El auto proclamado en Miami: ¿Dónde si no?

Elson Concepción Pérez | Granma

Se repiten los aullidos. Los recuerdo muy bien porque desde Miami, Florida, han salido contra Cuba las más grandes amenazas, se han inventado mentiras de todo tipo, se crearon medios de prensa con dinero de los contribuyentes estadounidenses, se fabricaron organizaciones contrarrevolucionarias y se crearon grupos para realizar acciones terroristas contra nuestro país.

Allí –¿dónde si no?– el imperio ha agrupado a lo más selecto de la fauna contrarrevolucionaria y ahora le ha tocado a Venezuela la aplicación del experimento diabólico. Millones de dólares van, y millones de amenazas y aullidos de lobos sedientos de sangre han salido y vuelven a salir de una ciudad en la que, lamentablemente, una parte de sus habitantes han sido convertidos en reos de la peor política de Estados Unidos contra los pueblos de América Latina.

Estos primeros días de febrero, un farsante venezolano, quizá de los más «autoproclamados» que se conozcan a nivel mundial, Juan Guaidó, con ínfulas del mandatario que no es, y del presidente de la Asamblea Nacional, que dejó de ser, llegó hasta Miami para, según su fértil imaginación, «organizar los días finales de la dictadura de Maduro».

En un acto donde predominaban apátridas venezolanos, muchos de ellos prófugos de la justicia en su país, otros que han robado millones de dólares y algún desertor, Guaidó, eufórico, aseguró que “cuenta con el apoyo mundial para sacar a Maduro del poder”.

Para recibir el aplauso de algún “colado” en el acto, aseguró que “vamos a poner fin al maltrato cubano a la región”.

Ante tal aseveración, vale advertir, a los millones de latinoamericanos beneficiados con la atención médica de decenas de miles de galenos cubanos, que el impostor tiene dentro de sus planes acabar con esa solidaridad, no importa cuántos seres humanos se queden sin atención sanitaria.

Incluso, del selecto público salieron voces que instaban al farsante a «pedir una intervención militar de Estados Unidos» en Venezuela.

Guaidó resumió en Miami un periplo financiado con el dinero recibido de Washington, luego de ser robado de los activos en el exterior de la petrolera estatal venezolana, y que lo llevó a Colombia, Londres, Davos, Madrid y Canadá.

Aunque su propósito mayor era reunirse con Donald Trump o al menos posar junto a él para tener nuevas fotos en su currículo –y quizá ponerla junto a las que se tiró con el grupo terrorista Los Rastrojos, en Colombia–, eso no pudo ser.

La frustración del citado personaje es aún mayor al saber que, cuando estaba en Davos, adonde asistió al Foro Económico para hacer lobby contra la Revolución Bolivariana, también lo estaba Donald Trump y ahora, en su visita a Miami, “coincidentemente” Trump estaba en esa urbe, pero “jugando al golf en su club Mar-a-Lago”, y la anhelada reunión de Guaidó con su amo mayor no se produjo.

“Stay tuned” (manténganse al tanto), respondió Guaidó en inglés cuando le preguntaron en una rueda de prensa si pensaba reunirse con Trump.

De todas maneras pudo reunirse, medio a escondidas, con el senador Marco Rubio, un especialista en elaborar planes intervencionistas en América Latina.

Otra de sus afirmaciones, que bien puede pasar a la historia de la ficción, es cuando dijo a sus anfitriones de Miami que «yo soy el comandante de las Fuerzas Armadas Venezolanas».

¿Qué dicen de esto los millones de soldados, milicianos y pueblo de la nación bolivariana, comprometidos con hacer realidad el legado de Bolívar y Chávez, y estar unidos al Presidente Nicolás Maduro para derrotar cuantas maniobras y agresiones foráneas se realicen contra su país?

Cuando le fue entregada la llave de esa ciudad –yo diría una copia, porque esa llave la tienen cientos de personajes de la peor fauna latinoamericana–, el alcalde local Francis Suárez afirmó: “Es un increíble honor dar la bienvenida al presidente venezolano Juan Guaidó a nuestra comunidad y entregarle la llave de la ciudad de Miami. La lucha del presidente Guaidó por la democracia resuena profundamente con la historia de Miami, que representa la libertad y la esperanza para todos”.

Más disparates mentirosos en un solo párrafo habría que mandarlos a hacer, por supuesto, en alguna factoría de esa urbe…

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