Alastair Crooke | lahaine.org
*Tras la deslocalización de su base manufacturera, Occidente se encuentra con que no tiene medios de defensa para todo: «salvar a Israel»; «salvar a Ucrania» y prepararse para la guerra con China,
Theodore Postol, catedrático de Ciencia, Tecnología y Política de Seguridad Nacional del MIT, ha proporcionado un análisis forense de los vídeos y las pruebas que surgen del ataque iraní del 13 de abril con drones enjambre y «demostración» de misiles contra Israel: Un «mensaje», más que un «ataque».
Por su lado, el principal diario israelí, Yediot Ahoronot, ha estimado el coste de intentar derribar esta flotilla iraní entre 2.000 y 3.000 millones de dólares. Las implicaciones de esta única cifra son sustanciales.
El profesor Postol escribe
“Esto indica que es muy probable que el coste de la defensa contra oleadas de ataques de este tipo sea insostenible frente a un adversario adecuadamente armado y decidido.
“Los vídeos muestran un hecho extremadamente importante: todos los objetivos, sean drones o no, son derribados por misiles aire-aire», [disparados desde aviones estadounidenses en su mayoría. Al parecer, unos 154 aviones estaban en el aire en ese momento] probablemente disparando misiles aire-aire AIM-9x Sidewinder. El coste de un solo misil aire-aire Sidewinder es de unos 500.000 dólares”.
Además:
“El hecho de que un gran número de misiles balísticos no interceptados pudieran verse brillar al reentrar en la atmósfera a altitudes más bajas [una indicación de hipervelocidad], indica que cualesquiera que fueran los efectos de las defensas antimisiles David’s Sling y Arrow [de Israel], no eran especialmente eficaces. Así pues, las pruebas en este momento demuestran que esencialmente todos o la mayoría de los misiles balísticos de largo alcance que llegaron no fueron interceptados por ninguno de los sistemas israelíes y estadounidenses de defensa aérea y antimisiles».
Postel añade:
“He analizado la situación y he llegado a la conclusión de que la tecnología óptica y computacional disponible comercialmente es más que capaz de adaptarse a un sistema de guiado de misiles de crucero para dotarlo de una capacidad de guiado de muy alta precisión… mi conclusión es que los iraníes ya han desarrollado misiles de crucero y drones guiados con precisión.
“Las implicaciones de esto son claras. El coste de derribar misiles de crucero y drones será muy elevado y podría ser insostenible a menos que se puedan implantar sistemas antiaéreos extremadamente baratos y eficaces. En este momento, nadie en Occidente ha demostrado un sistema de defensa rentable que pueda interceptar misiles balísticos con cierta fiabilidad».
Para que quede claro, Postol está diciendo que ni EEUU ni Israel tienen más que una defensa parcial ante un posible ataque de esta naturaleza -sobre todo porque Irán ha dispersado y enterrado sus silos de misiles balísticos por todo el territorio de Irán bajo el control de unidades autónomas que son capaces de continuar una guerra, incluso si el mando central y las comunicaciones se perdieran por completo.
Esto equivale a un cambio de paradigma, claramente para Israel, por ejemplo. Netanyahu no convencerá fácilmente a EEUU para que se comprometa con Israel en cualquier empresa conjunta contra Irán, dados estos costes insostenibles de la defensa aérea.
Pero también, como segunda implicación importante, estos medios de defensa aérea no sólo son caros en términos de dólares, sino que simplemente no existen: es decir, ¡la despensa está casi vacía! Y EEUU carece de la capacidad de fabricación para sustituir rápidamente estas plataformas no especialmente eficaces y de alto coste.
«Sí, Ucrania»… el paradigma de Oriente Medio está directamente relacionado con el paradigma de Ucrania, donde Rusia ha conseguido destruir gran parte de las capacidades de defensa aérea de Ucrania suministradas por Occidente, lo que ha dado a Rusia un dominio aéreo casi completo sobre los cielos. Y, además, destruye los misiles occidentales (que aún no disponen de tecnología hipersónica) lanzados por Kiev.
Posicionar la escasa defensa aérea «para salvar a Israel», por tanto, expone a Ucrania (y frena también el pivote de EEUU hacia China). Y dada la reciente aprobación en el Congreso del proyecto de ley de financiación para Ucrania, está claro que los medios de defensa aérea son una prioridad para enviar a Kiev, donde Occidente parece cada vez más atrapado y busca una salida que no le lleve a la humillación.
