Stephen Sefton
Desde hace muchos años ha sido más que evidente que las élites gobernantes de Estados Unidos y sus aliados en Europa y el Pacífico, resisten el desarrollo de un nuevo orden en las relaciones internacionales, porque no aceptan la democratización del sistema dominado por ellas desde el Siglo 19.
Como comentó hace poco el compañero Vasili Nebenzia, Embajador de Rusia ante la ONU: “Occidente, liderado por Estados Unidos en las mejores tradiciones neocoloniales, intenta resolver sus problemas geopolíticos y evitar que Washington pierda su autoproclamado papel de hegemón global, o fortalecer otros polos poderosos y autosuficientes en el mundo”.
Sin embargo, el declive del poder e influencia occidental en el mundo ya es un hecho y lo único que queda a ver es cómo los gobiernos y pueblos del Occidente y, por otro lado, del mundo mayoritario, van a asimilar la nueva realidad. Por Occidente se quiere decir principalmente Estados Unidos y sus zonas súbditas de Europa y de los países de la enorme extensión del Océano Pacífico.
Allí se trata no solamente de países ocupados militarmente por Estados Unidos, como Japón y Corea del Sur, sino los países anglosajones como Australia y Nueva Zelanda, Taiwán una isla provincia de la República Popular China y las diversas islas naciones, antiguas colonias de Francia e Inglaterra.
En este momento histórico, el indicador más confiable del grado de alineamiento de los gobiernos del mundo mayoritario con Estados Unidos es si o no han implementado las medidas coercitivas unilaterales contra la Federación Rusa exigidas por el gobierno de Estados Unidos como prueba de lealtad. La gran mayoría de los gobiernos en el mundo no lo han hecho, aun los gobiernos latinoamericanos más fieles a Estados Unidos, como Argentina, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.
Es cierto que en algunas votaciones en la Asamblea General de las Naciones Unidas un número significante de países del mundo mayoritario han votado en consonancia con la agenda antirrusa de Estados Unidos y sus aliados. Pero como comentó la semana pasada, el Canciller de la Federación Rusa, Serguei Lavrov:
“La comunidad internacional está sinceramente interesada en evaluaciones imparciales, exhaustivas y honestas de las causas de la situación tensa geopolítica en el mundo. No acepta los flujos de desinformación y mentiras que produce la mayoría aplastante de medios de comunicación controlados por Occidente.
Hoy en día, es obvio para todas las personas sensatas que los intentos de las capitales occidentales de prohibir el desarrollo de la cooperación con Rusia no detienen a nadie, salvo a sus iniciadores… seguiremos promoviendo la democratización de la vida internacional y su desarrollo sobre la base de los principios de la Carta de las Naciones Unidas en su totalidad.”
Si el prestigio e importancia diplomática y comercial de la Federación Rusa ha sido suficiente para forzar a los gobiernos más dispuestos a obedecer los dictados de Estados Unidos a no hacerlo, ese hecho es todavía más notable en relación a la República Popular China.
Aun gobiernos de naciones del mundo mayoritario no alineado que han tenido episodios históricos de antagonismo con China, como la India o Vietnam, mantienen importantes intercambios comerciales con la enorme economía de su país vecino. Está claro que el interés material de sus poblaciones es el imperativo principal en las relaciones internacionales de las naciones del mundo mayoritario.
En cambio, los países aliados que siguen las exigencias del gobierno de Estados Unidos sufren secuelas importantes de daño económico. Como también notó recientemente el Embajador de Rusia ante la ONU en sus comentarios en relación al conflicto en Ucrania, “por mucho que a nuestros colegas europeos les cueste aceptar esta conclusión, Ucrania no es la única perdedora de este conflicto. En realidad, la propia Unión Europea es casi la principal perdedora.
Según hemos sabido esta semana, las pérdidas directas solo de Alemania, considerada la locomotora de la Unión Europea, por las sanciones antirrusas impuestas por Estados Unidos ascienden a US$200 mil millones. ¿Cuál es exactamente el interés europeo en este asunto?”.
Se puede formular un interrogatorio similar en relación a los esfuerzos de Estados Unidos y sus aliados de promover mayores niveles de tensión alrededor de Taiwan y Corea. Evidentemente, las naciones y sus pueblos que sufrirán las mayores secuelas de un conflicto promovido por Estados Unidos contra la República Popular Democrática de Corea o la República Popular China son precisamente los vecinos más cercanos, Japón y Corea del Sur.
En este contexto la pregunta del hermano Vasili Nebenzia en la ONU es todavía más relevante, ya que sería el colmo de la irracionalidad que las naciones vecinas de China imiten a los gobiernos de la Unión Europea y sacrifiquen el bienestar de sus pueblos para darle gusto a la demente política exterior guerrerista de Estados Unidos, que queda a más de 11 mil kilómetros de distancia al otro lado de Océano Pacífico.
Los pueblos y gobiernos de las naciones del mundo mayoritario ven esta realidad de la manera más clara posible y adaptan sus políticas exteriores de manera correspondiente. En África se ha visto recientemente que países como Burkina Faso, Etiopía, Eritrea, Mali y Níger han tomado pasos decisivos para deshacerse de las imposiciones neocoloniales del Occidente.
En Asia Oeste, los países del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, como Arabia Saudita y Los Emiratos Árabes Unidos han ajustado sus políticas exteriores para poder desarrollar de una manera más favorable sus relaciones con Irán, China y Rusia. La India se ha integrado tanto en el grupo de los países de BRICS+ y la Organización de Cooperación de Shanghai, como en el desarrollo del Corredor Internacional de Transporte Norte Sur.
