Democracia, clase y lucha contra la recolonización

Por haber perdido Eurasia, las élites estadounidenses y sus aliados han enfocado su atención mucho más en América Latina y el Caribe para poder volver a consolidar su control absoluto de los recursos de la región. Trabajan para destruir los movimientos y líderes políticos que defienden las mayorías empobrecidas contra la agenda neocolonial del Occidente. Las élites occidentales dedican especial atención, junto con sus aliados locales, a la eliminación de toda expresión de la soberanía internacional. Desde adentro de los países, socavan y cooptan los gobiernos y las instituciones. Desde afuera, desplieguen todo tipo de agresión financiera, comercial, diplomático y mediático, además del descarado hostigamiento militar.

Estos procesos fundamentales impulsaban los acontecimientos políticos y económicos en la región durante los años 1990s. Lo han hecho con una intensidad cada vez mayor desde el golpe fracasado del 2002 contra el Presidente Chávez en Venezuela y el golpe exitoso en Haití contra el Presidente Jean Bertrand Aristide en 2004.

Las recientes declaraciones agresivas del Asesor de Seguridad Nacional estadounidense John Bolton contra Cuba, Nicaragua y Venezuela señalan otra escalada explícita de un proceso ya bien avanzado bajo la administración del Presidente Obama. Esta ofensiva occidental para recolonizar América Latina y el Caribe ha resaltado los complejos enlaces en Norte América y Europa entre la cobertura mediática de noticias en el exterior y el control político doméstico.

Los recientes ataques mediáticos contra Max Blumenthal y Kerry Ann Mendoza por motivo de sus reportajes sobre un escritor estadounidense incrustado en la oposición golpista nicaragüense expuso esa realidad de manera categórica. Los periodistas y editores occidentales se preocupaban más por un activista escritor golpista deportado legítimamente a casa en los Estados Unidos que por las vidas de 22 trabajadores de la Nuevo Radio Ya atacados y casi quemados vivos por los grupos terroristas ese escritor estadounidense apoyaba. Estos periodistas occidentales comparten su función de gerentes intelectuales con académicos universitarios y las gerencias de las organizaciones internacionales no gubernamentales.

A lo largo del espectro político, personas de estos sectores se proyectan como baqueanos fidedignos a la vez que ofrecen mapas falsos del terreno de guerra psicológica que pretenden controlar. La arremetida mentirosa de John Bolton contra Cuba, Nicaragua y Venezuela como una «troika de la tiranía» develó el pernicioso papel de clase de estos desleales, interesados individuos en los medios, universidades y ONGs occidentales quienes atacan los gobiernos de estos países con las mismas informaciones falsas y omisiones deliberadas que Bolton. Unos ejemplos recientes en el caso de Nicaragua demuestran esto claramente.

El Profesor de Sociología Benjamin Waddell alega falsamente que el gobierno Sandinista ha prohibido protestas públicas. De hecho, lo único que ha hecho el gobierno nicaragüense es aplicar las leyes existentes en conformidad con las normas del orden público norteamericanas y europeas. Ahora las protestas públicas en Nicaragua requieren permiso de la policía y de ponerse de acuerdo de manera formal con la hora y ruta de la manifestación. Anterior a esta medida, las extremistas de la oposición política en Nicaragua usaban armas de fuego de manera rutinaria para provocar heridos y muertos, ya que necesitaban bajas para poder alegar el uso de represión letal en su contra.

El mismo Waddell menciona bajas, entre ellas «un joven de 16 años herido en fuego cruzado entre fuerzas del gobierno y manifestantes». Una versión más honesta habría notado los informes de la Comisión de Verdad, Paz y Justicia, una entidad independiente de la Asamblea Nacional, que demuestran como el informe, en base a que Waddell escribe su artículo, incluye más de cien muertos sin ninguna conexión a las protestas contra el gobierno, además de otra cantidad de supuestos muertos sin documentación alguna. Waddell tampoco cita informes independientes los cuales confirman que alrededor de 66% de los fallecidos durante el período del fallido intento de golpe de estado fueron simpatizantes Sandinistas o personas transeúntes en el momento de los hechos que no tenían afiliación política alguna.

Desde la otra acera política a Waddell, Bill van Auken explica en relación al Presidente Daniel Ortega que, “Hasta ahora, Washington ha mostrado cierta ambivalencia hacia el gobierno del dirigente Sandinista, quien regresó al poder en 2007 en base a un programa económico que favorecía los intereses del capital nicaragüense y extranjero». No, no ha leído mal. Van Auken verdaderamente argumenta que el gobierno estadounidense ya no va a tolerar un régimen en Nicaragua que favorezca los intereses del capital extranjero. Este tipo de mal informado comentario irracional es típico en la cobertura occidental sobre Nicaragua.

Otros escritores despliegan su haragana ignorancia por medio de descaradas falsedades. La académica, Jenny Pearce, al comentar sobre el fallido intento de golpe de estado en Nicaragua alega que el Presidente Ortega “respondió a las protestas contra la corrupción y autoritarismo por desatar fuerzas para-policiales contra los manifestantes».

