En sus primeras palabras sobre el robo de archivos de la Iglesia, Francisco indicó que él mismo había pedido hacer ese estudio sobre las finanzas vaticanas y que tanto él como sus colaboradores conocían bien los documentos.
El papa Francisco condenó la sustracción de documentos reservados del Vaticano y aseguró que eso no lo apartará de sus objetivos en la dirección del Vaticano. El Pontífice mostró su determinación para atajar los males de la Curia y así lo volvió a demostrar ayer. En el mensaje que brindó, Jorge Bergoglio se dirigió a los fieles y les dijo: “Sé que muchos de ustedes están turbados por las noticias que circularon en estos días a propósito de documentos reservados de la Santa Sede que fueron sustraídos y publicados y quiero decir, antes que nada, que robar estos documentos es un acto deplorable que no ayuda”, lanzó el Papa asomado a la Plaza de San Pedro desde la ventana del palacio pontificio. En sus primeras palabras sobre este escándalo, el líder de la Iglesia Católica indicó que él mismo había pedido hacer ese estudio sobre las finanzas vaticanas y que tanto él como sus colaboradores conocían bien los documentos.
Al referirse a la filtración de archivos económicos del Vaticano por los que fueron detenidos el fin de semana pasado, acusados de robo y divulgación de documentos, el sacerdote español Lucio Angel Vallejo Balda y la relacionista pública italiana Francesca Chaouqui, Francisco advirtió: “Quiero decir, antes que nada, que robar estos documentos es un delito. Es una equivocación. Es un acto deplorable y que no ayuda”. Asimismo, el Papa aseguró que ya fueron tomadas medidas que están dando sus frutos, sin especificar demasiado sobre esas iniciativas. “Pero quiero decirles que este triste hecho no me desvía ciertamente del trabajo de reformas que estamos realizando junto con mis colaboradores y con el apoyo de todos vosotros”, lanzó Bergoglio, advirtiendo que no se correrá del camino trazado.
El pontífice argentino señaló que la Iglesia se renueva con la oración y con la santidad cotidiana de cada bautizado. Y pidió a los fieles, como ya es habitual en muchas de sus intervenciones, que recen por él y por la Iglesia “sin dejarse turbar y siguiendo adelante con confianza y esperanza”. Con su aparición pública, Francisco evitó expresarse mediante un comunicado o declaración de su vocero y, en lugar de eso, prefirió que todo el mundo, pero sobre todos los fieles, pudieran conocer su opinión respecto al último escándalo que se desató al interior de los muros vaticanos, durante su mensaje tras el rezo del Angelus dominical.
Asimismo, Francisco calificó de delito la sustracción de documentos, que aparecieron en dos libros publicados el jueves (Vía Crucis, de Gianluigi Nuzzi, y Avaricia, de Emiliano Fittipaldi), hechos por los que podrían recibir penas de hasta ocho años de prisión. Lucio Angel Vallejo Balda y Francesca Chaouqui fueron acusados en el marco del caso Vatileaks 2, en referencia al anterior escándalo por el que el Vaticano condenó al mayordomo de Benedicto XVI, Paolo Gabiele.
El nuevo escándalo fue rápidamente bautizado por la prensa de ese modo, aunque difiere mucho de la primera entrega. “Francisco se enfrenta a las fuertes resistencias de la vieja guardia y la reforma estructural que quería acometer es mucho más lenta y difícil de lo previsto”, dijo recientemente uno de sus colaboradores. El sacerdote español y la relacionista pública italiana resultaron detenidos tras comprobarse que se habían filtrado documentos de carácter económico considerados reservados por la Santa Sede y que sus nombres aparecerían en los libros publicados el jueves.
El sacerdote español, de 54 años, fue secretario de la ya disuelta comisión investigadora de los organismos económicos y administrativos de la Santa Sede (Cosea), que el Papa creó para investigar el estado de la finanzas, y varios documentos producidos por este organismo aparecen en estos libros. Vallejo Balda, por el momento, está en prisión preventiva en el edificio de la Gendarmería vaticana. Mientras que la ex relacionista pública, quien fue miembro del Cosea, fue puesta en libertad y a disposición de la magistratura. Ambos están a la espera de que se terminen las investigaciones preliminares y el Ministerio Público formule los cargos.
Si el mensaje de ayer fue destinado a los llamados “cuervos”, como se ha definido a los que se dedican a filtrar documentos, el viernes pasado la denuncia fue contra los sacerdotes y obispos “apegados al dinero”, los “arribistas, que perjudican a la Iglesia”. En ese momento, Francisco criticó en la homilía de su misa matutina que oficia cada día en Santa Marta a quien lograba “un estatus y vivía cómodamente sin honestidad, como esos fariseos de los que habla Jesús”.
Algunos días antes había concedido una entrevista al diario holandés Straatnieuws, del colectivo de los sin techo, reportaje en el que afirmó que los eclesiásticos “no pueden vivir como faraones”. En los libros con documentos secretos de la Santa Sede y en los que se da cuenta de irregularidades financieras en el Vaticano, también hay un gran espacio destinado a los excesos de gasto cometidos, en algunos casos, por cardenales. En concreto, se ofrecen datos de los departamentos que algunos religiosos disponen, como el lugar en el que vive el ex secretario de Estado, Tarsicio Bertone, o las comodidades que cardenales y otros miembros de la Curia disfrutan en casas que superan los 200 metros cuadrados. En el comunicado que el Vaticano difundió el pasado lunes se recordó que “las investigaciones continuaban” y que “la divulgación de noticias y documentos reservados es un delito” contemplado en la legislación del Estado de la Ciudad del Vaticano.