Los países de la Unión Africana promueven el Área de Libre Comercio Continental Africana – la zona de libre comercio más grande del mundo – en base a una lógica comprometida con la democratización de las relaciones internacionales. Este acontecimiento refleja una experiencia muy similar al desarrollo de las BRICS o de la OCS en base al respeto entre iguales, muy distinto a la cultura neocolonial reflejada en los TLCs de los países del mundo mayoritario con Estados Unidos o en los Acuerdos de Asociación con la Unión Europea.
Y como se puede ver en la reciente treceava cumbre ministerial de la Organización de Comercio, aunque los países del mundo mayoritario reconocen la importancia de sus relaciones comerciales con los antiguos poderes imperiales también insisten que los términos de intercambio tendrán que ser más equitativas.
Queda a ver si la OMC en sí, será capaz de superar la resistencia de Estados Unidos y sus aliados a la presión por un comercio mundial más justo y equitativo de parte de las naciones del mundo mayoritario, tan acostumbradas a la mala fe y dobles raseros de los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea. De todas maneras, a nivel regional, los países de África, Asia y América Latina avanzan paso a paso con sus respectivos procesos de la integración comercial.
También participan cada vez más en las iniciativas de cooperación e integración internacional como la Iniciativa de la Franja y Ruta promovido por la República Popular China, la Ruta Marítima del Norte promovida por la Federación Rusa e iniciativas entre múltiples países como el Corredor de Transporte Internacional de Norte Sur.
Todas estas iniciativas se caracterizan por ser independientes de la intervención e interferencia de Estados Unidos y sus aliados. Se desarrollan en base a una visión amplia del desarrollo socioeconómico y ambiental regional y se implementa de manera incremental conforme con los intereses de los respectivos países participantes en cada momento.
Así que, se está desarrollando una modalidad de relaciones internacionales mucho más democrática y sostenible que la histórica práctica neocolonial de las relaciones internacionales por Estados Unidos y sus aliados. Este proceso es efectivamente invisible para los gobiernos y medios de comunicación occidentales porque son incapaces de aceptar que su visión imperialista de las relaciones internacionales ya está completamente desfasada.
Como escribió este pasado mes de enero el compañero Embajador de China en Nicaragua, el hermano Chen Xi, “La construcción de la comunidad de futuro compartido de la humanidad con connotaciones enriquecedoras, ya ha pasado de una iniciativa china a un consenso internacional.” Y Nicaragua ofrece un ejemplo multifacético de esta realidad.
En términos de sus relaciones internacionales comerciales, igual que otros países del mundo mayoritario, Nicaragua mantiene sus relaciones de intercambio con Norteamérica y la Unión Europea, pero las han diversificado de manera enfática. El tratado de libre comercio con la República Popular China y la apertura del país hacia el mundo árabe y la región euroasiática y cada vez más hacia África, indican un perfil modelo de la política comercial y diplomática para los países del mundo mayoritario en desarrollo.
En términos de las conexiones de infraestructura, Nicaragua ahora es un país clave a nivel centroamericano y caribeño, porque sus nuevas carreteras a la Costa Caribe van a conectar con el nuevo gran aeropuerto internacional de Punta Huete e ir en paralelo a la nueva conexión interoceánico por ferrocarril entre Corinto y Bluefields.
Más adelante se puede esperar el tremendo impacto regional del Canal Interoceánico soñado por nuestro General Sandino, como nos ha explicado nuestro comandante Daniel con su emocionante recordatorio de las palabras de nuestro General Sandino, el presidente comandante Daniel dijo: “Se va a abrir el Canal de Nicaragua!
Fíjense qué visión la de Sandino, pero que se haga con capital de todo el mundo y no sea exclusivamente de Norteamérica, pues por lo menos la mitad del valor de las construcciones deberá ser con capital de la América Latina y la otra mitad de los demás países del mundo”.
Y en lo que refiere el compañero Canciller Serguei Lavrov, a lo que él llama “los flujos de desinformación y mentiras que produce la mayoría aplastante de medios de comunicación controlados por Occidente”, también Nicaragua ha sido contundente. Luego de las nuevas demenciales acusaciones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU contra nuestro país, nuestro Buen Gobierno aclaró:
“Es evidente en los reportes que preparan estos grupos, la misma tónica, el mismo contenido y hasta la misma redacción, de quienes adversan al Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional; por cuanto, para el Estado Nicaragüense, cualquier actualización, reporte o declaración, carece de un mínimo ápice de credibilidad.”
De hecho, junto con el gobierno de Sudáfrica, Nicaragua lidera el mundo en la defensa de los derechos humanos llevando a juicio a los cínicos gobiernos hipócritas de países como Alemania, que junto con Estados Unidos son cómplices del genocidio sionista contra el pueblo palestino.
Como afirmó nuestro comandante Daniel en su reunión con el hermano Nikolai Patrushev, “por muy dura que sea la situación actual en lo que está aconteciendo, de parte de la OTAN agrediendo al Pueblo Palestino, agrediendo al Pueblo de Ucrania y amenazando a la Federación Rusa, al final, tenemos la certeza, tenemos la convicción, tenemos la confianza de que la Paz vencerá al Fascismo, la Paz vencerá al Neofascismo, la Paz vencerá al Imperialismo.”