Del Plan Cóndor, los lawfare, proscripciones y otras tropelías

Antonio Gaudín | Ángel Guerra Cabrera

Sebastián Piñera, Jeanine Áñez, Jair Bolsonaro, Luis Lacalle Pou, Mario Abdo Benítez. Si por ellos fuera, además de la restauración neoliberal ya estarían volviendo, también, a los tiempos del Plan Cóndor. O al mismísimo Plan Cóndor.

La represión en el Chile de Piñera y en la Bolivia de Áñez no le envidian en nada a la de aquellos tan cercanos tiempos. Los exabruptos de Bolsonaro sonrojarían a cada uno de los cinco generales/dictadores que ultrajaron a Brasil.

En Uruguay, nunca en el cuidadoso retorno a los buenos modales, los peores torturadores reivindicaron el uso de la picana eléctrica como hoy lo hace Jorge Larrañaga, el ministro de Lacalle que coordina a los 30 mil policías del país (uno cada 113 uruguayos). Argentina no tiene buenos vecinos, y lidiar con ellos en el Mercosur, el único proyecto de integración que queda en pie, no es tarea sencilla.

¿Y Abdo Benítez? Marito. Porque Mario era su padre, uno de los mejores delincuentes acuñados por la dictadura (1954-1989). Con una sonrisa pícara, y ante un vaso vacío que lo liberó de toda precaución, el 20 de julio el presidente paraguayo aprovechó un corte de cinta para volver a expresarle su admiración al dictador Alfredo Stroessner.

¿Por qué ese día? Por pura fidelidad, porque tenía ganas. En la sobremesa, tras inaugurar en San Pedro una sede del Instituto de Previsión Social, dijo que allí iniciaba un tour que lo llevaría a la ciudad de 3 de Noviembre.

“Ipu porá la 3 de Noviembre, ¿nahaniri? (Suena bien la canción 3 de Noviembre, ¿no?)”, exclamó al referirse a su próxima escala. Antes, ese día, fecha del nacimiento del dictador, uno de los pilares del Plan Cóndor, el Partido Colorado y sus fieles le rendían homenaje al general.

Sin rubores, como antes, con absoluta convicción, el vecino recordó con amor al asesino que durante 35 años regó al país con sangre de su pueblo.

Bolivia Ecuador: Sacar del juego a Evo y Correa

El Lawfare, o guerra por medios legales y judiciales contra los líderes de izquierda en América Latina y el Caribe, se ha aplicado en varios países. Resaltan, en Brasil, los casos del golpe legislativo, judicial y mediático contra la presidente Dilma Rousseff, y las falsas acusaciones y espuria condena contra Lula da Silva para evitar que fuera candidato y seguro ganador de las elecciones. O, en Argentina, la feroz persecución e intento de juzgar, sin pruebas, a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Al respecto, Cecilia González expone en Nodal si los opositores pueden ganar las elecciones, mejor evitar que se postulen. Esta fórmula recorre América Latina, ahora en particular en Ecuador y Bolivia, donde los oficialismos están haciendo todo lo necesario para impedir, a como dé lugar, el retorno al poder de los partidos de los ex presidentes Rafael Correa y Evo Morales.

González llama la atención sobre la eventual cancelación de la democracia en estos dos países si los gobiernos de Moreno y de la autoproclamada Áñez insisten en sus ilegales y antidemocráticos intentos de sacar del juego a partidos con gran arraigo electoral, o con el mayor, como es seguro en el caso de Bolivia.

Esclavitud y subdesarrollo

Los países anglófonos de la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom) celebraron ayer el Día de la Emancipación de la Esclavitud. Su presidente pro tempore y primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, llamó a los estados miembros a continuar reclamando las reparaciones que, justamente, merecen los países que sufrieron la esclavitud, para paliar los efectos subdesarrolladores de ese flagelo, que se extienden hasta hoy, reporta PL. El lastre esclavista trasciende al Caribe. Basta mirar a los afrodescendientes en Estados Unidos o Brasil, esos paraísos de la democracia y los derechos humanos.

Punto final

Si Brasil hubiera hecho lo que el buen sentido manda, no estaríamos con 90 mil cadáveres, lo que transforma a Bolsonaro en un genocida, denunció el ex presidente Lula da Silva, quien acusó a Bolsonaro de menospreciar el peligro del coronavirus.

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