* El asesino del líder religioso siempre lo habría calificado como un hombre “mentiroso y manipulado por el comunismo”.
María Luisa D`Aubuisson de Martínez apenas reconocía el hombre en el que se había convertido su hermano, Roberto D`Aubuisson, luego de permanecer algunos años bajo la influencia militar. Enseñanzas que posteriormente lo habrían llevado a dar las órdenes para que asesinaran a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, a quien siempre calificó como “un hombre comunista”.
D`Aubuisson alcanzaba los 17 años de edad y su madre lo había enlistado en las filas de la Escuela Militar, en San Salvador, luego de considerar que sería la mejor solución para controlar la rebeldía que su hijo había presentado en los últimos años de su vida escolar. “Pero la idea no era que se convirtiera en un militar”, cuenta su hermana.
Aunque la relación con su hermano siempre fue positiva, D`Aubuisson de Martínez señala que la relación entre ambos habría cambiado desde su ingreso a la escuela militar y posteriormente a la Escuela de las Américas en Panamá, donde presuntamente le habrían inculcado todo su rechazo por el comunismo.
“Hasta antes de cumplir los 17 tuve una relación muy cercana, pero una vez entró a la escuela militar, ahí le cambió la vida (…) Ahí lo convirtieron en un fanático anticomunista. Desgraciadamente para él, el comunismo era todo, cualquier tipo de organización o líderes sociales. En esos momentos todo le era sospechoso”, recuerda.
Fue precisamente en la década de los setenta y desde su concepción anticomunista radical que D`Aubuisson empieza a poner su mirada en el recién nombrado arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero, quien empezaba a dar sus primeros pasos en la defensa por los derechos humanos de los sectores más desprotegidos.
Para entonces, “el gran amigo”, como califica D`Aubuisson de Martínez al sacerdote Fredy Delgado, habría sido la conexión para que D`Aubuisson empezara a tener una idea de los supuestos “sacerdotes comunistas” que se encontraban dentro de la iglesia católica.
“Tenía mucha relación con Fredy Delgado, sacerdote y un gran activista del partido ARENA y quien le informó de todos los sacerdotes comunistas que habían en la iglesia, y muchos de ellos empezaban a morir”, apunta la hermana del presunto asesino de Romero.
Sin embargo, aunque Romero habría estado siempre en la lista de “sospechosos”, no habría sido hasta la muerte del también sacerdote Rutilio Grande, cuando Romero adopta su postura por la denuncia social, que el mayor D`Aubuisson habría expresado abiertamente su repudio hacia el arzobispo capitalino.
“Lo dijo en múltiples ocasiones en medios de comunicación cuando lo calificó como mentiroso, manipulado por el comunismo, asociado del pueblo”, agrega D`Aubuisson de Martínez.
Pese a que D`Aubuisson tenía un carácter conservador y a veces alegre; su postura radical, anticomunista, su vocación por la represión y su orgullo por lo que hacía, fueron motivos suficientes para que D`Aubuisson de Martínez se alejara de su hermano y de su familia, agrega.
“Él siempre se mostraba orgulloso de los que hacía, aseguraba que era parte de una organización importante (ORDEN), que colaboraba activamente para liberarnos de la garra del comunismo (…) y en cada reunión familiar todos le aplaudían, lo apoyaban, lo animaban, sus otros hermanos, sus primos y todos fueron fundadores de ARENA”, explica.
El 24 de marzo de 1980, el mayor D`Aubuisson, quien también fundó el partido ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) habría dado la orden a sus subalternos para que asesinaran a monseñor Romero por considerarlo como una de las máximas expresiones del comunismo durante la época, según apunta el informe de la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas en El Salvador, publicado en 1993.
Romero recibió la bala de un francotirador en su pecho mientras oficiaba una misa en la capilla del hospitalito Divina Providencia, en San Salvador. Sin embargo, tras su muerte hubo más preguntas que respuestas y los responsables intelectuales del caso no fueron judicializados.
“Lo vi después de la muerte de Romero, pero no conversábamos sobre nuestras posturas, no era conveniente tocar el tema porque no lo convencería de lo contrario y era ilógico pensar que lograría hacerlo cambiar de opinión”, recuerda D`Aubuisson de Martínez.
Aunque el informe de la Verdad habría gozado de gran credibilidad por múltiples sectores en el país, D`Aubuisson de Martínez asegura que el documento siempre fue considerado como “una mentira para su familia”.
“Siempre se sostuvo que no era una información correcta, que era manipulado por el Estado de Inteligencia de Estados Unidos, y que en la ONU estaba infiltrado el comunismo; la ONU no era de confianza. Nadie quiso creerlo”, cuenta.
Tal ha sido el rechazo que la familia del ex mayor ha sostenido hasta hoy que aún representantes de su partido, ARENA, se han mantenido al margen del tema y han asegurado la inocencia de su dirigente.
Mientras tanto, D`Aubuisson de Martínez señala que la distante relación que había mantenido con su familia desde la juventud, se hizo más común. “Fue una situación bastante incómoda, traté de ser prudente y no hacer sufrir a mi familia y guardar mejor la distancia. Lo asumí como un complejo, no querían que me identificaran como su pariente por todo lo que se le acusó, pero he tenido que cargar toda la vida con eso, librándome de complejos”, detalla.
Pese a la supuesta responsabilidad en la muerte de monseñor Romero, que causó un gran revuelo entre sus más fieles feligreses y entre quienes se oponían a su causa, D`Aubuisson siguió destacándose por su liderazgo político que lo llevó a la presidencia de la Asamblea Constituyente y a abrir el camino para que su compañero de partido, Alfredo Cristiani, llegara a la presidencia salvadoreña, en junio de 1989.
Tres años después del primer gobierno liderado por su partido y un año después de la firma de los Acuerdos de Paz que puso fin al conflicto armado salvadoreño, D`Aubuisson murió a consecuencia de un cáncer de esófago.
“Aunque estaba enfermo, él nunca se arrepintió de nada y no se lo pregunté (…) Creo que D`Aubuisson hubiese sido otro hombre, de no ser por sus estudios militares radicales que lo transformaron. Nuestra familia ya era conservadora, pero no teníamos esos antecedentes, aunque si eran muy apegados a gobiernos militares”, apunta.
Fuente: El Faro.
Paradójicamente, D’Aubuisson de Martínez se convirtió en una de las más intrínsecas defensoras de la causa de monseñor Romero y una de las impulsadoras de la fundación con el mismo nombre. Aunque en sus venas siempre lleve la misma sangre de un supuesto asesino.
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