Carlos Fonseca Terán
La burguesía de los países que fueron colonizados y luego neocolonizados es tan mediocre, que uno de sus principales motivos de irritación es ver a los pobres, a los trabajadores, al pueblo, disfrutando recreación de calidad. La burguesía nicaragüense no soporta saber que en el Paseo Xolotlán hay un parque acuático que se llena de gente del pueblo, de clase media baja y clase trabajadora, o que en ese mismo lugar, y en el Puerto Salvador Allende, y en el parque Luis Alfonso Velázquez, los niños pobres e hijos de trabajadores disfrutan juegos de diversión que cuando la burguesía tenía el poder sólo podían disfrutar los hijos de las personas acomodadas, que para eso debían ir con ellos a lugares que no son accesibles para la mayoría de la gente.
Eso se debe a que esta es una burguesía acomplejada, porque así como hay gente del pueblo, desclasada, que quiere ser como los burgueses de sus países y los admiran, los burgueses de los países pobres quieren sentirse a la «altura» de los burgueses de los países ricos, y como no tienen la riqueza de ellos, se sienten frustrados, y esto los lleva a la necesidad enfermiza de sentirse tan privilegiados como sea posible; mientras más privilegiados se sienten, mejor. Su falsa autoestima depende de ello.
En cambio, este sentimiento no existe entre los burgueses de los países desarrollados, pues ellos prefieren que la gente viva lo mejor posible para que esté conforme y así ellos poder incrementar su riqueza en paz y tranquilidad, con estabilidad social. Es una burguesía madura.
Ver a los pobres, a los trabajadores, disfrutar lo que los ricos subdesarrollados consideran que debería ser de disfrute exclusivo suyo, hace que éstos se sientan menos privilegiados, lo que hiere su autoestima y por tanto se sienten humillados al ver que esa «gentuza», esa «chusma», esos «pinta» disfrutan gratis o a bajo costo lo mismo por lo que ellos pagan, porque ellos no van a esos lugares a juntarse con los de abajo, que consideran inferiores y por quienes sienten asco.
Por eso para ellos los centros de recreación accesibles al pueblo, los parques en los barrios, etc., forman parte de lo que llaman «circo», para comparar la política social del gobierno sandinista con la del Imperio Romano, que contentaba al pueblo con «pan y circo». En este caso, el pan son los beneficios sociales otorgados por programas tales como el Bono Productivo, Usura Cero, Plan Techo, etc. Es de todos sabido cómo la burguesía y sus serviles se burlan de las láminas de zinc que entrega el gobierno a la gente que más necesita de ese apoyo.
Dicen entonces los voceros de la derecha que el Frente Sandinista compra los votos aprovechándose de la necesidad de la gente, y que la gente sólo puede pensar por sí misma cuando no necesita la asistencia del Estado. Con esto dan a entender que ellos, los que no tienen necesidad de los programas sociales, luchan por ideas y no por intereses, pero esas ideas responden precisamente, a sus intereses de clase.
Ellos defienden sus intereses, sus privilegios, su poder de acumulación de riqueza, y todo lo que se oponga a esto es «antidemocrático», «populista», «clientelista», etc. Por su parte, los trabajadores con conciencia de clase defienden sus intereses apoyando a la única fuerza política que los representa al destinar recursos a la economía popular, que en Nicaragua tiene un gran peso, producto de las transformaciones sociales hechas en la primera etapa de la Revolución y consolidadas en su segunda etapa, luego que mediante la lucha popular, el sandinismo organizado lograra impedir que el neoliberalismo desmantelara por completo las conquistas revolucionarias.
Esa irritación por la felicidad ajena, que es tan característica de estas burguesías de medio pelo, es la fuente principal de odio hacia todo lo que huela a sandinismo, y la burguesía, valiéndose del predominio de sus ideas por el tiempo que tiene de estar en el poder a nivel mundial, logra contaminar con ese odio a no poca gente del pueblo, incluso a beneficiarios de los programas sociales, quedando así demostrado que esos programas no van exclusivamente destinados al sandinismo y que tampoco se entregan a cambio de votos.
Los votos no salen de ahí, sino de la conciencia alcanzada por el ejercicio del poder popular y la acción política organizada del FSLN, vanguardia indiscutible del pueblo nicaragüense y de su Revolución Sandinista.