Eduardo Ibarra Aguirre
Un conteo realizado por The Washington Post establece que el presidente Donald Trump realizó en 928 días –del 20 de enero de 2017 al 5 de agosto de 2019–, sólo 12 mil 19 declaraciones falsas o engañosas. 13 por cada día. Y la quinta parte de ellas fueron dedicadas al caro y violento tema de la migración.
Seguramente otra porción es sobre la política exterior del imperio y sus obsesiones en China, Cuba, Irán, Nicaragua, Rusia, Siria y Venezuela. “Pekín está invitando al presidente estadunidense a reconsiderar sus acciones en medio de la guerra comercial, pero él no parece entender nada”, asegura el Nobel, Paul Krugman, en The New York Times en español.
Tienen razón quienes lo describen desde que fue precandidato presidencial del Partido Republicano y al que nadie apostaba un dime, como mitómano, sobre todo con la definición que indica: “Mitomanía. Tendencia o inclinación patológica a fabular o transformar la realidad al explicar o narrar un hecho. El enfermo de mitomanía puede llegar a identificarse con personajes famosos de la historia y creerse uno de ellos”.
No sólo es uno de los rasgos definitorios del ocupante de la Oficina Oval que trabaja febrilmente para ocuparla cuatro años más, sino también uno de sus instrumentos predilectos para gobernar a la declinante pero principal potencia imperialista de la aldea global, además un país donde se rinde culto a la doble moral, el consumo hecho religión –ahora limitado por la indigencia y la pobreza moderada crecientes–, la abundante adicción al consumo de drogas ilícitas y la posesión casi ilimitada de armas de fuego. Mismas que en manos de “locos” (como los llama el supremacista presidente), causaron mil 196 muertos desde hace 54 años, como documentó el Post.
El uso abusivo que Donald John hace de las declaraciones falsas y engañosas, junto con sus verbosidad racista y sus políticas lo colocan en una situación de pérdida severa de credibilidad en la sociedad política y civil, entre hombres y mujeres que lo apoyaron para que despachara en la Casa Blanca, mas no para que imperara el desorden administrativo, negocios familiares como los de Ivanka Trump quien ocupó un asiento en la cumbre del Grupo de los 20 sin que ninguno de los 19 presidentes que participaron alzara la voz.
La imagen de Donaldo Juan se deteriora, de acuerdo a diversos sondeos que seguramente el magnate inmobiliario y depredador sexual calificará sin inmutarse como noticias falsas, a tal punto que algunos de sus compañeros, como Anthony Scaramucci, quien fue jefe de comunicación presidencial y donante a su campaña, propuso que los republicanos deben considerar a otro candidato para 2020.
Y en el partido de enfrente, el Demócrata, por primera vez una mayoría de su bancada en la Cámara de Representantes se pronuncia por iniciar un proceso de impeachment, a pesar de la renuencia de Nacy Pelosi, su lideresa.
Deterioro de la imagen de Trump que tiene tras de sí notables fracasos como su guerra comercial contra la República Popular China, la enfermiza apuesta por derrocar al venezolano Nicolás Maduro y el iraní Hasán Rohaní, la derrota militar y política de USA y sus aliados en Siria, la notable disminución de la belicosidad discursiva gringa contra Corea del Norte y el reculamiento para negociar con los talibanes en Afganistán.
Y dentro, en el país de las barras y las estrellas, está el incumplimiento con sus promesas de generar y proteger empleos industriales, así como la inversión en infraestructura. Mas ello no significa, de ninguna manera, que el proyecto reeleccionista esté derrotado.