El Salvador vive “tiempos interesantes”

Jorge Capelán

Muy alarmado por las noticias que venían este fin de semana desde El Salvador me comuniqué con un compañero cuadro del FMLN y le pregunté cómo veía «la cosa» allá en San Salvador. «Interesante», fue su respuesta. En esos momentos, el ajetreo de la 38 Conferencia Nacional del FMLN le impidió elaborar en su intrigante comentario.

Dicen que “ojalá te toque vivir tiempos interesantes” es una de las tres grandes maldiciones de la sabiduría China, inclinada como es a la estabilidad y a la vida en familia, sin grandes sobresaltos. Tiempos «interesantes» son, a todas luces, tiempos de crisis, coyunturas en las que de un plumazo se puede decidir el curso de la historia para bien o para mal.

Mientras el compañero efemelenista me hacía su enigmático y parco comentario, llegaban noticias de que en las afueras del local de la convención se encontraban fuerzas policiales amenazando con detener a los participantes. Al mismo tiempo, policías que parecían más bien soldados se apoderaban del centro de San Salvador, mientras que el edificio de la Asamblea Legislativa ya había sido militarizado desde el sábado.

También, diputados de ARENA y del propio FMLN denunciaban haber sido objeto de «órdenes verbales» de sujetos uniformados que les llamaban a obedecer el mandato de Bukele.

El presidente Nayib Bukele, que a punta de tuits desde el jueves había intentado dividir El Salvador entre «amigos de las maras» y «amantes de la patria», estaba llamando a «sus seguidores» a una gran manifestación en las afueras del parlamento, al mismo tiempo que una nonata sesión del parlamento que habría tenido lugar este domingo a las 3 de la tarde.

Bukele está tratando de implementar un golpe al parlamento para sacar de en medio a toda la oposición usando las maras como pretexto. ¿Tanto escándalo porque no le aprueban un préstamo de 109 millones en un país con una economía de 29 mil millones de dólares?

El problema de las maras en El Salvador es serio, pero hay que reconocer que también es crónico, y no puede ser resuelto por un milagroso programita de unos pocos años. En realidad, todo son meras excusas de Bukele para hacerse con el control total del país.

Nayib Bukele quiso obligar al parlamento a sesionar este domingo para que le aprobara un préstamo de 109 millones de dólares para un plan contra las pandillas (Fase III del Plan Control Territorial) que entre otras cosas incluye una importante suma en equipos de vigilancia que los partidos temen sean usados para reprimirlos a ellos. De hecho, desde que llegó al poder ha llevado a cabo una persecución de empleados públicos efemelenistas y ha puesto en muchos puestos clave a sus compinches.

Mandó al ejército a rodear el parlamento y llamó a una sesión extraordinaria del Congreso para aprobar el préstamo, a la vez que llamó a sus seguidores a congregarse en ese lugar para una «insurrección» en caso de que la sesión no tuviera lugar. De hecho, no lo tuvo, porque de 84 diputados, con el llamado a no asistir de ARENA y del FMLN al final solo llegaron como 20 diputados de su partido, el GANA.

Ante semejante fiasco, dicen que Bukele decidió salir a enfrentar a la multitud de empleados del Estado y seguidores engañados o facistizados que había logrado convocar a la «insurrección» en las afueras del parlamento para decirles que había tenido una revelación divina y que el creador le había dicho que debía tener «paciencia, paciencia y más paciencia», con lo que la tan mentada insurrección quedó aguas de borrasca.

La jugada no parece ir saliéndole muy bien a Bukele, a pesar de tener el apoyo de las Fuerzas Armadas y de Almagro, y a la Embajada de Estados Unidos mirando para el otro lado con cara de «yo no fui». Sin embargo, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU hizo un claro llamado a respetar la Constitución, los derechos humanos y la «división de poderes» en El Salvador, que es lo que está amenazando Bukele.

Bukele basa su argumentación en el artículo 167 ordinal 7° de la Constitución, que prescribe la posibilidad de “Convocar extraordinariamente a la Asamblea Legislativa, cuando los intereses de la República lo demanden”. Así lo expresa Bukele en su llamado a la insurrección a través de su cuenta de Twitter:

“El artículo 167, numeral 7 de nuestra Constitución es claro y no autoriza a los diputados a agregarle o quitarle palabras. Están obligados constitucionalmente a asistir a la sesión extraordinaria. Si alguien rompe el orden constitucional, el pueblo tiene el artículo 87”.

“El orden constitucional aún no ha sido roto, la convocatoria está vigente y la plenaria debe realizarse el domingo a las 3pm. Si los diputados no asisten, estarían rompiendo el orden constitucional y el pueblo tendrá la facultad de aplicar el artículo 87 de la Constitución”, escribía hace unos días.

El artículo 87 de la Constitución salvadoreña dice lo siguiente:

«Art. 87.- Se reconoce el derecho del pueblo a la insurrección, para el solo objeto de restablecer el orden constitucional alterado por la transgresión de las normas relativas a la forma de gobierno o al sistema político establecidos, o por graves violaciones a los derechos consagrados en esta Constitución.

El ejercicio de este derecho no producirá la abrogación ni la reforma de esta Constitución, y se limitará a separar en cuanto sea necesario a los funcionarios transgresores, reemplazándolos de manera transitoria hasta que sean sustituidos en la forma establecida por esta Constitución.

Las atribuciones y competencias que corresponden a los órganos fundamentales establecidos por esta Constitución, no podrán ser ejercidos en ningún caso por una misma persona o por una sola institución».

Los que demandan la actuación de Bukele por inconstitucional, argumentan que la formulación del artículo 167 de la Constitución que habilita al Consejo de Ministros a convocar al Parlamento «cuando los intereses de la República lo demanden» es muy abierta y ponen en duda que la aprobación de un préstamo (de solo 100 millones de dólares) sea una razón suficiente.

Ponen como ejemplo lo estipulado en el Artículo 29 de la misma Constitución, que establece que «En casos de guerra, invasión del territorio, rebelión, sedición, catástrofe, epidemia u otra calamidad general, o de graves perturbaciones del orden público, podrán suspenderse las garantías…».

La situación de las pandillas en El Salvador, siendo grave, no llega a esos niveles, además que el monto del préstamo solicitado es muy pequeño en una economía que ronda los 29 mil millones de dólares, o sea que todo sería un mero pretexto para sacar de en medio a los partidos políticos con apoyo de sus propios funcionarios y otras fuerzas de choque y de las FF. AA., es decir, un golpe de Estado.

Difícilmente tenga Bukele el poder de «insurreccionar» El Salvador y eliminar a todos los políticos del FMLN y ARENA, y mucho menos a sus seguidores. Es más, con su nepotismo desenfrenado y con su accionar de los últimos días, Bukele se ha ganado la antipatía de muchos de los que en su momento fueron sus partidarios. El capital político del mandatario se desvanece rápidamente porque descansa sobre bases muy frágiles.

Lo que probablemente busque es someter a los congresistas de esos partidos para que obedezcan sus órdenes, un poco a la manera de los golpistas bolivianos que amenazaron y amenazan directamente a muchos de los funcionarios y dirigentes del MAS de Evo Morales para que se plieguen a sus caprichos.

Sin duda, el pueblo salvadoreño está atravesando por «tiempos interesantes», en los que se tendrá que enfrentar a la imperiosa necesidad de valorar la importancia de lo logrado en los acuerdos de paz de 1992, y de llevar a la práctica todo aquello que no se ha logrado implementar, o de vivir en un estado fallido de la mano de un demagogo proimperial que promete «derribar todo lo viejo» desde su cuenta de Twitter.

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