Ya ha comenzado la cuenta atrás para que se produzca la mayor superluna del año. Este evento preocupa a la NASA porque el satélite, que se teñirá de rojo por un eclipse total, es posible que deje sin energía a una de sus naves más importantes, el Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO, por sus siglas en inglés) por falta de rayos solares.
Durante la noche del domingo 27 al lunes 28 de septiembre en el cielo se podrá ver un singular fenómeno astronómico que sucede una vez cada generación. Esa noche tendrá lugar un eclipse total de luna, que además dará lugar a la superluna más grande y más cercana a la Tierra de todo el año, que volverá al satélite un 14% más grande y un 30% más brillante.
El asunto que inquieta a la NASA es que la falta de rayos solares durante el fenómeno posiblemente dejará sin energía a su sonda Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO, por sus siglas en inglés) cuya función es estudiar el satélite.
Durante el eclipse «la temperatura baja drásticamente a -280 grados y el sol que debería cargar las baterías de la nave desaparece», afirma Noah Petro, un empleado de la agencia aeroespacial norteamericana. No todas las naves espaciales pueden superar un descenso tan drástico de la temperatura y la falta de luz solar asociada con un eclipse, pero los expertos estiman que la sonda LRO sí lo logrará.
El eclipse durará más de una hora y la sonda se quedará sin luz durante alrededor de 180 minutos. «Siempre resulta estresante la aproximación de un eclipse, pero cada vez seguimos los mismos procedimientos y nunca hemos tenido ningún problema porque nuestro método funciona bien», afirma el planificador de operaciones científicas, Dawn Myers.
A pesar de todo, el personal de la NASA ha tomado diversas precauciones, como apagar todos los sistemas para conservar la batería de la sonda mientras que monitorizan la nave durante 24 horas: antes del enfriamiento, durante el proceso y tras su recuperación.