Pero antes de dejar el cambio de paradigma de Oriente Próximo, las implicaciones para Netanyahu ya son evidentes: Debe volver a centrarse en el «enemigo cercano» -la esfera palestina o el Líbano- para proporcionar a Israel la «Gran Victoria» que su régimen ansía.
En resumen, el «coste» para Biden de salvar a Israel del ataque iraní, que Irán había anunciado de antemano que sería demostrativo y no destructivo ni letal, es que la Casa Blanca debe soportar el corolario: un ataque contra Rafah. Pero esto implica una forma diferente de coste: una erosión electoral a través de la exacerbación de las tensiones internas derivadas de la actual matanza flagrante de palestinos.
No sólo Israel soporta el peso del cambio de paradigma iraní. Pensemos en los Estados árabes suníes que han estado trabajando en diversas formas de colaboración (normalización) con Israel.
En caso de un conflicto más amplio que involucre a Irán, Israel no puede protegerlos, como el Profesor Postol muestra tan claramente. ¿Pueden confiar en EEUU? Washington enfrenta demandas competitivas para sus escasas defensas aéreas y, por ahora, Ucrania y el cambio hacia China tienen una prioridad más alta en la jerarquía de prioridades de la Casa Blanca.
En septiembre de 2019, las instalaciones petrolíferas saudíes de Abqaiq fueron alcanzadas por misiles de crucero yemeníes, que, según Postol, «tenían una precisión efectiva de quizás unos pocos pies, mucho más precisa de lo que podría lograrse con el guiado GPS (lo que sugiere un sistema de guiado óptico y computacional, que proporciona una capacidad de búsqueda muy precisa)».
Así pues, tras el cambio de paradigma de la disuasión activa iraní y el subsiguiente choque de paradigmas del agotamiento de la defensa aérea, el supuesto cambio de paradigma occidental que se avecina (el Tercer Paradigma) está igualmente interrelacionado con Ucrania.
Porque la guerra de poder de Occidente contra Rusia, centrada en Ucrania, ha dejado una cosa muy clara: que la deslocalización de Occidente de su base manufacturera le ha restado competitividad, tanto en términos comerciales simples como, en segundo lugar, en la limitación de la capacidad manufacturera de defensa occidental. Se encuentra (después del 13 de abril) con que no tiene medios de defensa aérea para todo: «salvar a Israel»; «salvar a Ucrania» y prepararse para la guerra con China.
El modelo occidental de maximización de los beneficios de los accionistas no se ha adaptado fácilmente a las necesidades logísticas de la actual guerra «limitada» Ucrania/Rusia, y mucho menos ha servido de posicionamiento para futuras guerras, con Irán y China.
Dicho claramente, este imperialismo global de «última etapa» ha vivido un «falso amanecer»: con la economía pasando de la fabricación de «cosas», a la esfera más lucrativa de imaginar nuevos productos financieros (como los derivados) que hacen mucho dinero rápidamente, pero que desestabilizan la sociedad (mediante el aumento de las disparidades de riqueza); y que, en última instancia, desestabilizan el propio sistema global (a medida que los Estados de la Mayoría Mundial retroceden ante la pérdida de soberanía y autonomía que conlleva el financiarismo).
En términos más generales, el sistema mundial está próximo a un cambio estructural masivo. Como advierte el Financial Times:
EEUU y la UE no pueden abrazar los argumentos de la “industria incipiente” de seguridad nacional, apoderarse de cadenas de valor claves para reducir la desigualdad y romper las “reglas” fiscales y monetarias, y al mismo tiempo utilizar al FMI y al Banco Mundial –y a la profesión económica– para predicar las mejores prácticas del libre mercado a los mercados emergentes excepto China. Y China no puede esperar que los demás no copien lo que hace». Como concluye el FT, «el cambio hacia un nuevo paradigma económico ha comenzado. El final está en el aire.
