Para poder convertir este corazón artificial en algo lo más parecido posible a un corazón humano real, los investigadores han diseñado la interconectividad y el tamaño del órgano en placa de manera que cumpla con algunos de los parámetros normales del original.
El corazón se conecta con canales de microfluidos que lo alimentan, como si de sangre se tratase, y eliminan los residuos producidos por las células.
Además, permiten la monitorización completa de los parámetros de este corazón ante el tratamiento. De esta forma se pueden probar los medicamentos y prever con bastante precisión el efecto que tendrán en nuestro corazón.
Esto es especialmente útil, como decíamos, cuando usamos cultivos de pacientes particulares, ya que los tejidos no siempre reaccionan igual.
El corazón artificial en chip, o placa, es el segundo órgano que vemos, como decíamos. Hace un tiempo ya pudimos ver un pulmón en chip, diseñado para hacer pruebas farmacológicas también. Además, contiene en apenas unos centímetros de placa de silicona, un diminuto corazón pulsante, formado por células cardíacas y que vive como un corazón normal.
Pero no imaginen un corazón con forma de corazón. Puesto que su finalidad es estudiar cómo reacciona ante diversas sustancias, no necesita tener forma de corazón. En vez de eso, las placas permiten desarrollar este diminuto corazón artificial de una manera más barata, eficiente y de fácil transporte.
Así, podría ser usado por los laboratorios de todo el mundo, pudiendo desarrollar minúsculos corazones personalizados de cada persona en un hospital o desarrollando nuevas técnicas sin tener que emplear animales para estudiar la reacción de las células.
Fuente: La Patilla