De hecho, el Presidente Daniel Ortega respondió oportunamente a las extremadamente violentas protestas inciales de la oposición por llamar al diálogo nacional con la mediación de la Iglesia Católica. Sin embargo, Pearce aumenta su inicial falsedad cuando alega que «la mayoría» de las y los golpistas en Nicaragua «ni son contrarrevolucionarios ni son de la derecha». Pero la realidad es totalmente lo opuesto. Los golpistas o son personajes de la derecha muy conocidos en Nicaragua o son destacados miembros de grupos financiados del exterior que desde hace mucho tiempo han sido aliados políticos de la derecha nicaragüense.

Los golpistas se identificaron rápidamente y abiertamente: Piero Coen, el individuo más rico de Nicaragua; Micheal Healy gerente de intereses agro-empresariales de Colombia; la organización del empresariado privado COSEP; los fascistas obispos de la Iglesia Católica; los partidos políticos de extrema derecha; ONGs y medios financiados por las autoridades estadounidenses, todos estrechamente asociados con el partido MRS alineado con políticos intervencionistas estadounidenses; el Movimiento anticanal, financiado desde el exterior; y un pequeño número de estudiantes sin ninguna base masiva. Los dirigentes, ONGs y medios del MRS que abiertamente aceptan financiamiento de las autoridades estadounidenses y buscan el apoyo de políticos estadounidenses fascistas como Marco Rubio e Ileana Ros-Lehtinen. Sin embargo, Jenny Pearce opina que estos componentes “expresan una política desde abajo para la democratización, la ética, la equidad, y defensa de las tierras y el medio ambiente».

Otro respetado académico universitario, el economista belga, Eric Toussaint, supera el falso análisis de Pearce con desinformación muy deliberada. Su más reciente ataque inicia con la falsedad, desmentido desde un inicio, que la propuesta reforma del Seguro Social en Nicaragua fue dictada por el Fondo Monetario Internacional. La verdad es totalmente lo contrario. La propuesta del gobierno defendió a los trabajadores y pensionados contra las medidas recomendadas por el FMI.

Por ese motivo los empresarios golpistas rechazaron las reformas propuestas y hábilmente usaron la manipulación masiva por medio de las redes sociales y los medios derechistas para movilizar un gran número de manifestantes mal informados. Estos manifestantes fueron rápidamente aprovechados por los extremistas opositores como carne de cañón en sus violentos ataques. A estas alturas, alguien de la preparación de Eric Toussaint no tiene excusa para volver a lanzar esa vieja mentira cuando la realidad está claramente documentada.

Entre mucha desinformación más, Toussaint defiende individuos siniestros como Francisca Ramírez y Medardo Mairena quienes en años recientes han organizado marchas y bloqueos de carreteras, a menudo violentos, para protestar contra la propuesta del Canal Interoceánico. Ahora con una mirada retrospectiva, se ve que estaban preparándose precisamente para este reciente intento de golpe de estado.

Durante el fallido intento de golpe entre abril y julio, Ramírez, Mairena y sus violentos cómplices hostigaron y extorsionaron a productores y comerciantes en su zona mientras dieron pase libre a los productos y animales de ellos y sus simpatizantes. Se ha reportado que Medardo Mairena había sido expulsado anteriormente de Costa Rica acusado de trata de personas. Ahora Mairena espera juicio acusado del asesinato de cuatro oficiales de policía y un maestro de primaria en el pueblo de Morrito, el 12 de julio 2018 cuando el intento de golpe estaba a punto de ser derrotado.

Sea de derecha o de izquierda, los apologistas del intento de golpe de estado en Nicaragua intentan esconder lo que es más que evidente. Las autoridades estadounidenses atacan los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela precisamente porque estos gobiernos han democratizado sus sociedades y economías contra los intereses de las élites occidentales y sus aliados.

El fallido golpe de estado en Nicaragua copió fielmente la serie de intentos de golpe de estado en Venezuela desde 2013. Todos estos ataques se organizaron y se programaron para facilitar las medidas de hostigamiento y bloqueo desde el extranjero con el fin de forzar un cambio de régimen. Actualmente, la gran mentira con respecto a Nicaragua es que el país sigue en crisis, cuando en realidad la crisis se acabó en el pasado mes de julio y el país ha regresado rápidamente a la completa normalidad.

El reciclaje de las falsedades y mentiras que promueven la agenda estadounidense de cambio de régimen en América Latina y el Caribe corrompe el debate democrático en los países occidentales. Además, suministra una coartada para enmarcar los desleales procesos electorales anti-democráticos de aliados estadounidenses como pasó con la elección del ideólogo fascista Jair Bolsonaro en Brasil.

Escritores antiimperialistas con una visión clara, como Max Blumenthal, Kerry Ann Mendoza y Jonathan Cook, entre muchos más, insisten repetidamente en este mismo punto. Los reportajes y análisis mentirosos difundidos por la clase de intelectuales, gerentes de ONGs y comunicadores mediáticos del Occidente, destruyen el debate democrático en Norte América y Europa en beneficio de las élites de esos mismos países de la OTAN. La cobertura occidental de América Latina y el Caribe, especialmente en este momento de Nicaragua y Venezuela, demuestran esta realidad una tras otra vez.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *