* El evento reúne a líderes europeos, latinoamericanos y caribeños para fortalecer la cooperación birregional en una serie de temas. La UE desea aumentar sus inversiones en el continente, pero la controversia con las invitaciones a los líderes y la imposición de una agenda en torno a Ucrania enturbia el ambiente político, opinan los analistas.
La cumbre entre la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) reúne en Bruselas a jefes de Estado y de Gobierno europeos, latinoamericanos y caribeños el 17 y el 18 de julio. Pese a ser el principal foro de diálogo y cooperación entre Europa y América Latina y el Caribe, se trata del tercer encuentro de su historia, pero el primero desde 2015.
Se pretende dar desarrollo a prioridades compartidas como las transiciones digital y verde, la lucha contra el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la salud, la seguridad alimentaria, la migración, la seguridad y la gobernanza, además de la lucha contra el crimen transnacional. A ello se suma, potenciar la alianza entre dos regiones que suponen el 21% del PIB mundial, un tercio de todos los Estados del planeta y más de 1.000 millones de sus habitantes.
El evento lo presiden el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves. Pero de los 33 países que componen la CELAC, no todos acuden a la cita con representaciones de máximo nivel. México, Perú, Nicaragua, El Salvador, Granada, Trinidad y Tobago, Guatemala y Santa Lucía lo hacen representados por sus responsables de política exterior, mientras que Panamá y Venezuela participan mediante sus vicepresidentes.
Bajo perfil
En buena medida, la notoria ausencia de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, Andrés Manuel López Obrador, de México, y Daniel Ortega, de Nicaragua, es producto de las tensiones derivadas en torno a la intención de cursar o no las invitaciones a según qué mandatarios, decisión que supuestamente se proyectó tomar en el seno de la UE.
«La falta de transparencia y la conducta manipuladora de la Unión Europea en la preparación de la cumbre, ponen en serio riesgo el éxito de la reunión», manifestó el canciller cubano, Bruno Rodríguez, en vísperas del evento al detectar en Bruselas la intención de decidir quién podía acudir y quién no.
«Las declaraciones de Bruno Rodríguez son la expresión de un malestar por la decisión de imponer una agenda al continente», explica a Sputnik Augusto Zamora, exdiplomático nicaragüense y profesor universitario de derecho internacional público y relaciones internacionales en la UAM. En sus palabras, hay un «bajo perfil» de varias delegaciones y la cumbre se celebra en un «mal momento para la UE», al entender que esta quiere ejercer de cara más amable de una misma moneda.
«Porque ahora mismo la UE es el doctor Jekyll de la OTAN, pues todo su temario internacional lo ocupa Ucrania. Y esta es una agenda que ha sido rechazada por Latinoamérica».
¿Agenda oculta?
A juicio de Zamora, con esta agenda la UE quiere utilizar la cumbre para atraer a los países de la CELAC a las políticas europeas de sanciones contra Rusia y de envío de armas a Ucrania, así como «demostrar el aislamiento de Rusia» en el mundo.
«Pero lo que se está revelando es que quienes están aislados son los europeos. Y en este sentido, la cumbre supone para la UE un batacazo», asegura el analista, al recordar el deseo de países como «México, Argentina y hasta Nicaragua» de unirse al grupo BRICS, «donde ya está el más importante de todos ellos, Brasil».
España, que ejerce la presidencia de turno semestral del Consejo de Europa, era favorable a la presencia de Volodímir Zelenski en la cumbre y a tal fin Pedro Sánchez lo invitó a participar en la misma durante su última visita a Kiev. Pero varios países latinoamericanos mostraron su desacuerdo con la presencia, personal o virtual, del presidente ucraniano y con el hecho de que se intente introducir aspectos externos al ámbito birregional.
«La UE quiere escenificar que Latinoamérica está con ella, pero no es así porque su principal socio comercial es China, y Rusia es un importante socio militar y político», señala Augusto Zamora a tiempo de notar la idoneidad de la cumbre para que Pedro Sánchez «se proyecte de cara a las elecciones como estadista».
El aspecto económico
Precede a la cumbre un foro empresarial UE-CELAC el mismo 17 de julio. Por otro lado, está previsto que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) anuncie la firma de varios préstamos por un valor de 800 millones de euros para financiar proyectos de acción por el clima en Argentina, Brasil y Chile.
También se intenta dar un impulso a diversos acuerdos comerciales con Chile, México y Mercosur. Bruselas negocia la extracción de litio en el país andino y con tal objeto ya conversaron el pasado 14 de julio en Madrid el presidente de turno de la UE, Pedro Sánchez, y su homólogo chileno, Gabriel Boric. Bajo el nombre de Global Gateway, la Comisión Europea anunció un plan para destinar a Latinoamérica y el Caribe más de 45.000 millones de euros en inversiones «inteligentes».
Pero el acuerdo con Mercosur está empantanado. Porque si la política agraria común europea no escatima subvenciones para hacer su agricultura y ganadería viables, no está claro cómo podría asumir una llegada masiva de grano de soja y carne a precios baratos, por ejemplo. La complejidad es máxima y la conveniencia para uno y otro lado del Atlántico es dudosa, advierten los economistas.
«No veo cómo puede llegarse a un acuerdo paritario entre los dos bloques», declara a Sputnik el economista y autor Santiago Niño Becerra, catedrático emérito de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull de Barcelona. «La productividad de la mayor parte de la UE es muy superior a la de casi toda la CELAC y el poder adquisitivo de esta es menor o mucho menor que gran parte de la UE», advierte. No obstante, cualquier intercambio «ha de valorarse», aunque haya que sumar «muchas toneladas métricas de bananas ecuatorianas» para importar maquinaria y altas tecnologías.
«Pero los momentos políticos de todos los países de la CELAC no coinciden, lo que perturba aún más el acuerdo. Y Brasil y otros países ya han dicho que no quieren llegar a acuerdos neocoloniales».
«El acuerdo entre Mercosur y la UE es inviable por principio, porque Mercosur representa un mercado exportador, mientras que el de la UE es de naturaleza proteccionista, así que los intereses económicos están cada vez más alejados», añade Augusto Zamora.
Sin declaración conjunta
Con el contexto descrito, cabe preguntarse por las perspectivas finales de la cumbre UE-CELAC, más allá de los buenos propósitos en un escenario que Augusto Zamora describe de pretendida e irreal «fiesta occidental-latinoamericana y del Caribe».
«No habrá grandes acuerdos», asegura el analista, para quien las posiciones de ambos bloques son opuestas entre sí y no dejarán espacio para un gran mensaje institucional. «Las propias fuentes de la UE dicen que ni siquiera habrá una declaración conjunta».
«Las líneas son antagónicas. La línea que defiende la UE es antichina, pero China es el principal socio comercial de Latinoamérica. Nunca ha habido más alejamiento entre la UE y Latinoamérica que ahora. Así que la cumbre nace muerta, no hará nada sustantivo, las posiciones se hallan muy separadas».
Tampoco cabe esperar pronunciamientos por separado de los países de la CELAC, pues como afirma Zamora, esta organización expondrá una posición «unitaria» y actuará como una única voz. Ni siquiera la de líderes, en principio más del gusto de Bruselas, como el propio Gabriel Boric.
«Boric tiene poco crédito en Latinoamérica, pues se esperaba otra cosa de él, y no es una figura relevante. Pero no apoyará la posición de la UE sobre Ucrania», concluye Zamora, al recordar que esa voz unitaria es un reflejo de la posición en contra de EEUU, «en especial de aquellos Estados que han sido avasallados por este país».