Fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, sentencia que conmovió los cimientos de los Imperialistas, los conmovió, los sacudió, los exhibió como terroristas, como criminales… Un Estado terrorista es el Estado yanqui, el Estado más terrorista, que ha lanzado por todos lados agresiones, invasiones, ha sembrado muerte en todo el Mundo. Es decir, el Estado yanqui es la expresión más desarrollada de los Imperialismos de la Tierra…
“Y nosotros los nicaragüenses retamos a los Estados Unidos, lo retamos a que cumplan con lo que manda el Derecho Internacional, que empiecen por cumplir con esta Sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que los manda a indemnizar a Nicaragua… ¡Cumplan! ¡Cumplan! Qué cumplan, y entonces, bueno, se podrá empezar a creer en que los Estados Unidos van a rectificar…”