Carla Lucía Stefaniak (Venezuela), Trinidad Matus (México) y Arantxa Gutiérrez (España) vinieron a Costa Rica en 2018 y no pudieron volver a sus países: fueron asesinadas.
Los sospechosos son personas que ingresaron a nuestra tierra aprovechando una política migratoria «de brazos abiertos», encontraron un sistema de justicia débil y ahora esperan un juicio con la firme esperanza de salir bien librados o, en caso se ser condenados, gozar la libertad antes de cumplir la condena gracias a «los beneficios».
El pesar que el pueblo costarricense, honrado y trabajador, siente con estas jóvenes es grande. Ellas llegaron a disfrutar nuestros ríos, playas y montañas, pero la llama de la vida fue apagada por quienes llegaron a delinquir, no a trabajar.
Bienvenido sea el migrante que ingresa respetando los procedimientos legales, los que buscan oportunidades y aman esta Patria como propia, la aprecian y respetan, pero malditos sean los que llegan a sembrar el robo, violencia y la muerte de la que dicen querer huir.
La ola de violencia e inseguridad nos afecta, hemos llamado la atención a las autoridades sin embargo el pueblo honesto sigue acorralado por los criminales, quienes ahora también están destruyendo la vida de nuestros visitantes, afectando gravemente el ánimo nacional y la industria turística que es grande generadora de empleo.
Nuestra condolencia con las familias de estas mujeres que llegaron al país pura vida y encontraron pura muerte.
Vivir en paz es nuestro derecho.
Fuente: Seguridad Nacional, página de Facebook de Costa Rica.