Contra el Papa, Cuba, Rubén Darío y el padre D’Escoto

Mary Anastasia O’Grady, una recalcitrante anticomunista del diario norteamericano The Wall Street Journal, incluyó en una de sus columnas el nombre de Rubén Darío como una de las personalidades latinoamericanas que han adversado a Estados Unidos.

 Igualmente la agarró en contra del pontífice por haber levantado la prohibición que hiciera el papa polaco Karol Wojtyła al sacerdote nicaragüense Miguel D’Escoto Brockman, para oficiar misa.

En un libelo en contra de Cuba, Mary Anastasia cita al historiador mexicano Enrique Krauze, quien en su libro Redentores, de 2011, menciona al poeta nicaragüense Rubén Darío y al historiador franco-argentino Paul Groussac, quienes caracterizaron a los estadounidenses como “bestias incivilizadas”.

El escrito de O’Grady tuvo su origen en la visita que hizo el presidente cubano Raúl Castro al papa Francisco en el Vaticano el pasado 10 de mayo.

La ultraderechista mujer no logra disimular su encono y plantea que pudo tratarse desde un «Caballo de Troya», hasta una posible antipatía del Pontífice por los Estados Unidos, como las causas posibles que llevaron a esa cumbre histórica.

Entre sus “reflexiones”, O’Grady señala que el jefe de Estado Vaticano ayuda a limpiar la imagen del histórico dirigente cubano. Le molestan, además, a la columnista, la calidez y hospitalidad que el papa Francisco le mostró a Raúl Castro en el Vaticano hace unos días, y que según ella, “dejó atónitos a muchos católicos”.

Pasando por “purista” religiosa, O’Grady señala que Castro se burló de la fe al bromear que si el Papa se portaba bien, él podría regresar a la Iglesia católica. Tampoco le gustó que Raúl regalara al Papa una pieza de arte que mostraba a un migrante rezando. ¿No son acaso los Estados Unidos los culpables –con su inmoral bloqueo-, de que muchos cubanos quieran irse de la isla?

No le gustó, por supuesto, a doña María Anastasia, que el papa Francisco le diera al mandatario cubano una copia de su exhortación apostólica de 2013 titulada La alegría del Evangelio, en la que critica duramente la libertad económica. “Es como predicarle a los devotos. Como dijo Raúl, ‘Él es jesuita y yo también fui a una escuela jesuita’», cita la furibunda señora.

Concede que quizás Francisco busque acercarse a Cuba para cambiarla, pero prefiere “sospechar” que “la reconciliación con Castro tiene raíces más mundanas”.

Y agrega como quien descubre el agua helada: “El Santo Padre es un hijo de la Argentina del siglo XX, definida ideológicamente por el nacionalismo, el socialismo, el corporativismo y el sentimiento antiestadounidense. No me extrañaría descubrir que estas tendencias influyen en sus opiniones sobre los Estados Unidos y la isla a 144 kilómetros de sus costas”.

Añade más de su bilis: “Cuando la dictadura cubana perdió a su mecenas soviético a principios de la década de los 90, casi colapsó. El año pasado, los profundos problemas económicos volvieron a dar la apariencia de que obligarían a un cambio. A medida que disminuyeron los subsidios petroleros venezolanos a La Habana, el podrido sistema de la isla quedó al borde del colapso”.

La rabiosa anticomunista tampoco acepta que Obama y Raúl Castro hayan roto el hielo gracias a la intervención del Papa Francisco.

“En diciembre nos enteramos de que el papa Francisco negoció el descongelamiento de las relaciones entre Obama y Castro, que aunque es improbable que genere mejoras en los derechos humanos, ya está generando un renovado interés en invertir con el gobierno militar.

“Algunos católicos han tratado de excusar la hostilidad del Papa hacia la libertad económica en La alegría del Evangelio al argumentar que creció en una economía corrupta dirigida por el Estado y, probablemente, la confundió con un sistema capitalista. Es un disparate. El estatismo argentino explícitamente denuncia la economía de mercado.

“Hay otra explicación más factible sobre por qué el Papa muestra su desdén en su exhortación por una «cruda e ingenua confianza en la bondad de aquellos que poseen poder económico y en el funcionamiento sacralizado del actual sistema económico». Esta se encuentra en la convicción argentina de superioridad cultural sobre los capitalistas acaparadores de dinero del norte y su fe en el Estado para protegerla.

“El historiador mexicano Enrique Krauze rastrea su origen en un rechazo intelectual a los EEUU después de la derrota española en la guerra hispano-estadounidense de finales del siglo XIX. Los ejemplos que cita en Redentores, su libro de 2011, incluyen al poeta nicaragüense Rubén Darío y el historiador franco-argentino Paul Groussac, quienes caracterizaron a los estadounidenses como bestias incivilizadas. Al mismo tiempo, según Krauze, el Cono Sur, y la Argentina en particular, importaron la idea de un «socialismo que lucha para mejorar el nivel económico cultural y educativo de los pobres, a la vez que genera un estado nacionalista».

“En 1900, el uruguayo José Enrique Rodó publicó Ariel, en el que enfatiza la «superioridad de la cultura latina sobre el mero utilitarismo patrocinado» por el norte. Rodó fue «el primer ideólogo del nacionalismo latinoamericano», y su influencia se extendió por toda la región. «El latinoamericanismo, especialmente en el sur, también fue anti-yankeeismo», escribe Krauze.

O’Grady señala que sólo “puedo especular sobre las opiniones del Santo Padre sobre Cuba, pero se está ganando una dudosa reputación política.

“En agosto de 2014 levantó la prohibición al padre Miguel d’Escoto Brockmann, de la comunidad Maryknoll, para celebrar misa. El clérigo comunista, que se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores del sandinismo marxista, fue degradado por el papa Juan Pablo II por rehusarse a alejarse de la política.

“Después de levantar la prohibición, el padre d’Escoto se apresuró a denunciar al querido pontífice polaco por «abuso de autoridad». También declaró a Fidel Castro mensajero del Espíritu Santo en «la necesidad de luchar» para establecer «el reino de Dios en esta Tierra, que es su alternativa al imperio».

“La semana pasada, el reverendo Gustavo Gutiérrez, el peruano que lanzó la teología de la liberación, regresó al Vaticano. Les dijo a los periodistas que la Iglesia nunca condenó su pensamiento y elogió las ideas del papa Francisco sobre la pobreza. No mencionó la pronunciada caída de la pobreza en Perú desde que las autoridades tiraron por la borda sus ideas. Tal vez el Papa hable de ello durante su viaje a Cuba en septiembre”.

Por sus escritos, Mary Anastasia O’Grady –quien por cierto es reproducida por el diario La Prensa, de Nicaragua, con asiduidad, ha sido cuestionada por personajes como el ex presidente Jimmy Carter, a quien le reprochó el que hiciera “lobby” para la liberación de los cinco héroes cubanos que estaban detenidos en Estados Unidos.

O’Grady ha recibido también críticas por barbaridades escritas en el The Wall Street Journal, como la afirmación de que Fidel Castro desarrollaba virus para compartirlos con fundamentalistas islámicos.

Igualmente sostuvo que Hugo Chávez y Daniel Ortega estaban brindando refugio a terroristas Islámicos. ¿Y no es que el periodismo de Estados Unidos es el más serio y objetivo del mundo, ejemplo para nuestros atrasados países? En cualquier otra nación ya habrían despedido a esta señora de cualquier periódico medianamente responsable.

 

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