El narco que quiso ser guerrillero

No intentó disimular siquiera ante la jueza el hecho de que es un narcotraficante. Gerardo Sánchez Montalbán, el “comandante Roberto Palacios” para La Prensa, Radio Corporación y otros pocos medios de comunicación, de seguro defraudó a su “legión” de seguidores.

 

Desde una laptop y con la imaginación propia de los estafadores congénitos, Sánchez tejió el más grande embuste de los últimos años haciendo creer a un gran número de somocistas de viejo y nuevo cuño, que contaba con un ejército presto a aniquilar de una vez por todas al sandinismo.

Políticos, sacerdotes, periodistas, ingenieros, médicos, ex oficiales somocistas de alta graduación, ex contras, sandinistas resentidos, medios de comunicación, el CENIDH, la CPDH y otras ONG opositoras, llegaron a creer ciegamente en este embaucador que prometía nada más y nada menos que el retorno feliz de los herederos de la dictadura dinástica.

Vivió del antisandinismo

El “comandante Palacios” fundó un ejército virtual que según su fértil mente, estaría pronto a entrar victorioso a Managua. Fue una farsa que mantuvo durante varios años. Todo empezó hace poco más de un lustro con un falso comunicado enviado a varios medios de comunicación, anunciando la formación de un nuevo “grupo armado”.

Sánchez Montalbán  no fue en realidad el primer jefe. El creador original fue un periodista que redactó la falsa “proclama” y la entregó al ahora prisionero junto con una lista de correos electrónicos pertenecientes a hombres y mujeres de prensa. Poco después, el inventor de la denominada “Coordinadora Guerrillera Nicaragüense” (CGN), se apartó de su engendro.

La CGN vivió varios años en la computadora de Sánchez Montalbán, quien exprimió al máximo el antisandinismo de la oposición local y en el exilio.

Contactó a bandas criminales

Pero no fue ese su único coto de caza. Antes había estafado a migrantes nicaragüenses en Costa Rica y hasta intentó sacar dinero a organizaciones ligadas al Frente Sandinista en nuestro país y en la nación vecina del sur.

Haciéndose pasar como periodista ligado a temas migratorios y a la vez miembro de organizaciones ligadas al éxodo de nicaragüenses, logró infiltrarse en sectores de la sociedad costarricense en complicidad con un grupo de paisanos con los que conformó una banda delincuencial.

Este compulsivo estafador hizo contacto con algunos grupos de delincuentes comunes que merodean en zonas montañosas y fronterizas con Honduras, algunos de los cuales le informaban de imaginarios combates con el Ejército o la Policía de Nicaragua, atribuyéndoles numerosas bajas.

Reclutó periodistas y somocistas

A fin de darle un marco de credibilidad a su patraña, reclutó a periodistas de La Prensa y Radio Corporación, a quienes convirtió en voceros oficiosos de sus comunicados sobre inexistentes choques armados.

Sabía dónde apretar para sacar el pus. En febriles jornadas frente a su laptop contactó y reclutó a sujetos como el ex mayor GN y asesino piloto somocista Roberto Amador; Iveth Blandón, alias “Sol de libertad”, del Movimiento por el Rescate al Sandinismo; a Ruth Montenegro, orgullosa hija del coronel somocista Alfonso Montenegro Sáenz y hermana del también coronel GN, Franklin Montenegro Alarcón, el criminal “Sagitario”.

Y a muchos otros de los que estamos seguros no sentirán ninguna vergüenza, debido a que han demostrado de qué está construida su estructura inmoral.

¿Ligado al asesinato del “Sheriff”?

A Gerardo Sánchez no le costó mucho convencer a sus reclutas. Los escogió con el mismo perfil: connotados antisandinistas, unos de estirpe somocista, otros de nueva laya corroídos por resentimientos y envidias. Al final, la misma miasma.

Y mientras él traficaba drogas y peleaba con Byron de Jesús López Zeledón, alias “comandante Sheriff” por manejar la distribución de las mismas, pedía dinero como desesperado a somocistas viejos y nuevos dispuestos a recuperar el poder para las familias oligárquicas.

El “Sheriff”, también reivindicado por La Prensa y Radio Corporación como “rearmado” en contra del gobierno, tuvo una seria disputa con el “comandante Palacios” debido a que ambos se acusaban de narcotraficantes y por la pérdida de 17 mil dólares que habían recibido como donación. Al final, López Zeledón fue asesinado en Honduras en un pleito de drogas.

