Desde el gobierno de transición de Luiz Inácio Lula da Silva acusaron a Jair Bolsonaro por el atentado fallido en el Aeropuerto Internacional de Brasilia el sábado pasado, cuando el flujo de pasajeros aumentó debido a los viajes de Navidad. En las proximidades de esa aerostación se detuvo un camión tanque con explosivos y un sistema de detonación a distancia, que de haber funcionado, pudo causar un número alto de víctimas y haber generado el «caos» al que apuesta la ultraderecha, en vísperas de la toma de posesión del inminente mandatario del Partido de los Trabajadores (PT).
«La responsabilidad política de Jair Bolsonaro es evidente, porque él fue quien estimuló el armamentismo y los ataques a las instituciones», acusó el designado ministro de Justicia, Flavio Dino. «La toma de posesión del presidente Lula ocurrirá en paz, todos los procedimientos serán revisados para fortalecer la seguridad. El combate a los terroristas y los causantes de disturbios será intensificado, la democracia venció en las elecciones y vencerá el próximo domingo», aseguró este lunes Dino en entrevista a GloboNews.
Poco más tarde se pronunció el titular del Poder Legislativo, Rodrigo Pacheco, del conservador Partido Social Democrático (PSD). «No hay espacio en Brasil para actos análogos al terrorismo, como fue el intento de hacer explotar un camión con combustible en Brasilia, que fue abortado por las fuerzas de seguridad». «Las elecciones finalizaron con la victoria del presidente que tomará posesión el 1 de enero», tuiteó el senador Pacheco aportando un respaldo institucional que acorta el margen de maniobra a los sediciosos.
Blindar a Lula
Los censores antibombas y las vallas de protección fueron redoblados hoy en el hotel del centro Brasilia donde se hospeda Lula junto a su esposa, Rosangela Janja Silva, responsable de organizar los recitales del primero de enero, al que muchos apodaron como «Lulapalooza», donde se esperan decenas de miles de personas llegadas de varios estados.
Pero los festejos por la recuperación democrática y los rituales institucionales que enmarcan el arribo de un nuevo gobierno están bajo la amenaza de acciones violentas, lo que obliga a diseñar un nuevo esquema para blindar a Lula, explicó Dino.
Trascendió que Lula insiste en recorrer la avenida principal, la Explanada de los Ministerios, el próximo domingo a bordo del tradicional Rolls Royce descapotado, antes de prestar juramento en el Parlamento, una posibilidad cuestionada por sus asesores luego de desbaratado el plan de hacer volar el aeropuerto ideado por George Washington de Oliveira Souza, un empresario del estado amazónico de Pará donde Bolsonaro tiene una base de apoyo formada por hacendados, explotadores ilegales de minerales y contrabandistas de madera.
Expertos en seguridad estiman que sería mejor dejar en el garaje al viejo Rolls Royce obsequiado por la corona británica -absolutamente vulnerable a un atentado- y optar por un vehículo con techo y blindado.
George Washington
Poco después de ser detenido el sospechoso George Washington de Oliveira Souza, de 54 años, admitió haber colocado bananas de dinamita en el eje trasero del camión de transporte de querosén de avión para causar un «caos» que sirviese de escarmiento a los izquierdistas. Y confesó frecuentar el campamento instalado frente al Cuartel General del Ejército en la zona oeste de la Capital Federal donde cada día se realizan ceremonias religiosas intercaladas con consignas en favor de un golpe de Estado, loas a Bolsonaro y gritos sobre el imaginario «fraude» que habría cometido el Tribunal Superior Electoral (TSE) en favor del líder de petista en el balotaje del 30 de octubre.
Indagado por agentes de la Policía Civil del área de investigaciones, el imputado contó haber hablado de su plan con otros militantes bolsonaristas durante las vigilias frente a la sede donde despacha el alto comando del Ejército.
Por estar dentro de un área militar, las carpas, cocinas de campaña y baños químicos de los activistas no pueden ser removidos por la policía, sino sólo por efectivos del Ejército. El ministro en puerta Dino, reiteró su disgusto por el «dejar hacer» de los generales y anunció la decisión de que con la llegada de la próximo administración y el nombramiento de una nueva cúpula militar, estos campings fascistas serán erradicados. La expulsión de los insubordinados haría sido uno de los asuntos tratados por el futuro ministro de Defensa, José Nuncio Ribeiro, y la próxima comandancia de las Fuerzas Armadas.
Pueblo armado
Una de las consignas citadas a menudo por Jair Bolsonaro en sus actos dice «el pueblo armado, jamás será esclavizado», argumento en el cual se montó para liberar la venta de armas de guerra y la concesión casi sin controles de carnets de «Cazadores, Tiradores y Coleccionistas» (CAC en su sigla en portugués) .
En su declaración ante la policía, el sospechoso preso George Washington Souza, afirmó tener un carnet de CAC y haber seguido al pie de la letra el mandato presidencial, cuando decidió adquirir el armamento de guerra incautado en su domicilio.
Trasladado a la cárcel de Papuda -máxima seguridad- en la periferia de Brasilia, el presunto terrorista contó tener contactos con un «general», sin precisar a quien se refería. Esto dio lugar a especulaciones: unos estiman que podría ser el general Walter Souza Braga Netto, excandidato a vicepresidente de Bolsonaro y quien sería el enlace entre el mandatario y los inconformes. Otros sospechan que el contacto de George Washington sería el jefe del Gabinete de Seguridad Institucional, el general Augusto Heleno, un cuadro de ultraderecha que días atrás declaró, con su estilo provocador, que Lula no va a subir la «rampa» del Palacio del Planalto. La advertencia es alarmante, más aun si se repara en que Heleno es uno de los consejeros de cabecera del presidente en funciones.
Bolsonaro en silencio
Luego de ser derrotado en el ballotage, Bolsonaro renunció de hecho a sus funciones de jefe de gobierno para enclaustrarse en la mansión oficial de Alvorada, donde recibió a militares y al activismo acantonado frente al Ejército, en el oeste de la capital. El capitán retirado casi no pronunció discursos. Las contadas veces que hizo uso de la palabra fue para desconocer el triunfo de Lula e instigar a sus seguidores a resistir en la «restauración democrática» y aguardar la reacción de los cuarteles porque son , dijo en tono marcial, «el último muro de contención al avance del socialismo» encarnado en el petismo.
Luego del fracasado atentado en el Aeropuerto Juscelino Kubitscheck, el gobernante mantuvo su mutismo, una actitud que equivale a no condenar el hecho y dar un aval implícito al movimiento desestabilizador.
Con Trump
A través de voceros informales, el líder de ultraderecha reiteró que no estará en la asunción de Lula, repitiendo el gesto del dictador Joao Baptista Figueireido que se negó a ceder la banda presidencial en 1985 a José Sarney, el primer gobernante civil luego de 21 años de dictadura. No hay información oficial de cuál será el paradero de Bolsonaro. Un posible destino sería el resort del expresidente estadounidense Donald Trump en Florida. El ex consultor trumpista, Steve Bannon, asesoró en las últimas semanas al clan Bolsonaro para que se mantenga irreductible en su desconocimiento del triunfo de Lula, tal vez para que en Brasilia suceda una copia tropical del asalto al Capitolio de enero de 2021. Esta segunda suposición, si fuera cierta, ayudaría a entender la conducta del extremista George Washington y a dejar de lado la hipótesis de que actuó como un lobo solitario.