El PT “estará en las calles y en los juzgados” para oponerse al gobierno del desprestigiado vice Michel Temer. “Creemos que el gobierno de Temer es ilegítimo por haber surgido de un golpe”, afirmó el diputado petista Paulo Pimenta.
El Partido de los Trabajadores (PT), que llegó por primera vez al poder hace 13 años bajo el liderazgo de Luiz Inácio Lula da Silva, fue golpeado por el proceso destituyente contra la presidenta Dilma Rousseff. Sus dirigentes se preparan para pasar a la oposición del mandatario interino Michel Temer. El horizonte de este golpe será seguramente un proceso autocrítico y renovador.
El PT se convirtió en uno de los partidos de referencia de Brasil desde sus orígenes en la década de los ‘80. Fue producto de una alianza de partidos de izquierda, organizaciones sindicales y sectores de la Iglesia próximos a la Teología de la Liberación. Surgió en oposición a la última dictadura militar en Brasil (1964-1985) y se engendró en el movimiento sindical que cobró fuerza en San Pablo a finales de los ‘70. Su consolidación llegó con el liderazgo del carismático dirigente sindical metalúrgico Luiz Inácio Lula da Silva, que fue elegido presidente en el 2002, tras derrotar a José Serra del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Lula proclamó la llegada de una nueva era a Brasil y convocó a todos los brasileños a construir una sociedad más justa, fraterna y solidaria. En el 2006, se presentó a una segunda vuelta electoral y gobernó hasta el 2010. Actualmente, el ex presidente Lula pasó a ser el favorito con el 21 por ciento de intención de voto para las elecciones presidenciales del 2018, según una encuesta realizada por la empresa Datafolha.
Tras la decisión del Senado de aprobar el impeachment para destituir a Rousseff, el partido pasa por una profunda revisión autocrítica y por la búsqueda de nuevos liderazgos capaces de recuperar la confianza de la sociedad. Bajo el mando de Rui Falcao, presidente del PT, el ejecutivo del partido se reunirá el lunes 16 de mayo, y al día siguiente habrá una reunión del Directorio Nacional en Brasilia.
El partido se prepara para una fuerte oposición al gobierno de Michel Temer y tiene como objetivo intensificar la lucha política en el Senado. Luego de caracterizar al juicio político como golpe de Estado, el PT se posiciona del lado de la resistencia durante los 180 días que no esté Rousseff. Uno de los posibles temas a tratar es la propuesta de referéndum sobre la conveniencia de anticipar las elecciones presidenciales de 2018. Entre los asistentes confirmados a la cumbre se encuentra Lula, que ya está hablando con los senadores del PMDB.
El diputado del PT, Paulo Pimenta, declaró en una entrevista con Sputnik Nóvosti, que el presidente interino no tendrá un comienzo fácil. “Es evidente que intentaremos recurrir a todos los tribunales internacionales a los que podamos dirigirnos”, apuntó el vicelíder del gobierno en la Cámara de los Diputados. “En el PT creemos que el gobierno de Michel Temer es ilegítimo por haber nacido de un golpe. Nuestro equipo técnico está evaluando cualquier acción jurídica a nivel internacional”, explicó Pimenta, quien no descartó que el gobierno exija a sus socios de Mercosur la aplicación de la cláusula democrática como ocurrió en Paraguay. Por último, afirmó que su partido no dará tregua a Temer y que su lucha continuará en las calles y en los juzgados. De esta manera reveló la intención de los sectores oficialistas de mantener la lucha por el mandato presidencial hasta la conclusión del proceso dentro de seis meses.
Por su parte, el senador Humberto Costa, jefe del grupo del PT en la Cámara Alta, también anunció una oposición muy firme. “Si se aprueba el juicio, el PT hará una oposición muy firme y denunciará en forma permanente el golpe que se le está dando a la democracia”, declaró Costa en medio de la sesión en la que el Senado definió el futuro de la mandataria.
En el marco de una crisis de credibilidad de los partidos tradicionales, Lula consiguió la Presidencia, en el 2003, con un mensaje que conquistó a los electores y un lema pegadizo: “Lula paz y amor”. Inmediatamente fue atacado por las grandes corporaciones mediáticas con denuncias de corrupción como el “mensalao”, una compleja red favores y contraprestaciones a parlamentarios que salpicó a varios dirigentes del PT en el 2005. Lula afirmó que el PT hizo desde el punto de vista electoral lo que se hace en Brasil sistemáticamente. Con el lema “Quiero un Brasil decente” renovó por un segundo mandato que logró terminar como el político mejor valorado por el electorado –un 80 por ciento de imagen positiva–, en buena parte debido al éxito de programas sociales de los que se benefician unos catorce millones de familias brasileñas, como el Bolsa Familia. Eligió entonces a una de sus más fieles colaboradoras, la ex guerrillera Dilma Rousseff, para sucederle, en 2011.
Dilma logró la reelección en el 2014, con Michel Temer de vice, quien se convirtió ahora en el impulsor del juicio político que la llevó a la destitución y afectó al PT. A la mandataria se la acusó, sin pruebas, de maniobras contables en el presupuesto público, una técnica que han practicado todos los gobiernos brasileños durante décadas.