El presidente, pese a señalar que su propuesta no ha «evolucionado ni cambiado», admite ahora la financiación indirecta de la obra a través del TLC.
“El muro es el muro”. Donald Trump resumió en cinco palabras su visión geopolítica con México. En uno de sus acostumbrados arranques matinales, el presidente de Estados Unidos enmendó a su jefe de gabinete, el general John Kelly, y dejó claro que su propuesta no “ha cambiado ni evolucionado” y que el muro deberá ser pagado por el país vecino. Un vendaval tuitero, lleno de ruido y menosprecio, pero que, como siempre en el doble juego de Trump, admitía la posibilidad, ya esgrimida por Kelly la víspera, de que la obra sea financiada a través de la mejora de la balanza comercial que se negocia en el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLC).
El general Kelly es la otra cara de la moneda. Cuando Trump se desborda, él calla; y cuando el presidente calla, él explica. Eso hizo el miércoles en una aparición televisiva en Fox y en una reunión con legisladores demócratas filtrada por los medios estadounidenses. En ambos casos señaló que México no iba a pagar directamente por el muro fronterizo, que los dreamers (soñadores) tenían posibilidades de quedarse en Estados Unidos y que el presidente estuvo “mal informado” en los comicios y “ha evolucionado” en temas de migración. “Una cosa es hacer campaña y otra es gobernar. Es muy difícil”, remachó Kelly.
Las sorprendentes palabras del antiguo y carismático general de marinesmarcaban una línea de contención en la espinosa cuestión migratoria y, sobre todo, suponían una corrección al presidente, algo que este hasta la fecha nunca ha aceptado. Y antes del amanecer en Washington, Trump se lo hizo saber. A él y al planeta. En tres tuits, el presidente dejó claro quién manda en la Casa Blanca.
“El muro es el muro y nunca ha cambiado o evolucionado desde que lo concebí […] y deberá ser pagado, directa o indirectamente o a través de reembolso a largo plazo por México, que tiene un superávit comercial de 71.000 millones de dólares con Estados Unidos. El muro de 20.000 millones de dólares no es nada comparado con lo que México obtiene del NAFTA [Tratado de Libre Comercio de América del Norte en sus siglas en inglés]”, afirmó el presidente. “Necesitamos el muro por la seguridad de nuestro país. Necesitamos el muro para frenar la entrada masiva de drogas desde México, considerado ahora como el país más peligroso del mundo. Si no hay muro, no hay trato”, remachó.
El muro es uno de los grandes símbolos del mandato. El presidente siempre ha defendido su construcción y hace dos semanas presentó una propuesta al Congreso para que financiase con 18.000 millones de dólares la obra a cambio de permitir que se quedasen en el país los dreamers (690.000 jóvenes que entraron en Estados Unidos sin documentos siendo menores y a los que Barack Obama concedió protección temporal). Pero también es cierto que han crecido las voces en la Administración que han vinculado esta financiación a la mejora de la balanza comercial que traería consigo una negociación exitosa del tratado. La postura de Trump, aunque por el tono corrige a su jefe de gabinete, acepta esta última posibilidad. Un aspecto que el propio Kelly, en sus intervenciones, había señalado.
“De alguna forma, es posible que logremos obtener el dinero de México, pero no directamente desde su Gobierno. En cualquier caso, no va a haber un muro entero de mar a mar. (…) En vez de eso, lo que la Administración pretende es fijar barreras físicas en muchas zonas, y que sumen unos 1.100 kilómetros”, dijo la noche anterior Kelly.
Con todos sus matices, la enmienda presidencial a Kelly tiene una lectura interna. El jefe de gabinete, en una de sus primeras intervenciones fuera del recinto oficial, ha mostrado un tono moderado y conciliador. Un elemento importante en un momento en que la negociación con los demócratas, en la que se vincula el paquete migratorio y la prórroga de la financiación gubernamental, ha entrado en las convulsiones finales. A falta de un día para el temido corte de fondos al Ejecutivo, la llamada de atención acaba con el espejismo y vuelve a restablecer la línea dura. El que manda, incluso en la letra pequeña, es Trump.