En el aire: Bueno, para el FT la respuesta puede ser opaca, pero para la Mayoría Global es bastante clara: «Volvemos a lo básico»: Una economía más simple, en gran medida nacional, protegida de la competencia extranjera por barreras aduaneras. Llámalo «anticuado» (se ha escrito sobre estos conceptos durante los últimos 200 años); sin embargo, no es nada extremo. Las nociones reflejan simplemente la otra cara de la moneda de las doctrinas de Adam Smith, y la que Friedrich List avanzó en su crítica al enfoque individualista del ‘laissez-faire’ de los anglonorteamericanos.
Los «líderes europeos», sin embargo, ven la solución del paradigma económico de forma diferente:
Panetta, del Banco Central Europeo (BCE), pronunció un discurso en el que se hizo eco del llamamiento de Mario Draghi a un «cambio radical»: Afirmó que para que la UE prospere necesita una economía POLÍTICA de facto centrada en la seguridad nacional y centrada en: reducir la dependencia de la demanda exterior; mejorar la seguridad energética (proteccionismo verde); avanzar en la producción de tecnología (política industrial); replantearse la participación en las cadenas de valor mundiales (aranceles/subvenciones); gobernar los flujos migratorios (por tanto, mayores costes laborales); mejorar la seguridad exterior (enormes fondos para defensa); e inversiones conjuntas en bienes públicos europeos (mediante eurobonos… que se comprarán con la QE(1) del BCE)».
El auge del «falso amanecer» de los servicios financieros estadounidenses comenzó cuando su base industrial se estaba pudriendo, y cuando empezaron a promoverse nuevas guerras.
Es fácil ver que la economía estadounidense necesita ahora un cambio estructural. Su economía real ha dejado de ser competitiva a escala mundial, de ahí el llamamiento de Yellen a China para que frene su exceso de capacidad, que está perjudicando a las economías occidentales.
Pero ¿es realista pensar que Europa puede gestionar un relanzamiento como «economía política dirigida por la defensa y la seguridad nacional», tal como defienden Draghi y Panetta como continuación de la guerra con Rusia? ¿Lanzada desde cerca de la zona cero?
¿Es realista pensar que el Estado de Seguridad (profundo) estadounidense permitirá que Europa lo haga, tras haberla reducido deliberadamente al vasallaje económico haciéndola abandonar su anterior modelo empresarial basado en la energía barata rusa y la venta de productos de ingeniería de alta gama a China?
Este plan de Draghi y el BCE representa un enorme cambio estructural, cuya aplicación llevaría una o dos décadas y costaría billones. Además, se produciría en un momento de inevitable austeridad fiscal europea. ¿Hay pruebas de que los europeos de a pie apoyen un cambio estructural tan radical?
Entonces, ¿por qué Europa sigue una vía que entraña enormes riesgos, una vía que podría arrastrar a Europa a un torbellino de tensiones que acabaría en una guerra con Rusia?
Por una razón principal: El liderazgo de la UE tenía ambiciones arrogantes de convertir a la UE en un «imperio» geopolítico, un actor global con la fuerza para unirse a EEUU en la «mesa de los principales». Con este fin, la UE se ofreció sin reservas como auxiliar del equipo de la Casa Blanca para su proyecto en Ucrania, y aceptó el precio de entrada de vaciar sus arsenales y sancionar la energía barata de la que dependía la economía.
Fue esta decisión la que ha ido desindustrializando Europa; la que ha hecho que lo que queda de economía real no sea competitiva y ha desencadenado la inflación que está socavando los niveles de vida. Alinearse con el fracasado proyecto de Washington para Rusia en Ucrania ha desencadenado una cascada de decisiones desastrosas por parte de la UE.
Si cambiara esta línea política, Europa podría volver a ser lo que era: una asociación comercial formada por diversos Estados soberanos. Muchos europeos se conformarían con eso: Centrarse en hacer que Europa vuelva a ser competitiva; hacer de Europa un actor diplomático, en lugar de un actor militar.
¿Acaso quieren los europeos de a pie estar en la «mesa principal» junto a los estadounidenses?
* Alastair Crooke es director del Foro de Conflictos con sede en Beirut.
Nota nuestra: (1) QE es la nueva estrategia del BCE. El llamado Quantitative Easing o Expansión Cuantitativa, es una herramienta de política monetaria no convencional cuyo objetivo sería el estímulo de la economía y consiste en comprar deuda pública a modo de inversión por parte de un banco central.