El papa Francisco pronuncia su primer discurso en la Casa Blanca

En su primer discurso en EE.UU., el pontífice abordó los temas de la inmigración en ese país, el deshielo con Cuba y el cambio climático; ahora se reúne con el mandatario demócrata.

 

En una escena que combina política, religión y emoción, el papa Francisco visita esta mañana por primera vez la Casa Blanca, donde dio su primer discurso en Estados Unidos, y ahora mantiene un encuentro privado con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en el Salón Oval.

Al salir de la Nunciatura en Washington, el Papa se detuvo entre la multitud para saludar a los seguidores que lo esperaban ansiosos, antes de subirse al Fiat 500 negro para seguir camino hacia la Casa Blanca. Bajo la atención de la seguridad, el Pontífice apareció sonriente tras una noche de descanso luego de llegar de Cuba e intercambió palabras con algunas personas y se dejó fotografiar.

En la Casa Blanca lo esperaron, en medio de la típica pompa estadounidense y desfiles, Barack Obama y su esposa, Michelle, con quienes intercambió unas breves palabras. Luego, el mandatario y el pontífice se dirigieron a un estrado, donde escucharon los himnos del Vaticano y de Estados Unidos.

«Como hijo de una familia de inmigrantes estoy feliz de ser un huésped en este país, que fue largamente construido por esas familias», comenzó el discurso del Papa, después de las cálidas palabras de bienvenida de Obama.

Francisco se calificó a sí mismo de «hermano» de Estados Unidos y adelantó que en su intervención el jueves ante el Congreso alentará a sus gobernantes a guiar al país «con fidelidad a sus principios fundadores».

En otro fragmento del breve discurso en inglés, el papa Francisco urgió a cambiar un «sistema» que excluye a millones de personas e instó a resolver el problema del cambio climático, al tiempo en que elogió los esfuerzos del mandatario demócrata en ese sentido.

En línea con su encíclica Si, sobre el cuidado del medio ambiente, el pontífice aseguró que vivimos «un momento crítico de la historia» en relación con lo que denominó la «casa común» y aseguró que «todavía hay tiempo» para alcanzar un «desarrollo sostenible e integral, porque sabemos que las cosas pueden cambiar».

«Ese cambio requiere por nuestra parte un reconocimiento serio y responsable no solo de la clase de mundo que podemos estar dejando a nuestros hijos, sino de los millones de personas que viven bajo un sistema que los ha excluido», agregó.

El Papa citó al histórico líder estadounidense Martin Luther King cuando recordó: «Podemos decir que dejamos adeudado un pagaré y ahora ha llegado el momento de saldarlo».

Además, el pontífice también se refirió implícitamente al restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, proceso en el que él mismo participó, al congratular los esfuerzos hechos recientemente para «reparar las relaciones rotas» y «abrir nuevas puertas de cooperación» en la humanidad.

Esos esfuerzos «son pasos positivos en la vía de la reconciliación, la justicia y la libertad», dijo Bergoglio, al día siguiente de abandonar La Habana.

Aunque el pontífice no citó casos concretos, hizo un llamamiento a «todos los hombres y mujeres de buena voluntad de esta gran nación» para que apoyen «los esfuerzos de la comunidad internacional para proteger a los vulnerables de nuestro mundo y estimular modelos de desarrollo integrales e inclusivos (…) para que nuestros hermanos y hermanas en todas partes puedan conocer la bendición de la paz y la prosperidad que Dios desea para todos sus hijos»

Más tarde, el pontífice ingresó a la Casa Blanca para saludar a los asistentes desde un balcón junto a Barack y Michelle Obama, y luego se dirigió al Salón Oval con el mandatario para mantener una reunión bilateral.

De acuerdo con el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, Obama -de confesión protestante- no pretende recibir a Francisco con una «agenda política» sino que será un encuentro entre «dos hombres que tienen muchos valores en común».

Obama buscaba un impulso a sus propios esfuerzos por combatir el cambio climático, luchar contra la desigualdad de ingresos y fomentar la justicia social, entre otras cosas, encontrando terreno común con el papa. Sin embargo, los dos tienen grandes diferencias en otras cuestiones, como el aborto y el matrimonio homosexual.

El pontífice ya demostró que puede ser un aliado político de suma importancia para Washington: ya lo fue con el apoyo secreto del Vaticano al proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba después de medio siglo de ruptura.

La de hoy será la tercera visita de un papa a la Casa Blanca. En 1979, el entonces presidente Jimmy Carter recibió al papa Juan Pablo II y casi 30 años después, en 2008, George W. Bush fue el anfitrión de Benedicto XVI.

La visita del pontífice ha atrapado la atención de Washington desde el momento en que el sonriente Francisco salió de su avión vestido de blanco, perdió el solideo en la brisa, saludó a Obama y su familia y subió a un modesto Fiat color carbón. La capital estadounidense es la primera parada en la visita del papa al país, que abarcará seis días y tres ciudades.

Después de un recorrido en papamóvil por el National Mall, como se conoce a la amplia explanada al pie del Obelisco, sobre el río Potomac, el pontífice de 78 años se reunirá con la conferencia episcopal estadounidense en la catedral de St. Matthew.

Francisco tendrá un encuentro con unos 300 obispos en esa catedral, símbolo para la comunidad religiosa local: fue allí donde fueron velados los restos del único presidente estadounidense católico, John F. Kennedy, y en 1979 Juan Pablo II ofició una misa en ese templo.

Ese discurso es muy esperado, dada la cierta desconexión entre el énfasis de Francisco en la justicia social y una Iglesia misericordiosa y la guerra cultural librada por los obispos estadounidenses en los últimos años por cuestiones como el aborto y los derechos de los homosexuales.

El primer papa nacido en América tendrá su última actividad oficial de ese día cuando canonice al fraile español que llevó la fe católica a California: Junípero Serra.

Francisco tenía previsto celebrar la misa en español frente a 25.000 asistentes, muchos hispanohablantes, en la basílica de la Inmaculada Concepción, el mayor templo católico de América del Norte, que erigió un santuario temporal en el pórtico este para la misa.

El papel del famoso sacerdote franciscano, beatificado por Juan Pablo II en 1988, es objeto de severos cuestionamientos por representantes de poblaciones originarias de la región de California.

Toypurina Carac, portavoz de la nación Kizh Gabrieleno, denunció la canonización de Serra, a quien consideró responsable de la «muerte de nuestro pueblo y de nuestra cultura».

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