Reconoce delito

El 18 de febrero pasado, Gerardo Sánchez Montalbán, quien aparte de “comandante Roberto Palacios” se hacía llamar “Cindy Lauper” (¿?) entre sus más íntimos, reconoció crudamente ante la jueza Fátima Rosales, del Juzgado Décimo Tercero de Distrito Penal de Juicio de Managua, que traficó con drogas de forma internacional y local.

Y pidió disculpas al Estado de Nicaragua. No lo hizo con sus decenas de reclutas, entre ellos los de La Prensa y Radio Corporación. En ambos medios los jefes conocían que sus periodistas usaban como fuente de los presuntos grupos rearmados a un delincuente que antes había sido señalado por estafa a los migrantes.

Al final, sin embargo, tuvo más entereza que los de La Prensa, que aún no reconocen que durante largo tiempo tuvieron como fuente a un estafador y narcotraficante.

El contubernio del CENIDH

El colmo fue que al verse descubiertos por Nicaleaks, los de La Prensa estallaron en cólera y realizaron ridículas y falsas acusaciones. El desgarro de vestiduras fue total. Hubo llantos, descalificaciones, notas en encomendadas “letras pequeñas” y grandes, en ociosos editoriales y hasta conferencias de prensa patrocinadas por el CENIDH de doña Vilma Núñez, lo que ya no extraña a nadie. Quizás sean cosas de su provecta edad. O de su incluso más vetusto odio hacia el presidente Daniel Ortega.

Las amenazas trascendieron las fronteras. El presidente del CENIDH, designado (de facto) por la vitalicia señora Núñez, dijo que llevaría el caso de Nicaleaks contra la periodista de La Prensa, Elizabeth Romero, ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Nosotros nos preguntamos ahora si cabría realizar una denuncia en nuestras cortes locales por complicidad con el narcotráfico. Porque de alguna manera, La Prensa y Radio Corporación, esta última a través de Alfredo Salinas, Gustavo Bermúdez y el mismo Fabio Gadea, abrían diariamente sus micrófonos a un narcotraficante que publicitaba los delitos y asesinatos de otros miembros del crimen organizado.

Hubo promotores del CENIDH que también fueron reclutados.

Tratado con desprecio

Después de la alharaca del CENIDH y de algunos periodistas y editores de La Prensa, nos parece surrealismo puro leer ahora en el diario de la carretera norte, que  la “judicial, después de haber escuchado de viva voz la admisión de los hechos de parte del procesado, pasó al debate de la pena, donde la Fiscalía pidió la pena mínima de 10 años por transporte internacional de droga y la pena mínima de cinco años de cárcel por crimen organizado”.

El “comandante Roberto Palacios” de La Prensa, el proveedor de falsas noticias sobre alzados en armas en contra del gobierno, fue tratado en el medio de su preferencia, en el que tanto luchó para que le asignaran a un(a) periodista, como un común delincuente.

Ni siquiera se atrevieron a que el juicio lo cubriera la periodista Romero, quien conoce mejor que nadie la personalidad de este sujeto, ya que su exmarido era parte de la banda de Sánchez que operaba desde Costa Rica.

Sánchez fue capturado el 12 de diciembre de 2015 con dos kilos de cocaína que cargaba en una mochila. Se coló en un grupo de migrantes cubanos donde intentó poner una vez más en práctica sus dotes miméticas para ingresar a nuestro territorio.

“Andás incendiado”

El fiscal Jorge Rubí dijo que la Policía antinarcóticos le daba seguimiento a Sánchez Montalbán desde octubre de 2015, porque era miembro de una organización narco liderada por Henry Francisco Murillo Areas, alias “Canandinga”, actualmente prófugo.

“El comandante Palacios” visitó el año pasado en Managua a un viejo conocido, a quien casi mata del corazón debido a que fue cofundador de la virtual “Coordinadora Guerrillera Nicaragüense”.

Fue echado bruscamente. Las publicaciones de Nicaleaks sobre las andanzas de Sánchez Montalbán pusieron en alerta a muchos de sus reclutas y patrocinadores. “Andate de aquí, que vos no estás ‘quemado’, andás ‘incendiado’”, le dijo su antiguo colaborador.

 

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