El equipo de Solari supera a un meritorio Alavés, recorta distancias al Barça y al Atlético y enfila un mes crucial con las mejores sensaciones del curso y una plantilla en plenitud
En el Real Madrid se ha declarado el estado de optimismo justo cuando le llega una larga etapa himalayesca. Con su victoria ante el Alavés ya tiene a tiro de un partido al Atlético, su próximo oponente en LaLiga, y dos puntos más cerca al Barça (a ocho). De paso, Benzema no se aleja un milímetro del mejor Benzema visto de blanco, progresa con goles Vinicius y ya no tienen pupa Marcos Llorente, Kroos, Bale, Asensio y Mariano —autor del golazo de la noche—.
De camino al alpino mes de febrero que le espera, al dicharachero Real Madrid de las últimas semanas se le cruzó el Alavés: todo un engorro. Los esforzados muchachos del Pitu Abelardo son una lata para cualquiera. El meritorio equipo vitoriano es un conjunto articulado para jugar a que el rival no juegue. Máxime si en el mercado invernal le birlan a Sobrino e Ibai, el gol y el toque. Pero pocos se saben apañar como Abelardo. El mismo técnico que hace un año se atrevió a empadronarse con el entonces colista, equipo al que hoy tiene por las cumbres de LaLiga. Método no le falta. La pelota le resulta forastera, así que no duda en afrontar retos ante adversarios mayúsculos sin contar con la reverencia del balón. No es asunto suyo, salvo en jugadas con la pelota parada, cuando ésta es más obediente que nunca. Lo suyo es la suela desgastada.
Sin monsergas estilistas, el Alavés se plantó en Chamartín muy apiñado con un 4-5-1 con su ariete Calleri dispuesto a tirar de escoba en campo propio. Los de Abelardo bloquearon el embudo central y obligaron a su oponente al fútbol de parabrisas. De orilla a orilla, al Madrid no le quedó otro remedio que la paciencia. Se desplegó de forma ortodoxa a la espera de una rendija. Los blanquiazules, cachas en su gregaria retaguardia, apenas concedían algún disparo lejano.
Sorprendió Solari con la nueva sentada de Marcelo. No por primeriza, sino por el perfil del Alavés, que solo da aire por los costados. En definitiva, un choque pintado para el lateral brasileño, que todavía intimida más en ataque que el emergente Reguilón. Guiños del fútbol: un Reguilón a lo Marcelo rajó a la maciza zaga alavesista. Sin avisos de Bale, Vinicius percutía más de parado que en velocidad. Ante tanto cocodrilo por el medio era cuestión de comprobar la faceta asistente del brasileño. A la media hora, Vinicius calcó un servicio que ya había practicado minutos antes con Benzema. Un pase en diagonal filtrado entre el lateral y el central. Esta vez, su estupenda asistencia a Reguilón derivó en el primer gol. El canterano, sin demora y con puntualidad, citó en la red a Benzema. En estos tiempos ilustrados, Benzema, que ya era mucho como pariente de CR, es mucho Benzema: suma gol y alma. Y si no cazó el segundo tanto (quizá se lo hubiera prestado a Bale) fue por un flagrante error de un línea precipitado de forma innecesaria. El VAR desaconseja las prisas al señalar los fueras de lugar. No lo estaba al ariete galo cuando se iba de merienda junto a Bale con solo Pacheco como blindaje visitante.
Con el único brindis del francés, el segundo acto aún tenía intriga. Solari, que no convocó a Lucas Vázquez, categórico relevo de Bale, quiso agitar al galés. De entrada, le traspasó al costado izquierdo, sector desde el que ha despegado Vinicus durante la enésima baja del británico. Un disparo rechazado por Pacheco fue el único certificado de Bale antes de que Asensio le mandara a la reserva. Para entonces, el Alavés ya procuraba ser otro, un equipo más estirado, con más horizontes. Enchufado al turbo de Jony y a un fajador como Calleri, los de Abelardo merodearon por el área de Courtois. Pero les faltó sutileza. No es un conjunto demasiado virtuoso. Y no solo careció de remate, sino de destreza para llegar a la sala de espera del gol. Lo suyo era metabolizar su papel de resistente y cruzar los dedos en el área del contrario.
Algo más espeso que en las últimas semanas, no lograba el Madrid cerrar el duelo, para disgusto de Solari, obligado a administrar un mes terrorífico por delante. El técnico argentino no solo aparcó a Bale, también a Benzema, su futbolista bandera, el autor de seis goles en los últimos cuatro partidos. A Solari le llegó el momento de repasar lo que viene de inmediato: Barça (por tres veces), Atlético, Ajax… Así que se encomendó a la extraordinaria firmeza de Ramos y Casemiro y a alguna jugada terminal del novato Vinicius y dos reaparecidos como Asensio y Mariano. Bingo. El balear conectó con el brasileño con ayuda de Vigaray, que pateó al aire en su despeje pifiado, y Vinicius afeitó del todo al Alavés, que se llevó la puntilla con un golazazo de Mariano, lanzado en plancha para cabecear a la antigua, a lo Zarra, a lo César, a lo Santillana…
Convertido en algo más que un sonajero, Vinicius también se ganó el descanso ante lo que se avecina. Hoy, su aguador es Isco, recurso del minuto 87 para que el sudamericano no se constipe. El Real Madrid, ante un calendario de aúpa, ha recuperado el paso y ha vaciado la enfermería. Ya todo es posible, dicen por Chamartín.